/ jueves 31 de diciembre de 2020

El año aciago, nunca más un 2020

Aunque hoy se culpe de toda mala marcha al Covid-19, la economía nacional y estatal iba mal desde antes

Con más de 2 mil personas muertas y 31 mil infectadas en Querétaro, al menos 35 mil que perdieron su empleo, miles de negocios en quiebra y una caída del Producto Interno Bruto estatal calculada en un 9% llega a su fin el 2020, el año más aciago a causa del Covid-19 y una larga estela de daños.

A la par de la crisis sanitaria sobrevinieron otras más desde marzo: el cierre de la economía, la más intensa confrontación política entre autoridades, la transformación obligada del sector educativo y una brecha cada vez más amplia entre ricos y pobres.

Pero el año del “home office” y de la “school office” también trastornó las relaciones personales, reflejadas en una disminución de 30% en los matrimonios y el aumento de los casos de depresión y los ataques de ansiedad producto del encierro o del miedo a enfermarse y morir.

Si acaso deja algo bueno la pandemia, eso sería el espacio para la reflexión que el encierro obligado propició en los hogares y la revaloración del bienestar físico que muy pronto se vieron reflejados en un cambio drástico de las prioridades de consumo.

Cada vez menos gente aspira, por ejemplo, a comprar un auto nuevo cuando superemos la contingencia sanitaria, pero cada vez más personas planean viajar, cuidar más su salud o invertir en sí mismos estudiando la carrera de sus sueños o idiomas, además de ejercitarse.

El coronavirus ensombreció todo y se volvió prioridad. Los presupuestos fueron redireccionados para atender la contingencia sanitaria y la obra pública, si bien no cesó, sí fue minimizada.

La capital del estado tuvo la más importante aportación de infraestructura vial, con el Viaducto Oriente que inauguró el alcalde Luis Nava en noviembre tras 9 meses de construcción y con la misión imposible de cumplir su promesa de “la mitad de tráfico…”, pero a la vista de las nuevas necesidades fue el avance del nuevo Hospital General el mayor logro estatal.

Aunque hoy se culpe de toda mala marcha al Covid-19, la economía nacional y estatal iba mal desde antes. En enero el INEGI informó de 2 trimestres consecutivos con resultado negativo del PIB. Tras 9 meses en contingencia, la previsión de los expertos ronda hoy el 10% de caída económica, en el mismo estado que hace 10 años lograba la hazaña de crecer a tasas comparadas con las de la potencia industrial China.

El primer caso confirmado de coronavirus en Querétaro se anunció el 11 de marzo: un hombre de 43 años procedente de España que fue aislado de inmediato. Con la primavera llegó a Querétaro la suspensión de clases presenciales desde el 20 de marzo y la batalla fue ganada por la educación privada sobre la pública, que demostró no estar preparada ni equipada para la enseñanza a distancia.

Las escuelas privadas, no obstante que a causa de la crisis y el desempleo han visto mermada hasta en 15% su matrícula, reaccionaron de inmediato con plataformas digitales y metodología específica para que su alumnado prácticamente no perdiera un solo día de clases.

Fue todo lo contrario en las aulas públicas, cuyos estudiantes tardaron meses en adaptarse y donde incluso se tomó la decisión de “regalar” la calificación del ciclo a causa de las extraordinarias anomalías padecidas. Así, la educativa es otra brecha que se ensanchó durante lo que llevamos de pandemia, por el tiempo y la calidad perdidas.

Este año que ocultó sonrisas detrás del cubre bocas marca un antes y un después en nuestra forma de convivir y de relacionarnos, rehízo la escala de prioridades de vida de muchas personas y dejó un trauma de impotencia en el colectivo social.

El recuento de los daños podría ser infinito, tan solo con revisar cada sector. El mundo cultural, por ejemplo, soporta una auténtica “paliza” económica y creativa con el cierre de teatros, bares y la cancelación de todo tipo de eventos, pero sobre todo con el recorte de los apoyos a un sector que no es tomado como prioridad por ninguna autoridad.

La restaurantera es otra de las industrias emblemáticas del daño causado por la pandemia, dejando sin empleo ni sostén a miles de familias.

Con toda la esperanza puesta en la efectividad y distribución pronta de las vacunas llegamos a tocar a la puerta del 2021 para comenzar a olvidar éste el más triste, mortal y depresivo de los últimos años.

Con más de 2 mil personas muertas y 31 mil infectadas en Querétaro, al menos 35 mil que perdieron su empleo, miles de negocios en quiebra y una caída del Producto Interno Bruto estatal calculada en un 9% llega a su fin el 2020, el año más aciago a causa del Covid-19 y una larga estela de daños.

A la par de la crisis sanitaria sobrevinieron otras más desde marzo: el cierre de la economía, la más intensa confrontación política entre autoridades, la transformación obligada del sector educativo y una brecha cada vez más amplia entre ricos y pobres.

Pero el año del “home office” y de la “school office” también trastornó las relaciones personales, reflejadas en una disminución de 30% en los matrimonios y el aumento de los casos de depresión y los ataques de ansiedad producto del encierro o del miedo a enfermarse y morir.

Si acaso deja algo bueno la pandemia, eso sería el espacio para la reflexión que el encierro obligado propició en los hogares y la revaloración del bienestar físico que muy pronto se vieron reflejados en un cambio drástico de las prioridades de consumo.

Cada vez menos gente aspira, por ejemplo, a comprar un auto nuevo cuando superemos la contingencia sanitaria, pero cada vez más personas planean viajar, cuidar más su salud o invertir en sí mismos estudiando la carrera de sus sueños o idiomas, además de ejercitarse.

El coronavirus ensombreció todo y se volvió prioridad. Los presupuestos fueron redireccionados para atender la contingencia sanitaria y la obra pública, si bien no cesó, sí fue minimizada.

La capital del estado tuvo la más importante aportación de infraestructura vial, con el Viaducto Oriente que inauguró el alcalde Luis Nava en noviembre tras 9 meses de construcción y con la misión imposible de cumplir su promesa de “la mitad de tráfico…”, pero a la vista de las nuevas necesidades fue el avance del nuevo Hospital General el mayor logro estatal.

Aunque hoy se culpe de toda mala marcha al Covid-19, la economía nacional y estatal iba mal desde antes. En enero el INEGI informó de 2 trimestres consecutivos con resultado negativo del PIB. Tras 9 meses en contingencia, la previsión de los expertos ronda hoy el 10% de caída económica, en el mismo estado que hace 10 años lograba la hazaña de crecer a tasas comparadas con las de la potencia industrial China.

El primer caso confirmado de coronavirus en Querétaro se anunció el 11 de marzo: un hombre de 43 años procedente de España que fue aislado de inmediato. Con la primavera llegó a Querétaro la suspensión de clases presenciales desde el 20 de marzo y la batalla fue ganada por la educación privada sobre la pública, que demostró no estar preparada ni equipada para la enseñanza a distancia.

Las escuelas privadas, no obstante que a causa de la crisis y el desempleo han visto mermada hasta en 15% su matrícula, reaccionaron de inmediato con plataformas digitales y metodología específica para que su alumnado prácticamente no perdiera un solo día de clases.

Fue todo lo contrario en las aulas públicas, cuyos estudiantes tardaron meses en adaptarse y donde incluso se tomó la decisión de “regalar” la calificación del ciclo a causa de las extraordinarias anomalías padecidas. Así, la educativa es otra brecha que se ensanchó durante lo que llevamos de pandemia, por el tiempo y la calidad perdidas.

Este año que ocultó sonrisas detrás del cubre bocas marca un antes y un después en nuestra forma de convivir y de relacionarnos, rehízo la escala de prioridades de vida de muchas personas y dejó un trauma de impotencia en el colectivo social.

El recuento de los daños podría ser infinito, tan solo con revisar cada sector. El mundo cultural, por ejemplo, soporta una auténtica “paliza” económica y creativa con el cierre de teatros, bares y la cancelación de todo tipo de eventos, pero sobre todo con el recorte de los apoyos a un sector que no es tomado como prioridad por ninguna autoridad.

La restaurantera es otra de las industrias emblemáticas del daño causado por la pandemia, dejando sin empleo ni sostén a miles de familias.

Con toda la esperanza puesta en la efectividad y distribución pronta de las vacunas llegamos a tocar a la puerta del 2021 para comenzar a olvidar éste el más triste, mortal y depresivo de los últimos años.

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