Con 15 años de trabajar en el albergue, Delia Sánchez ha visto cientos de historias de personas ir y venir, aún se sigue conmoviendo como el primer día, los casos de adultos mayores que están perdidos y posteriormente son contactados por sus familias son los que más atesora y recuerda.
Los ojos empiezan a mojarse cuando recuerda que el sentido del servicio es el principal objetivo de su labor en el albergue.
“El encontrar a gente con sus familias muchas veces los adultos mayores se pierden mucho y entonces el que logremos contactar a su familia y los entreguemos es lo más emocionante, tengo ya 3 generaciones en los que ya he visto sobre todo gente de comunidad que los he visto crecer y ya tienen familia y los he visto regresar”.
Contrario a lo que se podría suponer, cada día se humaniza más al ver casos de personas que llegan, se albergan unos días y regresan, la mayoría comerciantes con sus familias que desde niños aprenden que este espacio es para ellos.
“Lo que he aprendido en 15 años aquí es el sentido de vida que es más importante la cuestión humana que la material, es más el placer de servir que cualquier otra situación ayudar a la gente es lo que más te llena”.