/ domingo 8 de mayo de 2022

La mirada de Yolanda Longino | Mamá sin fronteras

La primera vez que Guadalupe se fue para Estados Unidos, la llevaron por la sierra caminado durante seis días para poder llegar a su destino que era Misuri

“Que madre no va a querer que sus hijos sean felices, darles lo que más ella pueda, eso es algo increíble, maravilloso que cualquier madre lo haría sin importarle nada, si perdiera su vida igual no importaría, sin sus hijos no es uno nada, yo por ellas soy capaz de todo, ellas son sagradas, el tesoro más grande que Dios me dio en la vida y que hasta el día que me muera voy a estar para ellas”, expresó con nostalgia y determinación Guadalupe Soto Vega, quien emigró ilegalmente a los Estados Unidos a la edad de 23 años, para sacar a sus hijas adelante, siendo madre soltera y dejando atrás a sus padres e hijas, teniendo como único objetivo brindarles una mejor calidad de vida y un hogar.

Guadalupe es originaria del municipio de Huimilpan, decidió irse a los Estados Unidos, debido a que en México su sueldo era de 130 pesos semanales, siendo insuficiente para mantener a sus dos hijas, una de nueve meses de edad y otra de tres años y medio:

“el irme y dejar a mis hijas fue algo muy difícil, un sentimiento muy grande a pesar de que sabia se quedaban con mis padres, el dejarlas fue muy duro, pero sabía que así tenían que ser las cosas, irme a trabajar y tener un patrimonio para ellas, porque no tenía una casa donde vivir, me fui para hacer un cuartito, para empezar desde abajo, no me quedó de otra que irme caminado, es triste pero no me da miedo el camino”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

La primera vez que se fue para Estados Unidos la llevaron por la sierra, caminado durante seis días para poder llegar a su destino que era Misuri, siendo la única mujer en el grupo, recuerda como migración los persiguió y lograron escapar, esperando 8 horas para que los recogieran y llevaran a su destino, ya no llevaban comida, únicamente agua, y estaba deshidratada, al llegar a Misuri esperó cinco días para recuperase e inmediatamente empezar a trabajar en una empacadora de huevo. Con una sonrisa recuerda la alegría que sintió al haber llegado al país del sueño americano, donde todo se hace realidad, donde los sueños se cumplen, donde la vida es difícil y todo es posible.

Nueve veces fueron las que cruzó ilegalmente a Estados Unidos, incluso en una ocasión recuerda como el pollero las abandonó a ella y a su hermana y a más compañeros en la sierra, ya que se entregó a migración:

“se entregó y nos dejó solas, me acuerdo que en ese tiempo yo me lleve a mi hermana para que me acompañara y las dos nos hincamos a media sierra a pedirle a Dios nuestro señor que nos ayudara, para que pudiéramos llegar a donde íbamos, en cada salida me encomendaba a Dios nuestro señor. En el camino se batalla de agua, el río se puede cruzar caminando, nadando o en lancha, hay que tenerle respeto, porque es peligroso y en un descuido puedes perder la vida”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

El ser mujer e irse con polleros y que la mayoría de sus acompañantes fueran hombres, para ella no represento una amenaza, dado que siempre la respetaron e incluso la admiraban porque tenía mucha valentía, determinación y resistencia incluso más que la de ellos. Le ha pasado de todo en el camino, desde no tener que comer hasta ser perseguida por jabalíes. Las provisiones que llevan para su caminata en la sierra o desierto es comida empaquetada o enlatada, agua, sueros, medicamentos por si se enferman, básicamente cosas que no se echen a perder y puedan mantenerse en buen estado, ya que las condiciones climáticas a las que se enfrentan son muy variables.

“Los años que estuve en Misuri trabajaba un tiempo y regresaba a México, les mandaba dinero a mis hijas, agradezco mucho a mis padres su apoyo por haberme ayudado con ellas. Trabajaba los siete días de la semana sin ver la luz del día, no había otra opción, trabajaba de 6 a 12 de la noche, siendo mi motivación mis hijas, Dios me ha ayudado mucho le he echado muchas ganas”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

“A las madres solteras yo les diría que luchen por sus hijos, los hijos son lo más grande e importante que tenemos en la vida, que le echen ganas y trabajen por ellos, que no les importe si hay peligro para poder sacarlos adelante, uno por los hijos da la vida entera. Yo me siento orgullosa porque las saque adelante, les hice su casa, me siento contenta porque siempre estuve al pendiente de ellas, en las buenas y en las malas, y cuando me necesitaban me regresaba a México a pesar de que sabia que el regresar a Estados Unidos sería difícil, ellas son y serán lo más importante para mí, ya son grandes, ya hasta tengo otro hijo y nietos, soy muy feliz. Me iría nuevamente porque mi hijo está en USA, me necesita, pero se canceló todo, como te dije el camino no me da miedo, me gustan las aventuras y por mis hijos haría lo que fuera”.

“Que madre no va a querer que sus hijos sean felices, darles lo que más ella pueda, eso es algo increíble, maravilloso que cualquier madre lo haría sin importarle nada, si perdiera su vida igual no importaría, sin sus hijos no es uno nada, yo por ellas soy capaz de todo, ellas son sagradas, el tesoro más grande que Dios me dio en la vida y que hasta el día que me muera voy a estar para ellas”, expresó con nostalgia y determinación Guadalupe Soto Vega, quien emigró ilegalmente a los Estados Unidos a la edad de 23 años, para sacar a sus hijas adelante, siendo madre soltera y dejando atrás a sus padres e hijas, teniendo como único objetivo brindarles una mejor calidad de vida y un hogar.

Guadalupe es originaria del municipio de Huimilpan, decidió irse a los Estados Unidos, debido a que en México su sueldo era de 130 pesos semanales, siendo insuficiente para mantener a sus dos hijas, una de nueve meses de edad y otra de tres años y medio:

“el irme y dejar a mis hijas fue algo muy difícil, un sentimiento muy grande a pesar de que sabia se quedaban con mis padres, el dejarlas fue muy duro, pero sabía que así tenían que ser las cosas, irme a trabajar y tener un patrimonio para ellas, porque no tenía una casa donde vivir, me fui para hacer un cuartito, para empezar desde abajo, no me quedó de otra que irme caminado, es triste pero no me da miedo el camino”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

La primera vez que se fue para Estados Unidos la llevaron por la sierra, caminado durante seis días para poder llegar a su destino que era Misuri, siendo la única mujer en el grupo, recuerda como migración los persiguió y lograron escapar, esperando 8 horas para que los recogieran y llevaran a su destino, ya no llevaban comida, únicamente agua, y estaba deshidratada, al llegar a Misuri esperó cinco días para recuperase e inmediatamente empezar a trabajar en una empacadora de huevo. Con una sonrisa recuerda la alegría que sintió al haber llegado al país del sueño americano, donde todo se hace realidad, donde los sueños se cumplen, donde la vida es difícil y todo es posible.

Nueve veces fueron las que cruzó ilegalmente a Estados Unidos, incluso en una ocasión recuerda como el pollero las abandonó a ella y a su hermana y a más compañeros en la sierra, ya que se entregó a migración:

“se entregó y nos dejó solas, me acuerdo que en ese tiempo yo me lleve a mi hermana para que me acompañara y las dos nos hincamos a media sierra a pedirle a Dios nuestro señor que nos ayudara, para que pudiéramos llegar a donde íbamos, en cada salida me encomendaba a Dios nuestro señor. En el camino se batalla de agua, el río se puede cruzar caminando, nadando o en lancha, hay que tenerle respeto, porque es peligroso y en un descuido puedes perder la vida”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

El ser mujer e irse con polleros y que la mayoría de sus acompañantes fueran hombres, para ella no represento una amenaza, dado que siempre la respetaron e incluso la admiraban porque tenía mucha valentía, determinación y resistencia incluso más que la de ellos. Le ha pasado de todo en el camino, desde no tener que comer hasta ser perseguida por jabalíes. Las provisiones que llevan para su caminata en la sierra o desierto es comida empaquetada o enlatada, agua, sueros, medicamentos por si se enferman, básicamente cosas que no se echen a perder y puedan mantenerse en buen estado, ya que las condiciones climáticas a las que se enfrentan son muy variables.

“Los años que estuve en Misuri trabajaba un tiempo y regresaba a México, les mandaba dinero a mis hijas, agradezco mucho a mis padres su apoyo por haberme ayudado con ellas. Trabajaba los siete días de la semana sin ver la luz del día, no había otra opción, trabajaba de 6 a 12 de la noche, siendo mi motivación mis hijas, Dios me ha ayudado mucho le he echado muchas ganas”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

“A las madres solteras yo les diría que luchen por sus hijos, los hijos son lo más grande e importante que tenemos en la vida, que le echen ganas y trabajen por ellos, que no les importe si hay peligro para poder sacarlos adelante, uno por los hijos da la vida entera. Yo me siento orgullosa porque las saque adelante, les hice su casa, me siento contenta porque siempre estuve al pendiente de ellas, en las buenas y en las malas, y cuando me necesitaban me regresaba a México a pesar de que sabia que el regresar a Estados Unidos sería difícil, ellas son y serán lo más importante para mí, ya son grandes, ya hasta tengo otro hijo y nietos, soy muy feliz. Me iría nuevamente porque mi hijo está en USA, me necesita, pero se canceló todo, como te dije el camino no me da miedo, me gustan las aventuras y por mis hijos haría lo que fuera”.

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