Hasta que el cuerpo aguante seguiré trabajando porque hay que pensar en un futuro, afirmó Francisco Escobar Reyes, albañil que desde hace 45 años se ha dedicado a edificar construcciones por todo Querétaro, oficio con el que sacó adelante a sus cuatro hijos y a pesar de las pesadas jornadas laborales de más de 10 horas diarias, lo ha llenado también de muchas satisfacciones.
Mientras echa la mezcla acompañado de su “chalán” de 15 años, don Francisco narra cómo inició en este oficio que advierte, tiene muchos riesgos, pero también satisfacciones ya que se trata de una actividad que le ha dado los recursos para llevar el pan a su casa.
Afirma que si bien la remuneración económica depende del tipo de obra, el tiempo y el trabajo que cada albañil realice, se trata de uno de los oficios más nobles ya que siempre habrá “chambitas” que le ayude a obtener algunos pesos para vivir.
“La obra es muy maravillosa porque es como si fuera un mecánico, que en cada esquina puede encontrar de qué vivir; aquí también cualquiera viene y te dice hazme un detalle y ahí tienes para vivir, esa es la situación, por ejemplo yo trabajo con la compañía pero ahorita me mandaron a hacer este detalle, como ahorita hay poco dinero pues trabajamos en lo que se puede”, refiere Escobar Reyes.
Recuerda que fue a los 16 años cuando se acercó a la albañilería, esto tras no tener otra opción a qué dedicarse, comenzó a escalar y conocer más el oficio y decidió especializarse en diferentes acabados para tener un mayor ingreso, ya que indica esto le permite mayores oportunidades y recursos; lo cual actualmente le permite ganar al menos dos mil 500 pesos a la semana.
Se casó a los 20 años relata, ya que al provenir de una familia muy humilde y ser el segundo de doce hermanos, lo llevó a independizarse de su familia para no darle más trabajo y dificultades a su madre, de ahí comenzó su especialización en la albañilería para ofrecer sus servicios y obtener mayores ingresos.
Es con este oficio que consiguió sacar adelante a sus cuatro hijos, dos de los cuales ahora son ingenieros y trabajan en la misma empresa constructora que él, así como dos mujeres que optaron por estudiar para secretaria y estilista; satisfacción que a sus 61 años no le quitan las ganas de seguir adelante “mientras el cuerpo aguante”.
“Ahora sí que hay que pensar en un futuro, ya mis hijos están grandes pero necesito tener con qué vivir más después cuando ya no pueda directamente trabajar”, añade.
Don Pancho, como le dice su chalán, reconoce que es una profesión dura, que implica mucho riesgo y que en los 45 años de labor no le ha pasado algo de consideración esto a pesar de que ha estado en construcciones de más de 45 pisos de altura enfrentándose a fenómenos naturales.
“El ser albañil es una situación complicada y riesgosa, en este tipo de trabajo que es poca altura también hay riesgo, no se diga en una altura, yo he trabajado en edificios de 45 pisos, por ejemplo en el temblor del 85 yo estaba en un edificio que se llama Torres Palma en México de 45 pisos y es una cosa que es un riesgo de una magnitud muy grande, pero aquí para morir hasta de un tropezón te mueres, y nunca me ha pasado nada”, afirma Francisco Escobar.
Ante tanto riesgo señala que siempre ha contado con algún tipo de seguridad social que avala la labor que realiza, y si bien no en todas las obras ocurre, es obligación de los “patrones” responder en caso de algún accidente que pueda ocurrir en el interior de la construcción.
Por último, Francisco Escobar Reyes comenta que su trabajo en Querétaro es de más de 30 años, al tener la oportunidad de participar de la construcción de colonias como El Rocío y El Tintero, algo que lo llena de mucho orgullo y le da pie para seguir trabajando.
