Casi no hay ventas en el Centro de Desarrollo Artesanal Indígena (CEDAI), ubicado en la calle de Allende, del Centro Histórico de la capital, porque la gente no lo conoce, de acuerdo con Macedonia Blas Flores, artesana indígena originaria de San Ildefonso Tultepec, en Amealco.

“Ahí casi no tenemos ventas, porque nos falta mucha promoción, publicidad más que nada porque está escondida esa casa, está grande. Adentro tenemos artesanías, pero la gente casi no entra porque está escondido y estamos hasta el fondo”, comentó.

La promotora de los derechos humanos quien fuera nominada al premio Nobel de la Paz en 2005, tiene seis años ofreciendo sus artesanías en esta casa artesanal, que hace tiempo reabrió sus puertas tras haber permanecido cerrada durante tres meses por la pandemia del Covid-19.

Señala que en esta casa han aguantado mucho, porque esperan que la situación mejore. Mientras no podía vender, comenta que a veces tenía pedidos de gente que ya la conoce, y así la fue pasando poco a poco.

Para ofrecer sus productos, ella viene de miércoles a domingo a la capital, y duerme en el albergue municipal porque no tiene para pagar otro espacio.

Con la esperanza de recuperar un poco de lo mucho que han perdido por más de un año de contingencia sanitaria, Macedonia participó en la feria artesanal que se instaló del 9 al 11 de abril en el Jardín Guerrero del primer cuadro de la ciudad.

Ahí expuso artesanías como muñecas de trapo, servilletas bordadas, cojines, blusas y faldas, que aprendió a bordar y a hacer por tradición y herencia familiar, y que ahora promueve entre sus hijos y nietos.

Sobre el problema del ambulantaje, consideró que no está bien andar sufriendo en el sol, pues no hay nada como tener un espacio y una sombrita donde vender; “aquí vendemos poquito pero estamos aquí protegidos, y no corremos riesgos de que se enojen los inspectores o la gente”.

Macedonia Blas tiene 74 años de edad y recién recibió su primera dosis de la vacuna contra el Covid-19. Dice que actualmente “se las está viendo duras” económicamente, porque tiene una hija con insuficiencia renal y tiene que solventar muchos gastos para atenderla.

“Sí me han ayudado también, para que voy a decir que no, me han apoyado mucho, pero desde los tiempos que empezó la pandemia pues ya no hay apoyo”, refirió la artesana, quien tambien ha dado algunas pláticas contra la violencia contra la mujer en línea, ante la pandemia.