El ambiente de fiesta es contagioso, los gallos de papel estaban listos, cientos de lámparas iluminaban La Cañada, la virgen de los Dolores de Soriano estaba en la camioneta para abrir paso, realizan una oración, se explica la dinámica y parten.
En punto de las 7:40 de la noche partió la caravana, los tambores de los concheros, la música de las bandas de viento ensordecían el ambiente, en algunos tramos llevan acostado el gallo monumental de más de cinco metros de alto.
El gallo de monseñor Faustino Armendáriz Jiménez porta un solideo, todos se acercan a tomarse una foto con él, se respira un ambiente de nostalgia, en silencio sabe que se está despidiendo de esta diócesis que a lo largo de ocho años lo hizo partícipe de sus tradiciones.
Monseñor Martín Lara Becerril recuerda que la presencia del gallo es un símbolo de la tradición del pueblo que recuerda el anuncio del mensaje de la virgen en su advocación de los Dolores de Soriano.
“La noche se ilumina con el canto del gallo y eso es la indicación de la primera misa de la mañana, que anuncia el regocijo de la fiesta patronal y los gallos nos acompañan para darle a esta noche este sentido de fiesta patronal, este sentido de la presencia de Dios”.
Los concheros al frente danzan a lo largo de la avenida, los vecinos se asoman por las ventanas, los niños se emocionan al ver la noche iluminada, es una alegoría a la luz que la virgen trae a los queretanos.
