/ domingo 25 de octubre de 2020

La Mirada de Miriam Martínez|Los libros de texto gratuito como una ilusión de la normalidad

Es común decir que la pandemia causada por el SARS-Cov 2 ha transformado la vida social a escala global

Es común decir que la pandemia causada por el SARS-Cov 2 ha transformado la vida social a escala global, así como también lo es señalar a la educación escolarizada como uno de los campos más afectados del tejido social. Tanto educadores como expertos prevén cambios radicales en las prácticas, los agentes, los medios, los escenarios y el contenido de la escuela, con la certeza de que nada será igual.

En medio de innumerables incertidumbres acerca de si la enseñanza será presencial, en línea, por televisión o híbrida o cómo se harán las evaluaciones; los libros de texto gratuito son un referente inevitable pues son una ventana de ayuda para las familias, especialmente las que habitan en las comunidades.

Atongo es una comunidad que se encuentra a 40 kilómetros del centro histórico de Querétaro. Su primaria concentra 292 alumnos en el turno matutino, de los cuales 5 no tienen acceso a ningún dispositivo móvil. Hasta antes de la pandemia los habitantes no tenían manera de comunicarse, los datos no servían de nada pues no había señal. Fue a partir de esta que les pusieron una antena en donde funciona sólo una compañía telefónica.

La realidad actual educativa marca que se debe adquirir un teléfono (mínimo) para que un niño pueda comunicarse a las actividades con sus maestros. Rocío Pérez, directora de la primaria refiere que en Atongo, siendo una comunidad, no todas las familias tienen un hijo, fácil tienen dos o tres. Así que ese papá tiene que repartir ese teléfono entre todos porque es difícil brindar uno para cada quien.

Los papás en Atongo meten prepagos de 50 o 100 pesos a sus dispositivos. “Si a un maestro se le ocurre mandar un enlace de Youtube, olvídate, ahí se consumen todos sus datos. Debemos ser muy conscientes de lo que vamos a mandar y buscar la manera de que gasten lo menos posible” comenta la maestra Rocío. Ellos mandan sus tareas vía Whatsapp y por ese medio mandan audios, textos o vídeos caseros para poder explicarles. En el caso de los que no tienen la posibilidad de comunicarse, el maestro acude de manera presencial a su domicilio en el que trabajan las actividades de manera calendarizada.

Casi un mes y medio después de haber iniciado clases les han llegado los libros y útiles escolares. Los papás acuden por ellos pues les significan ayuda en su economía. Yenisel Arredondo es mamá de 4, uno en bachiller, uno en secundaria y dos en primaria. “Mis hijos toman clases por el celular y de igual manera mandan sus tareas. Yo no tengo la posibilidad de comprarle a cada uno, la tele es la que nos ha estado ayudando. Comenta que había estado reutilizando libros y cuadernos en este ciclo escolar pues esperaba la llegada de los nuevos materiales.

“El que tengamos conexión, internet, dispositivos y si el gobierno nos puede dar algo más, es lo que marcará el cambio pues el futuro es ahora, cuando regresemos a la escuela tendremos qué cambiar muchas practicas como docentes, ya no nos podemos quedar con un libro de papel para llenar. Tendremos que trabajar con herramientas digitales, en un aula invertida, las escuelas tendrán que tener estos accesos a internet. Si los niños ya saben trabajar de manera digital, cuando vengan a la escuela pondrán en practica lo que se está aprendiendo ahora”, finalizó.

Es común decir que la pandemia causada por el SARS-Cov 2 ha transformado la vida social a escala global, así como también lo es señalar a la educación escolarizada como uno de los campos más afectados del tejido social. Tanto educadores como expertos prevén cambios radicales en las prácticas, los agentes, los medios, los escenarios y el contenido de la escuela, con la certeza de que nada será igual.

En medio de innumerables incertidumbres acerca de si la enseñanza será presencial, en línea, por televisión o híbrida o cómo se harán las evaluaciones; los libros de texto gratuito son un referente inevitable pues son una ventana de ayuda para las familias, especialmente las que habitan en las comunidades.

Atongo es una comunidad que se encuentra a 40 kilómetros del centro histórico de Querétaro. Su primaria concentra 292 alumnos en el turno matutino, de los cuales 5 no tienen acceso a ningún dispositivo móvil. Hasta antes de la pandemia los habitantes no tenían manera de comunicarse, los datos no servían de nada pues no había señal. Fue a partir de esta que les pusieron una antena en donde funciona sólo una compañía telefónica.

La realidad actual educativa marca que se debe adquirir un teléfono (mínimo) para que un niño pueda comunicarse a las actividades con sus maestros. Rocío Pérez, directora de la primaria refiere que en Atongo, siendo una comunidad, no todas las familias tienen un hijo, fácil tienen dos o tres. Así que ese papá tiene que repartir ese teléfono entre todos porque es difícil brindar uno para cada quien.

Los papás en Atongo meten prepagos de 50 o 100 pesos a sus dispositivos. “Si a un maestro se le ocurre mandar un enlace de Youtube, olvídate, ahí se consumen todos sus datos. Debemos ser muy conscientes de lo que vamos a mandar y buscar la manera de que gasten lo menos posible” comenta la maestra Rocío. Ellos mandan sus tareas vía Whatsapp y por ese medio mandan audios, textos o vídeos caseros para poder explicarles. En el caso de los que no tienen la posibilidad de comunicarse, el maestro acude de manera presencial a su domicilio en el que trabajan las actividades de manera calendarizada.

Casi un mes y medio después de haber iniciado clases les han llegado los libros y útiles escolares. Los papás acuden por ellos pues les significan ayuda en su economía. Yenisel Arredondo es mamá de 4, uno en bachiller, uno en secundaria y dos en primaria. “Mis hijos toman clases por el celular y de igual manera mandan sus tareas. Yo no tengo la posibilidad de comprarle a cada uno, la tele es la que nos ha estado ayudando. Comenta que había estado reutilizando libros y cuadernos en este ciclo escolar pues esperaba la llegada de los nuevos materiales.

“El que tengamos conexión, internet, dispositivos y si el gobierno nos puede dar algo más, es lo que marcará el cambio pues el futuro es ahora, cuando regresemos a la escuela tendremos qué cambiar muchas practicas como docentes, ya no nos podemos quedar con un libro de papel para llenar. Tendremos que trabajar con herramientas digitales, en un aula invertida, las escuelas tendrán que tener estos accesos a internet. Si los niños ya saben trabajar de manera digital, cuando vengan a la escuela pondrán en practica lo que se está aprendiendo ahora”, finalizó.

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