/ jueves 10 de mayo de 2018

Maternidad y esperanza dentro del penal femenil

Mi mayor bendición ser madre, mi peor error, relacionarme con personas que me cambiaron la vida, reflexiona Estela, joven madre recluida en el Centro de Reinserción Social Femenil del Estado de Querétaro desde hace once meses.

Estela tiene 22 años de edad y es originaria del municipio de Amealco de Bonfil, pueblo famoso por la producción de muñecas de tela, de donde emigró hace más de cuatro años para buscar trabajo.

Cuando llegó a la capital del estado se dedicó a cuidar niños para ganar un poco de dinero, y más tarde, encontró una oportunidad de trabajo en un estudio de fotografía, donde tomó fotos y videos durante año y medio.

Hoy es una de las 108 internas que se encuentra recluidas en el Cereso Femenil de San José el Alto, de las cuales tres son madres. A este lugar llegó con un mes y medio de embarazo y se encuentra en proceso por un delito considerado como grave.

A pesar de las circunstancias que hoy enfrenta, Estela considera que estar en este lugar no es tan malo como lo ve mucha gente, al contrario, es un espacio donde tiene todo para seguir adelante.

“Es complicado, porque estar en una reinserción social mucha gente se asusta con el simple nombre, pero la verdad aquí estamos muy bien, tenemos todo prácticamente para seguir adelante y no dejarnos caer. Aquí podemos cambiar muchas cosas”.

A ello, se suma la llegada de su primera y única bebé –porque no piensa tener más-, una pequeña de tres meses y medio, que considera el mayor regalo de la vida y su principal motor que le impulsa a continuar luchando.

“Su llegada fue algo especial para mí porque ya no estoy sola, tengo alguien por quien lucha y por quien salir adelante. Es el motor de vida, que me dice que no tengo que dejarme caer”.

Convertirse en madre en este momento de su vida ha sido complicado, no obstante busca la manera de que esto no le afecte a ella ni a la bebé, “entonces estoy buscando el apoyo de los psicólogos en esa parte”.

“A pesar de que estamos en un Centro de reinserción social, me la he llevado tranquila, tenemos apoyos psicológico y talleres que nos pueden apoyar con llevar nuestra estancia aquí, para que nuestra estancia sea más tranquila”.

Actualmente Estela goza de la maternidad y la oportunidad de cuidar y atender a su hija, y aunque las normas establecen que a los 4 años la pequeña tendrá que dejar este lugar, ella mantiene la esperanza de no tener que sacarla de aquí.

La pareja de Estela también se encuentra recluido en el Centro de Reinserción Social Varonil, con quien mantiene comunicación solo a través de cartas. Es hija de una familia numerosa -con ella suman en total 12 hermanos- que en su mayoría la apoyan.

En el interior practica voleibol y trabaja realizando bisutería, oficio que aprendió desde antes de ingresar a este lugar y gracias al cual adquiere las cosas más necesarias para su estancia y un poco más para ahorro.

La joven madre solo estudió la secundaria, pero tiene la ilusión de estudiar la preparatoria y posteriormente la carrera de Derecho, para con ello tener las herramientas necesarias para lograr un futuro mejor.

“Ahorita estoy buscando una manera de prepararme para salir afuera, para estar preparada por todas las situaciones que se puedan presentar, y estar buscando la manera de superarme, tanto para mi futuro como para el futuro de la niña”.

Este 10 de mayo, Estela no espera festejos, el hecho de convertirse en madre la hace feliz. “Ser mamá, es algo muy especial, porque es el motor de vida que me dice que no tengo que dejarme caer, algo para salir adelante. Ella es mi mayor felicidad y mi mayor regalo”.

De ser posible y de poder cambiar el pasado, Estela hubiera procurado tener más cuidado con las personas que se relaciona, y en su momento evitar esta experiencia que hoy le tocó vivir.

En enero de este año, la Asociación Americana de Correccionales (ACA) certificó al centro penitenciario femenil del estado, y al Centro de Internamiento y Ejecución de Medidas para Adolescentes, en febrero del 2017.

Mi mayor bendición ser madre, mi peor error, relacionarme con personas que me cambiaron la vida, reflexiona Estela, joven madre recluida en el Centro de Reinserción Social Femenil del Estado de Querétaro desde hace once meses.

Estela tiene 22 años de edad y es originaria del municipio de Amealco de Bonfil, pueblo famoso por la producción de muñecas de tela, de donde emigró hace más de cuatro años para buscar trabajo.

Cuando llegó a la capital del estado se dedicó a cuidar niños para ganar un poco de dinero, y más tarde, encontró una oportunidad de trabajo en un estudio de fotografía, donde tomó fotos y videos durante año y medio.

Hoy es una de las 108 internas que se encuentra recluidas en el Cereso Femenil de San José el Alto, de las cuales tres son madres. A este lugar llegó con un mes y medio de embarazo y se encuentra en proceso por un delito considerado como grave.

A pesar de las circunstancias que hoy enfrenta, Estela considera que estar en este lugar no es tan malo como lo ve mucha gente, al contrario, es un espacio donde tiene todo para seguir adelante.

“Es complicado, porque estar en una reinserción social mucha gente se asusta con el simple nombre, pero la verdad aquí estamos muy bien, tenemos todo prácticamente para seguir adelante y no dejarnos caer. Aquí podemos cambiar muchas cosas”.

A ello, se suma la llegada de su primera y única bebé –porque no piensa tener más-, una pequeña de tres meses y medio, que considera el mayor regalo de la vida y su principal motor que le impulsa a continuar luchando.

“Su llegada fue algo especial para mí porque ya no estoy sola, tengo alguien por quien lucha y por quien salir adelante. Es el motor de vida, que me dice que no tengo que dejarme caer”.

Convertirse en madre en este momento de su vida ha sido complicado, no obstante busca la manera de que esto no le afecte a ella ni a la bebé, “entonces estoy buscando el apoyo de los psicólogos en esa parte”.

“A pesar de que estamos en un Centro de reinserción social, me la he llevado tranquila, tenemos apoyos psicológico y talleres que nos pueden apoyar con llevar nuestra estancia aquí, para que nuestra estancia sea más tranquila”.

Actualmente Estela goza de la maternidad y la oportunidad de cuidar y atender a su hija, y aunque las normas establecen que a los 4 años la pequeña tendrá que dejar este lugar, ella mantiene la esperanza de no tener que sacarla de aquí.

La pareja de Estela también se encuentra recluido en el Centro de Reinserción Social Varonil, con quien mantiene comunicación solo a través de cartas. Es hija de una familia numerosa -con ella suman en total 12 hermanos- que en su mayoría la apoyan.

En el interior practica voleibol y trabaja realizando bisutería, oficio que aprendió desde antes de ingresar a este lugar y gracias al cual adquiere las cosas más necesarias para su estancia y un poco más para ahorro.

La joven madre solo estudió la secundaria, pero tiene la ilusión de estudiar la preparatoria y posteriormente la carrera de Derecho, para con ello tener las herramientas necesarias para lograr un futuro mejor.

“Ahorita estoy buscando una manera de prepararme para salir afuera, para estar preparada por todas las situaciones que se puedan presentar, y estar buscando la manera de superarme, tanto para mi futuro como para el futuro de la niña”.

Este 10 de mayo, Estela no espera festejos, el hecho de convertirse en madre la hace feliz. “Ser mamá, es algo muy especial, porque es el motor de vida que me dice que no tengo que dejarme caer, algo para salir adelante. Ella es mi mayor felicidad y mi mayor regalo”.

De ser posible y de poder cambiar el pasado, Estela hubiera procurado tener más cuidado con las personas que se relaciona, y en su momento evitar esta experiencia que hoy le tocó vivir.

En enero de este año, la Asociación Americana de Correccionales (ACA) certificó al centro penitenciario femenil del estado, y al Centro de Internamiento y Ejecución de Medidas para Adolescentes, en febrero del 2017.

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