/ jueves 8 de octubre de 2020

“Don picosito”, más de 60 años al pie del cañón

Don Rober sigue despachando y trabajando en Los Picosos

Don Beto o Don Rober, le da igual cómo le llamen, con casi 60 años de vender en el mercado Escobedo, Roberto Hernández Frías, sigue al pie del cañón ofreciendo sus productos como chiles, semillas, botanas y patitas en “Los Picosos”.

De rostro expresivo y trato amable, Don Rober ya perdió la cuenta de su edad, entre 89 y 90, calcula, sigue acudiendo a su local todos los días para no desatender a su clientela.

“Yo que le puedo contar ya son 90 años de vida, ya estamos caducados, tengo recuerdos que conservo, del mercado Escobedo, donde ahora está la plaza Constitución, de ahí nos cambiaron para acá”.

Por recomendación del entonces administrador del mercado, Encarnación Olivares ocupó un espacio en el recién inaugurado zoco, empezó vendiendo manteca, luego chiles en vinagre muchos trabajadores de la construcción pasaban a surtirse de cervezas y comida, tampoco podía faltar que llevaran sus chiles, de ahí nació el nombre de Los “Picosos”.

“Cuando empezamos aquí a trabajar no había tanta competencia, fuimos los fundadores del mole porque es lo que más se consume, últimamente ya no con la pandemia, pero nos alcanzaba para todos, empecé a vender el prensado, la manteca y chiles encurtidos porque no había en la plaza y no le digo que chiles porque los maestros albañiles salían de las obras y pasaban todos los días por cerveza y al ver eso le di al chicharrón prensado, al chicharrón dorado, a las carnitas y se acredito, nomás que ora si ya se arrugó el cuero”.

El mercado “General Mariano Escobedo” cumplió el 24 de septiembre 56 años de existencia logrando ser un referente en la ciudad, después de un incendio en la década de los años 50, tras años de construcción finalmente en septiembre de 1964 el gobernador Francisco González Cosío entregó la nueva obra.

“Venia yo del mercado que se quemó entonces todavía me fui a la industria del hierro, me eche como dos o tres años entonces ahí había un ingeniero dueño del obrador San Alejo de México que me dijo búscate un local para vender la manteca y dije pues vénganos tu reino y acá sigo”.

Con una lucidez envidiable Don Rober cuenta que con el paso del tiempo ha ido diversificando sus productos, vende semillas, manteca y cueritos encurtidos pero lo principal y que más éxito tiene son las botanas, cacahuates enchilados, garapiñados, piloncillos y el enchilado con ajo de cacahuates, garbanzos y habas.

“De la industria del hierro me dijeron consíguete donde te metas y había un administrador, don Encarnación Olivares y la llevaba bien y me decía metete, te voy a dar un mes de tregua que no pagues renta a ver cómo la dibujas y empecé a echarle ganas y con buen humor se compuso”.

Don Rober Nació en pleno corazón de Querétaro, en Reforma 23, junto al Sanatorio Alcocer, le emociona contar como ha ido creciendo su ciudad y aunque hay mucha competencia, asegura que el secreto de vender es dar un poco más, surtir el mandado con lo que la gente tenga de presupuesto, se le da un extra.

“Fíjese que todavía me alejo de aquí unos días y me busca mi clientela y ¿sabe cuál es mi lema?, de puros 10 pesos vender, porque con 50 pesos llenan la bolsa de varios productos y en cambio con la competencia de los superes nos los chingamos nosotros”.

Hasta el pasillo final del mercado Escobedo Los Picositos ofrece diversos productos, aunque como todo sector comercial bajó con la pandemia del Covid-19, aunque poco a poco se ve la luz Don Rober pide que se vuelva a la normalidad.

“Esta la puerta cerrada, ya por favor que la abran, entraba la gente por ahí pero la cerraron pero ya me toca acá, ya casi pasa la pandemia”.

Siempre agradecido con la vida y con las autoridades que también le han apoyado, Don Rober solo pide a Dios que al momento de partir su legado quede vigente y que no sea de una enfermedad larga.

“Ya casi voy a chupar faros, son 90 años, ¿cuándo piensa usted que debo jubilarme? pero ya toca, se arruga el pellejo, estoy completamente agradecido a las autoridades que me han dejado en este tiempo, todos me han ayudado y sobre todo que forme a mi familia con lo poco que sacaba aquí, tengo un sacerdote, dos maestros ya que le puedo pedir a la vida más que irme rápido, no en abonos, que no vaya a ser en agonía”, finalizó.

Don Beto o Don Rober, le da igual cómo le llamen, con casi 60 años de vender en el mercado Escobedo, Roberto Hernández Frías, sigue al pie del cañón ofreciendo sus productos como chiles, semillas, botanas y patitas en “Los Picosos”.

De rostro expresivo y trato amable, Don Rober ya perdió la cuenta de su edad, entre 89 y 90, calcula, sigue acudiendo a su local todos los días para no desatender a su clientela.

“Yo que le puedo contar ya son 90 años de vida, ya estamos caducados, tengo recuerdos que conservo, del mercado Escobedo, donde ahora está la plaza Constitución, de ahí nos cambiaron para acá”.

Por recomendación del entonces administrador del mercado, Encarnación Olivares ocupó un espacio en el recién inaugurado zoco, empezó vendiendo manteca, luego chiles en vinagre muchos trabajadores de la construcción pasaban a surtirse de cervezas y comida, tampoco podía faltar que llevaran sus chiles, de ahí nació el nombre de Los “Picosos”.

“Cuando empezamos aquí a trabajar no había tanta competencia, fuimos los fundadores del mole porque es lo que más se consume, últimamente ya no con la pandemia, pero nos alcanzaba para todos, empecé a vender el prensado, la manteca y chiles encurtidos porque no había en la plaza y no le digo que chiles porque los maestros albañiles salían de las obras y pasaban todos los días por cerveza y al ver eso le di al chicharrón prensado, al chicharrón dorado, a las carnitas y se acredito, nomás que ora si ya se arrugó el cuero”.

El mercado “General Mariano Escobedo” cumplió el 24 de septiembre 56 años de existencia logrando ser un referente en la ciudad, después de un incendio en la década de los años 50, tras años de construcción finalmente en septiembre de 1964 el gobernador Francisco González Cosío entregó la nueva obra.

“Venia yo del mercado que se quemó entonces todavía me fui a la industria del hierro, me eche como dos o tres años entonces ahí había un ingeniero dueño del obrador San Alejo de México que me dijo búscate un local para vender la manteca y dije pues vénganos tu reino y acá sigo”.

Con una lucidez envidiable Don Rober cuenta que con el paso del tiempo ha ido diversificando sus productos, vende semillas, manteca y cueritos encurtidos pero lo principal y que más éxito tiene son las botanas, cacahuates enchilados, garapiñados, piloncillos y el enchilado con ajo de cacahuates, garbanzos y habas.

“De la industria del hierro me dijeron consíguete donde te metas y había un administrador, don Encarnación Olivares y la llevaba bien y me decía metete, te voy a dar un mes de tregua que no pagues renta a ver cómo la dibujas y empecé a echarle ganas y con buen humor se compuso”.

Don Rober Nació en pleno corazón de Querétaro, en Reforma 23, junto al Sanatorio Alcocer, le emociona contar como ha ido creciendo su ciudad y aunque hay mucha competencia, asegura que el secreto de vender es dar un poco más, surtir el mandado con lo que la gente tenga de presupuesto, se le da un extra.

“Fíjese que todavía me alejo de aquí unos días y me busca mi clientela y ¿sabe cuál es mi lema?, de puros 10 pesos vender, porque con 50 pesos llenan la bolsa de varios productos y en cambio con la competencia de los superes nos los chingamos nosotros”.

Hasta el pasillo final del mercado Escobedo Los Picositos ofrece diversos productos, aunque como todo sector comercial bajó con la pandemia del Covid-19, aunque poco a poco se ve la luz Don Rober pide que se vuelva a la normalidad.

“Esta la puerta cerrada, ya por favor que la abran, entraba la gente por ahí pero la cerraron pero ya me toca acá, ya casi pasa la pandemia”.

Siempre agradecido con la vida y con las autoridades que también le han apoyado, Don Rober solo pide a Dios que al momento de partir su legado quede vigente y que no sea de una enfermedad larga.

“Ya casi voy a chupar faros, son 90 años, ¿cuándo piensa usted que debo jubilarme? pero ya toca, se arruga el pellejo, estoy completamente agradecido a las autoridades que me han dejado en este tiempo, todos me han ayudado y sobre todo que forme a mi familia con lo poco que sacaba aquí, tengo un sacerdote, dos maestros ya que le puedo pedir a la vida más que irme rápido, no en abonos, que no vaya a ser en agonía”, finalizó.

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