Y los recuerdos surgieron, también el dolor, la tristeza y laañoranza por quienes ya no están. Las puertas del panteónCimatario se abrieron y desde muy temprano comenzó la algarabíade los visitantes este 2 de noviembre, Día de Muertos.
Olas de personas inundaban los pasillos al medio día. Lamúsica y los murmullos se apoderaron de este espacio de silencio ydescanso. Las tumbas, que en el resto del año permanecíanintactas, hoy lucen llenas de flores y adornos.
Familias enteras se reúnen alrededor de las tumbas, rezan y laslimpian del polvo acumulado por el tiempo; algunas, permanecen ensilencio, y otras, se rodean de músicos para cantarle a susmuertos.
De música, hay para todos los gustos y precios, desde lostradicionales mariachis, hasta los músicos norteños, de tríos yde banda. “Una canción a 100 pesitos, tres por 200, pero se ladejo a cuatro por 200 jefecita”, ofertaban los de la banda.
Un tapete de flores, maíz y arroz adornaba la tumba deMarcianita, que con cariño le dedicaron sus hijos y nietos;mientras que a un costado, la señora Raquel colocaba en el recintode su difunto esposo, don Antonio, las flores que más legustaban.
A la señora Cirila le rezaban en silencio sus hijos, quienesademás de flores, rodearon su tumba con velas blancas. En tanto,la familia García prepara el anafre para asar la carne, que alfilo de las 2 de la tarde estaba completamente cocida y olíadeliciosa.
La fiesta de Día de Muertos, está en su apogeo; los jóvenesdedicados a acarrear el agua no se dan abasto para atender a lagente, pero eso sí –decían antes de dar el servicio- nocobramos, pero con lo que guste cooperar.
Entre la algarabía, no faltó aquella dama que gustó detomarse la foto frente a la tumba de su ser querido, y más tarde,hasta “una selfie”, ¿por qué no?, para el recuerdo.
También hubo difuntos que no recibieron visitas, sus tumbaspermanecieron en el olvido y el silencio, entre el polvo y latierra que dejaron los años transcurridos; algunas lápidasincluso, no tiene ni el nombre de quien yace en el lugar.
Tampoco faltó la venta de sombrillas para taparse del sol y losramos de flores, desde 20 pesitos los más baratos; además deantojitos mexicanos, bebidas refrescantes, nieves y piñas coladas“sin piquete”.
Y el festejo siguió durante el transcurso de la tarde y noche;luego, reinó nuevamente el silencio en el Panteón Cimatario.