/ viernes 19 de octubre de 2018

La guerrera que no se rinde

Hace 12 años el sufrimiento, el dolor, la tristeza y la impotencia irrumpieron bruscamente en la vida de Karina Castro de Domínguez, presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Querétaro, luego de haber sido diagnosticada con diferentes nódulos en sus senos y fuera perdiendo parte de ellos, hasta que finalmente fue sometida a una mastectomía.

La sospecha de cáncer de mama, entró por la puerta sin pedir permiso, como suele presentarse esta enfermedad, sorpresivamente y en el momento más inesperado.

“Perdí los senos hace 12 años, me realicé una mastectomía bilateral radical por diferentes nódulos que estaba presentando, perdí la mitad del seno derecho, después perdí la mitad del seno izquierdo, volví a presentar nódulos…después de un año me tuvieron que volver a someter para quitar un cuarto de seno del lado izquierdo y del lado derecho y cuando finalmente perdí la batalla, fue cuando mi oncólogo me dijo, es mejor vaciarte y llegar hasta la cola de la mama”

Sus senos fueron extirpados y los nódulos enviados a patología para su análisis, recuerda que la espera de los resultados fue pesada, pero nada comparado cuando su oncólogo decidió presentarle a la nueva Karina.

“Cuando tuve que vencer el miedo de quitarme las vendas, de quitarme los parches, de verme mutilada…fue tan fuerte el shock que me desmayé”

¿Cómo expresar esos instantes en que el dolor llenaba toda la capacidad de su alma? ¿Qué palabras podían darle algún consuelo? ¿Qué hacer en medio de tan grande realidad, cuando la adversidad descubría de repente su impotencia y su nada?

“Recuerdo haber escuchado a Francisco decir: mamita no quiero que estés triste, tú eres bonita con senos o sin senos. Y lo único que yo les puedo decir es que mi mayor batalla fue el día que me tuve que meter a bañar porque no soporté y no pude tolerarme al verme de frente a un espejo, me caí, me vencí y lloré”

Durante un año en su casa no hubo espejos y las horas más largas de su vida eran el momento de la ducha.

“Me tenía que bañar viendo para arriba, no podía verme mutilada, me cansé, me caí, me deshice”

Después de año y medio se sometió a una cirugía reconstructiva de senos y poco a poco, con la ayuda de sus padres, familiares e hijos comenzó a ver que detrás de esa mujer frágil -solo en apariencia- había una mujer fuerte, serena, segura y confiada en lo único que parecía tener sentido; la certeza de la fe y el amor a la vida.

“Fue aprender a quererme, fue aprender a respetarme como mujer, fue empezar a entender que Karina Castro no era un par de senos, que Karina Castro era una mujer guerrera, era una mujer de fortaleza…Creo que cuando uno se cae hasta lo más profundo del pozo, cuando llora y se auto lacera, es ahí cuando encontramos el verdadero poder”

“Todos los días de mi vida lidio con mis cicatrices y cada cicatriz me recuerda que estoy viva!

Por ello a quienes continúan su lucha contra el cáncer de mama les dice:

“Hoy es el momento de que cada una de ustedes se reconstruya, no somos cabello, no somos pestañas, no somos cejas, no somos senos señoras, somos mujeres, somos guerreras y somos luchadoras”

Y aunque llegar a este estado emocional y de aceptación no ha sido un camino fácil, en su andar logró encontrar en su interior una versión nueva de ella misma, para reconstruirse, sentirse completa y celebrar que está viva.

“Por cada momento lleno de miedo y devastación hay un momento de triunfo, un tratamiento exitoso, una historia con un buen final y un recordatorio de que el amor y el apoyo es todo lo que necesitamos”


Hace 12 años el sufrimiento, el dolor, la tristeza y la impotencia irrumpieron bruscamente en la vida de Karina Castro de Domínguez, presidenta del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Querétaro, luego de haber sido diagnosticada con diferentes nódulos en sus senos y fuera perdiendo parte de ellos, hasta que finalmente fue sometida a una mastectomía.

La sospecha de cáncer de mama, entró por la puerta sin pedir permiso, como suele presentarse esta enfermedad, sorpresivamente y en el momento más inesperado.

“Perdí los senos hace 12 años, me realicé una mastectomía bilateral radical por diferentes nódulos que estaba presentando, perdí la mitad del seno derecho, después perdí la mitad del seno izquierdo, volví a presentar nódulos…después de un año me tuvieron que volver a someter para quitar un cuarto de seno del lado izquierdo y del lado derecho y cuando finalmente perdí la batalla, fue cuando mi oncólogo me dijo, es mejor vaciarte y llegar hasta la cola de la mama”

Sus senos fueron extirpados y los nódulos enviados a patología para su análisis, recuerda que la espera de los resultados fue pesada, pero nada comparado cuando su oncólogo decidió presentarle a la nueva Karina.

“Cuando tuve que vencer el miedo de quitarme las vendas, de quitarme los parches, de verme mutilada…fue tan fuerte el shock que me desmayé”

¿Cómo expresar esos instantes en que el dolor llenaba toda la capacidad de su alma? ¿Qué palabras podían darle algún consuelo? ¿Qué hacer en medio de tan grande realidad, cuando la adversidad descubría de repente su impotencia y su nada?

“Recuerdo haber escuchado a Francisco decir: mamita no quiero que estés triste, tú eres bonita con senos o sin senos. Y lo único que yo les puedo decir es que mi mayor batalla fue el día que me tuve que meter a bañar porque no soporté y no pude tolerarme al verme de frente a un espejo, me caí, me vencí y lloré”

Durante un año en su casa no hubo espejos y las horas más largas de su vida eran el momento de la ducha.

“Me tenía que bañar viendo para arriba, no podía verme mutilada, me cansé, me caí, me deshice”

Después de año y medio se sometió a una cirugía reconstructiva de senos y poco a poco, con la ayuda de sus padres, familiares e hijos comenzó a ver que detrás de esa mujer frágil -solo en apariencia- había una mujer fuerte, serena, segura y confiada en lo único que parecía tener sentido; la certeza de la fe y el amor a la vida.

“Fue aprender a quererme, fue aprender a respetarme como mujer, fue empezar a entender que Karina Castro no era un par de senos, que Karina Castro era una mujer guerrera, era una mujer de fortaleza…Creo que cuando uno se cae hasta lo más profundo del pozo, cuando llora y se auto lacera, es ahí cuando encontramos el verdadero poder”

“Todos los días de mi vida lidio con mis cicatrices y cada cicatriz me recuerda que estoy viva!

Por ello a quienes continúan su lucha contra el cáncer de mama les dice:

“Hoy es el momento de que cada una de ustedes se reconstruya, no somos cabello, no somos pestañas, no somos cejas, no somos senos señoras, somos mujeres, somos guerreras y somos luchadoras”

Y aunque llegar a este estado emocional y de aceptación no ha sido un camino fácil, en su andar logró encontrar en su interior una versión nueva de ella misma, para reconstruirse, sentirse completa y celebrar que está viva.

“Por cada momento lleno de miedo y devastación hay un momento de triunfo, un tratamiento exitoso, una historia con un buen final y un recordatorio de que el amor y el apoyo es todo lo que necesitamos”


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