/ sábado 5 de mayo de 2018

El batallón queretano en la Batalla de Puebla

Sin pago económico ni promesas laborales de por medio, más de mil queretanos se sumaron a la batalla de Puebla hace 156 años, para defender a la nación de la invasión francesa. Los integrantes del batallón ligero, de infantería y caballería, formado inicialmente por gente de la Sierra, no volvieron jamás a la tierra queretana de la que partieron, donde sólo queda hoy la bandera de ese primer batallón de infantería permanente "Ligero de Querétaro" que los identificó y que está en resguardo de la legislatura local.

En 1862 Querétaro no tenía las características económicas que presenta actualmente y su población estatal oscilaba en los cien mil habitantes, pero fueron mil 200 queretanos los primeros mexicanos en enfrentar a los franceses que pretendían invadir al país.

El historiador Eduardo Rabel Urbiola recordó que unos años antes de la batalla de Puebla, en 1857, se promulgó la Constitución del país con Benito Juárez a la cabeza y empezó una etapa conocida como la gran década nacional, que fueron diez años de luchas y conflictos con cambios en los gobiernos, por lo que se buscaba establecer una economía firme y se decretó la suspensión de pago a los empréstitos extranjeros para sanear la economía interna y después atender las deudas.

Después de informar esta decisión a los países a los que México le debía, hubo tres potencias que manifestaron su inconformidad: Francia, Inglaterra y España, que formaron una triple alianza para exigir sus pagos y prepararon una embarcación armada como medio de presión.

“Al llegar acá, llegaron a Veracruz, algunos ya enfermos, Juárez envió a Manuel Doblado a conferenciar con ellos porque pretendían intervenir las aduanas para quedarse con todo lo que ingresara y dejar a México en situación más grave. Inglaterra y España se dieron cuenta de que no iban a obtener nada, que era mejor esperar. Francia dijo que venía por algo y no se iba a ir con las manos vacías, Inglaterra y España abandonaron el país, pero Francia avanzó sus tropas hacia Tehuacán”, expresó.

Ante el avance de Francia, Juárez envió cartas a los gobernadores para pedirles ayuda con fuerzas armadas, entre ellos, al General José María Arteaga de Querétaro. El estado contaba con un batallón, que nombró Hidalgo inicialmente, pero “era más bien una guerrilla en la Sierra, en parte para controlar salteadores y contrabandistas y frenar un poco al general Tomás Mejía que insistía en imponer un gobierno con la supremacía del clero y el catolicismo como religión oficial, así como fueros militares”.

Arteaga llamó entonces al Batallón Hidalgo y convocó a los queretanos a sumarse a esta fuerza. “La gente acude con lo que tiene, algunos tienen un fusil, un mosquete de la época de la independencia, otros llegaron con un sable, otros con un azadón o una lanza y se juntó mucha gente y es cuando forma lo que comúnmente conocemos como el Batallón Ligero”.

Lo que se conformó entonces, precisó el investigador, fue una fuerza de batallón ligera, que tiene una lanza como arma y un fusil, “lo más ligero para andar distancias rápido”, pero con toda la gente que respondió a la convocatoria, se formaron dos batallones de infantería y un escuadrón de caballería.

La bandera de este grupo tiene la leyenda Primero Querétaro, porque simbolizaba al primer batallón, pero se perdieron las banderas del segundo batallón y del escuadrón de caballería. Las banderas las bordaron mujeres queretanas de las que no queda registro alguno y se inició una capacitación breve para quienes acudirían a defender la patria.

“Es una bandera de guerra, por eso es una figura cuadrada. Se hicieron dos de ese tamaño porque eran dos batallones y una más pequeña para la caballería y el 10 de enero de 1862 en la plazuela de La Cruz se hizo la jura de bandera y el 15 o 20 de enero salen rumbo a Puebla, donde se estaban concentrando todas las fuerzas mexicanas. Mientras, el 25 de enero, Juárez publicó la ley mediante la que castigaría a todos los que apoyaran la intervención francesa”, declaró.

Aunque no avanzaron tan rápido como querían, las tropas queretanas llegaron en febrero a Puebla y se pusieron a las órdenes del general Ignacio Zaragoza. Se integran entonces tres divisiones dirigidas por Zaragoza, Arteaga y Porfirio Díaz para fortalecer a la ciudad ante la llegada de los franceses.

Arteaga propuso entonces que se hiciera una acción retardataria para evitar un avance rápido de las tropas francesas, mediante ataques en puntos antes de Puebla. Cuando los franceses llegaron, se encontraban cansados por la artillería que llevaban y mientras descansaban, recibieron el ataque de Arteaga, de manera que los queretanos fueron los primeros en combatir a las fuerzas de Francia.

“Se supone que sería algo breve, pero fue tal la respuesta de los franceses que no hubo más remedio que continuar la lucha y a las tres horas y media, cuando bajan los ánimos, una bala le atraviesa la pierna izquierda a Arteaga y le lastima tibia y peroné, muchos soldados se dan a la fuga e interviene Porfirio Díaz para rematar la lucha con los franceses y volver a Puebla. A Arteaga lo trasladan en una camilla improvisaba con una puerta y hasta ahí llega esa acción el 28 de abril de 1862”, relató.

Se tomó la decisión de mandar a Arteaga a la Ciudad de México para que lo atendieran y de las tres brigadas queretanas que se tenían, quedaron solamente dos, que se sumaron a otros combates contra los franceses en los puntos de defensa de Puebla. Los franceses no pudieron avanzar sino hasta recibir refuerzos para una última batalla el 13 de mayo de 1863.

“La bandera la toma el comandante Rómulo Bautista, queretano, cae acribillado y cuando los franceses tratan de apoderarse de la bandera, Anacleto Herrera la recoge y huye a la ciudad. La fuerza queretana ya estaba reducida a 20 y tantos hombres, porque en las luchas del 5 de mayo de 1862 y otras refriegas y en 1863, cuando se desatan las hostilidades por diferentes flancos, Querétaro hace varias salidas, siempre airoso, pero en la última defensiva de Puebla, quedan reducido los batallones, el de caballería ya había desaparecido por completo”, dijo.

Aunque había órdenes de quemar todas las banderas y reventar la artillería, Anacleto Herrera y Cairo ocultó la bandera en un punto de Puebla y cuando ingresan los franceses el 15 de mayo, lo tomaron prisionero, pero logró huir y recuperar la bandera de Querétaro en 1864, para entregarla al entonces gobernador José María Linares, quien decide protegerla en una caja de caoba y se mandó a Celaya hasta que Julio María Cervantes, nuevo gobernador queretano la recuperó.

A su regreso al estado, la bandera permaneció mucho tiempo en la oficina del gobernador hasta 1868 cuando se decidió dejar el lábaro en resguardo de la legislatura local.

El cronista auxiliar de Querétaro subrayó los valores que llevaron a los queretanos a sumarse a la defensa del territorio mexicano sin pedir recompensas. De los mil 200 queretanos que salieron en las tres brigadas, 500 en el batallón ligero, 500 en el de infantería y 200 en el de caballería, no regresó uno solo y muchos nombres se perdieron, pero hasta hoy se conserva viva la historia de quienes dieron su vida en la batalla de Puebla.


Sin pago económico ni promesas laborales de por medio, más de mil queretanos se sumaron a la batalla de Puebla hace 156 años, para defender a la nación de la invasión francesa. Los integrantes del batallón ligero, de infantería y caballería, formado inicialmente por gente de la Sierra, no volvieron jamás a la tierra queretana de la que partieron, donde sólo queda hoy la bandera de ese primer batallón de infantería permanente "Ligero de Querétaro" que los identificó y que está en resguardo de la legislatura local.

En 1862 Querétaro no tenía las características económicas que presenta actualmente y su población estatal oscilaba en los cien mil habitantes, pero fueron mil 200 queretanos los primeros mexicanos en enfrentar a los franceses que pretendían invadir al país.

El historiador Eduardo Rabel Urbiola recordó que unos años antes de la batalla de Puebla, en 1857, se promulgó la Constitución del país con Benito Juárez a la cabeza y empezó una etapa conocida como la gran década nacional, que fueron diez años de luchas y conflictos con cambios en los gobiernos, por lo que se buscaba establecer una economía firme y se decretó la suspensión de pago a los empréstitos extranjeros para sanear la economía interna y después atender las deudas.

Después de informar esta decisión a los países a los que México le debía, hubo tres potencias que manifestaron su inconformidad: Francia, Inglaterra y España, que formaron una triple alianza para exigir sus pagos y prepararon una embarcación armada como medio de presión.

“Al llegar acá, llegaron a Veracruz, algunos ya enfermos, Juárez envió a Manuel Doblado a conferenciar con ellos porque pretendían intervenir las aduanas para quedarse con todo lo que ingresara y dejar a México en situación más grave. Inglaterra y España se dieron cuenta de que no iban a obtener nada, que era mejor esperar. Francia dijo que venía por algo y no se iba a ir con las manos vacías, Inglaterra y España abandonaron el país, pero Francia avanzó sus tropas hacia Tehuacán”, expresó.

Ante el avance de Francia, Juárez envió cartas a los gobernadores para pedirles ayuda con fuerzas armadas, entre ellos, al General José María Arteaga de Querétaro. El estado contaba con un batallón, que nombró Hidalgo inicialmente, pero “era más bien una guerrilla en la Sierra, en parte para controlar salteadores y contrabandistas y frenar un poco al general Tomás Mejía que insistía en imponer un gobierno con la supremacía del clero y el catolicismo como religión oficial, así como fueros militares”.

Arteaga llamó entonces al Batallón Hidalgo y convocó a los queretanos a sumarse a esta fuerza. “La gente acude con lo que tiene, algunos tienen un fusil, un mosquete de la época de la independencia, otros llegaron con un sable, otros con un azadón o una lanza y se juntó mucha gente y es cuando forma lo que comúnmente conocemos como el Batallón Ligero”.

Lo que se conformó entonces, precisó el investigador, fue una fuerza de batallón ligera, que tiene una lanza como arma y un fusil, “lo más ligero para andar distancias rápido”, pero con toda la gente que respondió a la convocatoria, se formaron dos batallones de infantería y un escuadrón de caballería.

La bandera de este grupo tiene la leyenda Primero Querétaro, porque simbolizaba al primer batallón, pero se perdieron las banderas del segundo batallón y del escuadrón de caballería. Las banderas las bordaron mujeres queretanas de las que no queda registro alguno y se inició una capacitación breve para quienes acudirían a defender la patria.

“Es una bandera de guerra, por eso es una figura cuadrada. Se hicieron dos de ese tamaño porque eran dos batallones y una más pequeña para la caballería y el 10 de enero de 1862 en la plazuela de La Cruz se hizo la jura de bandera y el 15 o 20 de enero salen rumbo a Puebla, donde se estaban concentrando todas las fuerzas mexicanas. Mientras, el 25 de enero, Juárez publicó la ley mediante la que castigaría a todos los que apoyaran la intervención francesa”, declaró.

Aunque no avanzaron tan rápido como querían, las tropas queretanas llegaron en febrero a Puebla y se pusieron a las órdenes del general Ignacio Zaragoza. Se integran entonces tres divisiones dirigidas por Zaragoza, Arteaga y Porfirio Díaz para fortalecer a la ciudad ante la llegada de los franceses.

Arteaga propuso entonces que se hiciera una acción retardataria para evitar un avance rápido de las tropas francesas, mediante ataques en puntos antes de Puebla. Cuando los franceses llegaron, se encontraban cansados por la artillería que llevaban y mientras descansaban, recibieron el ataque de Arteaga, de manera que los queretanos fueron los primeros en combatir a las fuerzas de Francia.

“Se supone que sería algo breve, pero fue tal la respuesta de los franceses que no hubo más remedio que continuar la lucha y a las tres horas y media, cuando bajan los ánimos, una bala le atraviesa la pierna izquierda a Arteaga y le lastima tibia y peroné, muchos soldados se dan a la fuga e interviene Porfirio Díaz para rematar la lucha con los franceses y volver a Puebla. A Arteaga lo trasladan en una camilla improvisaba con una puerta y hasta ahí llega esa acción el 28 de abril de 1862”, relató.

Se tomó la decisión de mandar a Arteaga a la Ciudad de México para que lo atendieran y de las tres brigadas queretanas que se tenían, quedaron solamente dos, que se sumaron a otros combates contra los franceses en los puntos de defensa de Puebla. Los franceses no pudieron avanzar sino hasta recibir refuerzos para una última batalla el 13 de mayo de 1863.

“La bandera la toma el comandante Rómulo Bautista, queretano, cae acribillado y cuando los franceses tratan de apoderarse de la bandera, Anacleto Herrera la recoge y huye a la ciudad. La fuerza queretana ya estaba reducida a 20 y tantos hombres, porque en las luchas del 5 de mayo de 1862 y otras refriegas y en 1863, cuando se desatan las hostilidades por diferentes flancos, Querétaro hace varias salidas, siempre airoso, pero en la última defensiva de Puebla, quedan reducido los batallones, el de caballería ya había desaparecido por completo”, dijo.

Aunque había órdenes de quemar todas las banderas y reventar la artillería, Anacleto Herrera y Cairo ocultó la bandera en un punto de Puebla y cuando ingresan los franceses el 15 de mayo, lo tomaron prisionero, pero logró huir y recuperar la bandera de Querétaro en 1864, para entregarla al entonces gobernador José María Linares, quien decide protegerla en una caja de caoba y se mandó a Celaya hasta que Julio María Cervantes, nuevo gobernador queretano la recuperó.

A su regreso al estado, la bandera permaneció mucho tiempo en la oficina del gobernador hasta 1868 cuando se decidió dejar el lábaro en resguardo de la legislatura local.

El cronista auxiliar de Querétaro subrayó los valores que llevaron a los queretanos a sumarse a la defensa del territorio mexicano sin pedir recompensas. De los mil 200 queretanos que salieron en las tres brigadas, 500 en el batallón ligero, 500 en el de infantería y 200 en el de caballería, no regresó uno solo y muchos nombres se perdieron, pero hasta hoy se conserva viva la historia de quienes dieron su vida en la batalla de Puebla.


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