(Tercera Parte)
Lo sigo amando con todo mi corazón
En el aislado 3 A1 del tercer piso del Hospital de IMSS, encamada, sedada y amarrada de pies y manos, se le tomó la primera declaración a Claudia Mijangos Arzac; a las 11:30 horas del 27 de abril de 1989, tres días después de que asesinara a puñaladas a sus tres hijos.
Ahí Claudia declaró tener 33 años de edad, ser mexicana, católica, con una carrera en comercio terminada, divorciada de Alfredo Castaños Gutiérrez, originaria de Mazatlán, Sinaloa, de ocupación comerciante y estar “profundamente” enamorada de un sacerdote que daba clases en el colegio de sus niños.
Mijangos Arzac, señaló ante la Agente del Ministerio Público, Sara Feregrino Feregrino, que la noche del domingo 23 de abril, su ex esposo Alfredo, le devolvió a los menores, después de que se los había llevado a una kermes del Fray Luis de León.
De su declaración se deriva que Alfredo estuvo un buen rato platicando con ella “pero como no sienten ni piensan igual comenzaron a discutir, razón de que él es muy celoso y que aunque están divorciados quiere que vuelvan a formar una familia y como ella no aceptó quería él llevarse a los niños, diciéndole que estaba loca, que se imaginaba y pensaba cosas que no debía, porque no debía enamorarse de un sacerdote, ya que hace tiempo estaba enamorada de uno y él estaba celoso y se enojó y dijo que eso no estaba bien, por lo que dejó de ver al sacerdote”, como consta en el expediente de los archivos judiciales del caso en la Ciudad de México.
Alfredo se puso muy molesto, a decir de la mujer, porque ella le confesó que seguía enamorada del sacerdote, a lo que el ex esposo contestó que “estaba loca” y la amenazó diciéndole que se iba a arrepentir por lo que ella procedió a cerrar la casa por dentro.
Afirmó Claudia Mijangos Arzac que subió a darles la bendición a sus niños y se quedó dormida. Lo siguiente que recuerda es que se despertó a la mañana siguiente a escuchar que le tocaban la puerta y salió a abrir. Era su amiga Verónica, de quien no recuerda que fue lo que le dijo, porque nada más se percató de que salió corriendo. Después comentó, llegaron a la casa “unos señores a quienes no conoce y la sacaron llevándosela al sitio donde ahora se encuentra”, que era precisamente el hospital del Seguro Social.
Claudia Mijangos Arzac manifestó que ella daba clases de moral alos grupos cuartos y segundos y ahí conoció a Ramón, el sacerdote con el que admitió, nunca llegaron mas que a darse un beso. “Sin embargo, lo sigo amando con todo mi corazón”, reveló Mijangos Arzacm quien días después afirmaría que el padre Ramón y otro sacerdote, Rigoberto, “la trabajaban con la mente” porque querían cambiar su forma de pensar y actuar.
“El padre Ramón me hablaba telepáticamente, el influyó para que me divorciara, pero como mi madre era un freno moral para que me uniera a él, el padre Ramón con maleficios mató a mi madre, como me sigue trabajando mentalmente para poseerme y también mi marido quiere regresar conmigo y me trabaja mentalmente, fue tanta la presión que me descontrolé el día ese”, es decir, el 24 de abril.
Claudia Mijangos manifestó que ya hacía varios días que venía escuchando cosas raras, pero no se lo quiso comentar a su ex esposo, porque él siempre la calificó de loca.
El 26 de febrero, el juez Primero de Primera Instancia Penal de la capital queretana, Arturo González de Cosío declaró la inimputabilidad de Claudia Mijangos Arzac, en virtud de que se acreditó que padecía un trastorno mental orgánico -epilepsia del lóbulo temporal- acompañado de una perturbación de lapersonalidad -tipo paranoide- por lo que se suspendió el procedimiento penal ordinario y ase acordó aplicar una medida de seguridad de 30 años, por el triple filicidio, la pena máxima contemplada en esa época.
Continuará…