La colonia Álamos, actualmente una de las zonas residenciales más exclusivas de Querétaro, tiene un pasado fascinante que pocos conocen. Originalmente conocida como La Laborcilla, esta área fue una vez un conjunto de pequeñas comunidades agrícolas especializadas en diferentes actividades.
Jaime Zúñiga Burgos, cronista del estado de Querétaro, explicó que la zona de La Laborcilla estaba rodeada de haciendas como Bolaños, Peñuelas, Carretas, Callejas y San Isidro. Este terreno, ubicado entre estas grandes propiedades, fue el sitio donde posteriormente se desarrollaría la colonia Álamos, convirtiéndose en una alternativa residencial al exclusivo Club Campestre.
"Rodeada de varias ex-haciendas estaba enclavado este terreno y le llamaron La Laborcilla porque habitualmente a algunas pequeñas comunidades les llamaba "labores", que eran, por ejemplo, las labores de la siembra. Algunos de los ranchos cercanos, ahí se especializaban en alguna cosa en concreto, por ejemplo, tenían los chivos o las vacas en tal labor y La Laborcilla en diminutivo es porque era una parte enclavada en medio de todas estas haciendas".
El territorio que hoy ocupa las tres secciones de Álamos perteneció inicialmente a María Rivera, un funcionario del ayuntamiento de Querétaro. Su hijo, un otorrinolaringólogo llamado José María Rivera Guerrero, heredó la mayor parte de La Laborcilla. Al respecto, Zúñiga Burgos explicó que, a finales de los años sesenta, durante el gobierno de Manuel González Cosío, Rivera vendió estas tierras al grupo ICA, liderado por el ingeniero Bernardo Quintana Arrioja, marcando el comienzo de la industrialización de Querétaro.
"La Laborcilla era entonces un lugar de cultivo con restos de una antigua hacienda. En los años cincuenta y sesenta, la gente iba los fines de semana a bañarse o lavar ropa en los pozos, y aprovechaban las cosechas de elotes y jícamas. Todo cambió cuando ICA comenzó a desarrollar la zona con industrias, como Industrias del Hierro, y fraccionamientos habitacionales".
Uno de los episodios más notorios en la historia de Álamos es el crimen de Cleto Pacheco, un taxista que en 1957 fue asesinado por un compañero que envidiaba su nuevo carro, un Ford modelo 57, a decir del cronista. "El cuerpo de Cleto fue encontrado enterrado en Álamos, y este trágico suceso atrajo mucha atención hacia la zona. El sepelio fue masivo, con muchos taxistas de Querétaro presentes, algo inusual para la tranquila ciudad de entonces. Ahí se hizo famoso Álamos".
Con el tiempo, los desarrollos urbanísticos transformaron completamente la zona. Se Construyó boulevard Bernardo Quintana y surgieron restaurantes y otros comercios durante los años setenta y ochenta. La modernización continuó con la llegada de Plaza Boulevares y diversos fraccionamientos residenciales. Esta vialidad detonó el crecimiento de la zona hasta darle forma a lo que es hoy.
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A pesar de estos desafíos, la colonia Álamos logró consolidarse como una zona de alto estatus. "Álamos 1 se equiparaba en lujo y costos a El Campestre, aunque con el tiempo el Club Campestre recibió más inversiones y desarrollo. Álamos 2 y 3 se convirtieron en el hogar de la clase media que buscaba salir del centro de la ciudad y disfrutar de la modernidad".
Hoy, la colonia Álamos es un testimonio de la evolución de Querétaro, desde sus raíces agrícolas hasta convertirse en un vibrante centro urbano. Las historias y transformaciones que han ocurrido en esta área reflejan el crecimiento y los cambios que ha experimentado la ciudad a lo largo de las décadas, que a decir del cronista queretano, son importantes conocer, principalmente para aquellos nuevos residentes que se interesen por la riqueza histórica de cada parte de esta ciudad.