No importa cuántas veces reporten un evento, cuántas veces sean tiradas las páginas de Instagram o reportados los grupos de WhatsApp, los jóvenes siguen haciendo más fiestas, no paran… es parte del show, como ellos lo llaman.
A partir de la pandemia por Covid-19 se multiplicaron los reportes de fiestas clandestinas a la policía. Hasta más de 2,000 jóvenes se han congregado en sitios como haciendas, terrenos o casas en fraccionamientos cerrados.
En estos lugares impera la venta de alcohol, cuando no hay “barra libre”. Las drogas, advierten, son "responsabilidad" de cada quien.
"Casi nunca hay ‘dealers’, cada quien lleva su propio ‘mugrero’ y ya si alguien pide, es su problema si le da o se lo vende. A veces sí se venden brownies de mota, pero no en todas las fiestas, lo que sí hay es mucho alcohol, luego te dejan meter tus pomos. Otras veces lo venden en la barra", comentó un joven que iba saliendo de una de las fiestas.
Reconocen que en la capital queretana han disminuido estas reuniones, pues los jóvenes buscan lugares alejados y de difícil acceso para no ser detectados, por lo que se han mudado a los municipios de Corregidora y El Marqués.
Según reportes policiacos, se han suspendido algunos eventos antes de comenzar y dispersado a los asistentes, en su gran mayoría jóvenes, varios de los cuales han tenido que ser canalizados a instituciones de salud por intoxicación alcohólica.