/ domingo 25 de noviembre de 2018

Mujeres viven desigualdad y violencia

Acoso laboral, menor salario, doble jornada, más riesgo de sufrir violaciones, la posibilidad de ser asesinadas sólo por ser mujeres

Acoso laboral, menor salario, doble jornada, más riesgo de sufrir violaciones, la posibilidad de ser asesinadas sólo por ser mujeres y una mayor dificultad para acceder a puestos de dirección en los empleos, son algunos de los problemas que todavía enfrentan las queretanas, de acuerdo con el diagnóstico de diversas organizaciones sociales que se pretenden reducir con educación y reformas aprobadas al Código Penal queretano.

Con motivo del Día internacional para erradicar la violencia contra las mujeres este 25 de noviembre, Salud y Género, Desarrollo Comunitario para la Transformación Social y el Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género denuncian las desigualdades y violencias que enfrentan las queretanas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Querétaro tiene alrededor de un millón 45 mil mujeres y representan más del 51% de la población local. El 9.9% de las queretanas de 15 años y más es analfabeta, contra la cifra de hombres que no saben leer y escribir, que es de 6.2%. El promedio de escolaridad de las mujeres del estado es de 8.1 años, contra el promedio educativo de 8.6 años de los hombres.

Además, en 2006 el 16.6% de las queretanas reportó sufrir algún tipo de violencia por razones de género en el ámbito educativo, cifra mayor a la nacional y el 8.7% de las mujeres no reciben ingresos por su trabajo.

Alicia Colchado Ariza, activista de Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, afirma que las queretanas reciben salarios 20% menor que los de los hombres y sólo el 30% de las mujeres llegan a puestos de dirección.

La activista Consolación González Loyola advierte que también las mujeres tienen más riesgo de sufrir delitos sexuales: el 80% de las víctimas de abuso son niñas y mujeres, pero solo 2 de cada 10 violaciones se denuncian. Maricruz Ocampo, del Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género, sostiene que este año suman 19 asesinatos de mujeres o feminicidios.

Liliana Gutiérrez Leal, integrante de Salud y Género, alerta que gran parte de los problemas parten de la educación sexista que se vive desde la infancia, lo que genera una deuda con las mujeres que se debe atender.

BLINDAN A MUJERES DE VIOLACIÓN CONYUGAL Y ABUSOS JUVENILES

El 15 de octubre se publicaron varias reformas al Código penal en el periódico oficial La Sombra de Arteaga, entre ellas la eliminación del estado de emoción violencia, que funcionaba como un atenuante en los casos de homicidios, y varios cambios para la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas, incluso dentro del matrimonio.

La activista y abogada Consolación González Loyola reconoce que con estas reformas al Código penal se protege a las niñas, adolescentes y mujeres adultas. Como ejemplo, los cambios en la violación conyugal: hasta ahora la investigación y sanción de estos casos eran por querella, es decir, a petición de la parte ofendida, pero muchos de ellas tienen que ver con una situación de sometimiento y subordinación que les impide pedir ayuda.

“Muchas de las violaciones que se cometen del hombre contra su pareja no son denunciadas, se calcula que de cada 10 violaciones, solamente dos son denunciadas, no tenemos el dato de cuántas llegan a sentencia y mucho menos llegan a la reparación del daño, ahí hay una deuda histórica con las mujeres”, detalla.

Entre las reformas al Código penal también se encuentran las que se hicieron al artículo 161, para elevar de 12 a 14 años la edad de la víctima en los casos de violación equiparada y se sancionará de 8 a 10 años de prisión a la persona que realice cópula con una menor de 14 años o que no tenga la capacidad de comprender el hecho.

Además, se elevó la edad del delito de estupro, definido en el Código penal como aquel donde una persona, a través del engaño o la seducción, obtenga cópula con una persona menor de 13 años. La sanción se estipula entre 4 y 6 años de prisión.

Lo mismo ocurre con los abusos deshonestos que se castigan con 2 a 7 años para quien, sin propósito de llegar a la cópula, ejecute actos eróticos en una persona menor de 14 años. Antes del 15 de octubre, la edad que se protegía era de 0 a 11 años en todos estos delitos, pero se elevó a 14 años porque las y los jóvenes no tienen la capacidad de comprender el acto y de tener criterio para aceptar una actividad sexual.

“Es un avance, sin embargo, es insuficiente porque quedan desprotegidas las jóvenes entre 14 y 18 años, que en muchas ocasiones, en una cultura de abuso hacia la niñez hay adultos que se relacionan con ellas, inclusive sexualmente y que después de que ellas se embarazan son abandonadas a su suerte con su hijo y esto tiene que ver con las niñas y adolescentes embarazadas”, puntualizó

La Secretaría de Salud federal reconoció que en 2017 hubo cerca de diez mil partos de niñas menores de 15 años de edad. Para Consolación González, lo importante es destacar que en muchos de estos casos la “Pareja, mejor dicho, su abusador, tenía más de 50 años de edad, así que resulta insuficiente todavía la protección”.

EL ACOSO ES COMÚN EN ESCUELAS Y TRABAJOS

Isabel tenía 16 años y estaba en la preparatoria, cuando su profesor de coro, de más de 30 años de edad, se dedicó a acosarla en cualquier oportunidad. Le pedía quedarse a solas en el salón para “tratar ciertos asuntos” o le hacía invitaciones que ella no aceptaba.

“Decía que le molestaban ciertas actitudes o caras que yo hacía y quería quedarse a solas conmigo para hablarlo, él quería cerrar la puerta, no dejaba que mi mejor amiga se quedara, obviamente yo no dejaba que eso pasara, no quería quedarme sola. Me veía en el receso y me decía que me invitaba a desayunar y yo no se lo permitía, decía que quería tratar temas de mis actitudes fuera de clase”, relata.

El acoso continuó y las insinuaciones siguieron hasta que Isabel decidió contárselo a su mamá. Ella le recomendó no aceptar nada del profesor, ni quedarse sola con él y le aseguró que si la situación crecía, hablarían con otros profesores y con el director, porque cada vez era más notorio el interés del docente hacia Isabel.

Aunque la situación era muy incómoda, en aquel momento ni Isabel ni su madre denunciaron. “Tenía miedo de que se fuera a aprovechar en un momento en que yo estuviera sola, porque era de las primeras que llegaba al salón, tenía incomodidad y sabía que me respaldaban mi papá y mi mamá”, recuerda.

Ahora Isabel es universitaria y piensa que en aquel momento no dimensionó la situación, ”Sabía que no era normal, que no debe ser cotidiano, pienso que se pudo aprovechar y que la gente pudo decir que era algo normal, pero pudo ser peor”.

El profesor ya no da clases en la preparatoria, algunas de las amigas de Isabel se percataban de lo que sucedía, pero nunca se presentaron denuncias, porque no pensaban que “fuera para tanto”.

Alicia Colchado Ariza, de la asociación Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, explicó que la falta de denuncias ante el acoso en las escuelas y los trabajos se debe al miedo a que se señale a la víctima.

“Hay temor a perder la fuente de empleo, a la descalificación, porque si la mujer denuncia es victimizada, se dice: ella se lo buscó, qué casualidad que la buscan, cuando se sugiere que se denuncie para frenar esta situación, las mujeres tienen miedo”, señala Alicia Colchado.

En muchos de los casos este acoso no se identifica. “Se normaliza, se dice: es normal que el jefe, que el maestro, te vean de manera lasciva, te busquen, te hagan chistes y comentarios sobre cómo te ves, eso es algo en lo que tenemos que trabajar para que sea visto como violencia”.

No sólo se trata de la falta de credibilidad hacia las instituciones, explica, sino hacia las víctimas y ellas se enfrentan a pensar que se les señalará si denuncian, así que prefieren protegerse con más medidas de cuidado personal, sin exhibir al victimario.

El artículo 167 del Código penal vigente establece que el hostigamiento sexual tiene una pena de 2 a 4 años de prisión, si la persona se vale de su posición jerárquica o de poder en relaciones laborales, docentes, religiosas o cualquier otra, que implique subordinación de la víctima y se perseguirá de oficio si la víctima es menor de 18 años.

GANAN MENOS QUERETANAS, PESE A LEY

La desigualdad laboral todavía existe en Querétaro y mientras el promedio salarial de las mujeres es de cinco mil 200 pesos, los hombres perciben en promedio siete mil 500 pesos mensuales, informa Alicia Colchado Ariza, de la Asociación Desarrollo Comunitario para la Transformación Social.

Los dos son salarios precarios, reconoce Alicia, pero las mujeres cargan con el peor de los escenarios, además que las mujeres ocupan el 30% de los puestos de dirección en Querétaro, el resto están en manos de hombres.

“Las mujeres percibimos 20% menos que los hombres, por el simple hecho de ser mujeres, haciendo las mismas labores, teniendo las mismas responsabilidades y esto se debe a que los roles de género siguen siendo un lastre para la sociedad, sigue siendo un problema para que las mujeres se inserten en el mercado laboral en igualdad de condiciones socioeconómicas”, resalta.

Las mujeres enfrentan la histórica doble jornada, porque la sociedad las hace responsables del cuidado de la familia, así que viven desigualdad económica, desigualdad laboral y mayores responsabilidades. “Esa es una realidad en el Querétaro del 2018”.

El acoso laboral se suma a las condiciones que empeoran el trato para las mujeres y es común que algunas trabajadoras denuncien comentarios de que “Si hacen ciertos favores a los jefes podrían alcanzar mejores puestos”, lo que las pone en una situación de vulnerabilidad.

EL FEMINICIDIO COMO EXPRESIÓN MÁXIMA DE LA VIOLENCIA

Maricruz Ocampo, integrante del Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género, hace el recuento de que en lo que va del año se tienen 19 asesinatos de mujeres, “Más o menos igual que el promedio de los últimos tres años. El promedio de homicidios calificados de mujeres es 2 por mes desde 2013, seguimos igual, la tendencia es la misma, el promedio es entre 22 y 23 al año”.

De esos 19 casos en lo que va del 2018, solo uno se calificó como feminicidio y el resto no se catalogan así porque la autoridad considera que no cumplen con el tipo penal.

En muchos de los casos se recurría al estado de emoción violenta del artículo 134 del Código penal como una manera de atenuar el asesinato. La emoción violenta implica que la personalidad de quien comete el asesinato experimenta una modificación de su personalidad y su conducta por un estímulo externo que lo lleva a cometer el crimen.

“Todos los feminicidios u homicidios posteriores al 15 de octubre (cuando se reformó el Código penal) ya no pueden apelar al estado de emoción violenta como una atenuante, pero todos los anteriores sí y todavía vienen varios juicios, no sabemos cuántos lo van a utilizar”, insiste.

EDUCACIÓN PARA PREVENIR Y CONSTRUIR LA PAZ DE LAS MUJERES

Liliana Gutiérrez Leal, integrante de Salud y Género, considera que las condiciones de violencia y desigualdad parten de la educación diferenciada sexista entre hombres y mujeres, que permite una serie de comportamientos, creencias que se perpetúan, con base en una supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres.

“Es asumir que por nacer con genitales de hombres se implican valores, actitudes y conductas de supremacía sobre las mujeres. Este tipo de educación es totalmente contraria a lo que marca el artículo 4º constitucional, que nos habla de la igualdad entre hombres y mujeres, en materia de educación no debería existir esta diferenciación por sexos”, agrega.

Sin embargo, insiste que desde los niveles educativos más tempranos, “a las niñas se les muestran ciertos modelos de lo que deberían llegar a ser como mujeres y se le bombardea todo el tiempo: que tu falda no sea muy corta, cierra las piernas, debes estar bonita” y eso tiene consecuencias en la etapa adulta, en la forma de relacionarse e impide la construcción de una vida libre de violencia.

La abogada Consolación González Loyola afirma que se debe apostar a la capacitación de los servidores públicos y a la educación de la sociedad para construir una vida libre de violencia para las mujeres, porque “si las mujeres no conocen sus derechos va a ser muy difícil que los defiendan cuando han sido violados, es importante que vayamos construyendo una cultura de paz que incluya el respeto a los derechos humanos de las mujeres, particularmente sobre sus cuerpos y sobre su sexualidad”.

“Aún prevalecen entre la sociedad estos valores culturales que no se dicen pero están presentes, donde se parte de la creencia que las mujeres estamos para servir a los hombres, que les pertenecemos a los hombres y que tienen acceso al cuerpo de las mujeres, los hombres se sienten con el derecho de acceder al cuerpo de las mujeres y eso fue respaldado durante muchos siglos dentro de la ley, creen que pueden servirse sexualmente del cuerpo de las mujeres”, denuncia González Loyola.

Acoso laboral, menor salario, doble jornada, más riesgo de sufrir violaciones, la posibilidad de ser asesinadas sólo por ser mujeres y una mayor dificultad para acceder a puestos de dirección en los empleos, son algunos de los problemas que todavía enfrentan las queretanas, de acuerdo con el diagnóstico de diversas organizaciones sociales que se pretenden reducir con educación y reformas aprobadas al Código Penal queretano.

Con motivo del Día internacional para erradicar la violencia contra las mujeres este 25 de noviembre, Salud y Género, Desarrollo Comunitario para la Transformación Social y el Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género denuncian las desigualdades y violencias que enfrentan las queretanas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Querétaro tiene alrededor de un millón 45 mil mujeres y representan más del 51% de la población local. El 9.9% de las queretanas de 15 años y más es analfabeta, contra la cifra de hombres que no saben leer y escribir, que es de 6.2%. El promedio de escolaridad de las mujeres del estado es de 8.1 años, contra el promedio educativo de 8.6 años de los hombres.

Además, en 2006 el 16.6% de las queretanas reportó sufrir algún tipo de violencia por razones de género en el ámbito educativo, cifra mayor a la nacional y el 8.7% de las mujeres no reciben ingresos por su trabajo.

Alicia Colchado Ariza, activista de Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, afirma que las queretanas reciben salarios 20% menor que los de los hombres y sólo el 30% de las mujeres llegan a puestos de dirección.

La activista Consolación González Loyola advierte que también las mujeres tienen más riesgo de sufrir delitos sexuales: el 80% de las víctimas de abuso son niñas y mujeres, pero solo 2 de cada 10 violaciones se denuncian. Maricruz Ocampo, del Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género, sostiene que este año suman 19 asesinatos de mujeres o feminicidios.

Liliana Gutiérrez Leal, integrante de Salud y Género, alerta que gran parte de los problemas parten de la educación sexista que se vive desde la infancia, lo que genera una deuda con las mujeres que se debe atender.

BLINDAN A MUJERES DE VIOLACIÓN CONYUGAL Y ABUSOS JUVENILES

El 15 de octubre se publicaron varias reformas al Código penal en el periódico oficial La Sombra de Arteaga, entre ellas la eliminación del estado de emoción violencia, que funcionaba como un atenuante en los casos de homicidios, y varios cambios para la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas, incluso dentro del matrimonio.

La activista y abogada Consolación González Loyola reconoce que con estas reformas al Código penal se protege a las niñas, adolescentes y mujeres adultas. Como ejemplo, los cambios en la violación conyugal: hasta ahora la investigación y sanción de estos casos eran por querella, es decir, a petición de la parte ofendida, pero muchos de ellas tienen que ver con una situación de sometimiento y subordinación que les impide pedir ayuda.

“Muchas de las violaciones que se cometen del hombre contra su pareja no son denunciadas, se calcula que de cada 10 violaciones, solamente dos son denunciadas, no tenemos el dato de cuántas llegan a sentencia y mucho menos llegan a la reparación del daño, ahí hay una deuda histórica con las mujeres”, detalla.

Entre las reformas al Código penal también se encuentran las que se hicieron al artículo 161, para elevar de 12 a 14 años la edad de la víctima en los casos de violación equiparada y se sancionará de 8 a 10 años de prisión a la persona que realice cópula con una menor de 14 años o que no tenga la capacidad de comprender el hecho.

Además, se elevó la edad del delito de estupro, definido en el Código penal como aquel donde una persona, a través del engaño o la seducción, obtenga cópula con una persona menor de 13 años. La sanción se estipula entre 4 y 6 años de prisión.

Lo mismo ocurre con los abusos deshonestos que se castigan con 2 a 7 años para quien, sin propósito de llegar a la cópula, ejecute actos eróticos en una persona menor de 14 años. Antes del 15 de octubre, la edad que se protegía era de 0 a 11 años en todos estos delitos, pero se elevó a 14 años porque las y los jóvenes no tienen la capacidad de comprender el acto y de tener criterio para aceptar una actividad sexual.

“Es un avance, sin embargo, es insuficiente porque quedan desprotegidas las jóvenes entre 14 y 18 años, que en muchas ocasiones, en una cultura de abuso hacia la niñez hay adultos que se relacionan con ellas, inclusive sexualmente y que después de que ellas se embarazan son abandonadas a su suerte con su hijo y esto tiene que ver con las niñas y adolescentes embarazadas”, puntualizó

La Secretaría de Salud federal reconoció que en 2017 hubo cerca de diez mil partos de niñas menores de 15 años de edad. Para Consolación González, lo importante es destacar que en muchos de estos casos la “Pareja, mejor dicho, su abusador, tenía más de 50 años de edad, así que resulta insuficiente todavía la protección”.

EL ACOSO ES COMÚN EN ESCUELAS Y TRABAJOS

Isabel tenía 16 años y estaba en la preparatoria, cuando su profesor de coro, de más de 30 años de edad, se dedicó a acosarla en cualquier oportunidad. Le pedía quedarse a solas en el salón para “tratar ciertos asuntos” o le hacía invitaciones que ella no aceptaba.

“Decía que le molestaban ciertas actitudes o caras que yo hacía y quería quedarse a solas conmigo para hablarlo, él quería cerrar la puerta, no dejaba que mi mejor amiga se quedara, obviamente yo no dejaba que eso pasara, no quería quedarme sola. Me veía en el receso y me decía que me invitaba a desayunar y yo no se lo permitía, decía que quería tratar temas de mis actitudes fuera de clase”, relata.

El acoso continuó y las insinuaciones siguieron hasta que Isabel decidió contárselo a su mamá. Ella le recomendó no aceptar nada del profesor, ni quedarse sola con él y le aseguró que si la situación crecía, hablarían con otros profesores y con el director, porque cada vez era más notorio el interés del docente hacia Isabel.

Aunque la situación era muy incómoda, en aquel momento ni Isabel ni su madre denunciaron. “Tenía miedo de que se fuera a aprovechar en un momento en que yo estuviera sola, porque era de las primeras que llegaba al salón, tenía incomodidad y sabía que me respaldaban mi papá y mi mamá”, recuerda.

Ahora Isabel es universitaria y piensa que en aquel momento no dimensionó la situación, ”Sabía que no era normal, que no debe ser cotidiano, pienso que se pudo aprovechar y que la gente pudo decir que era algo normal, pero pudo ser peor”.

El profesor ya no da clases en la preparatoria, algunas de las amigas de Isabel se percataban de lo que sucedía, pero nunca se presentaron denuncias, porque no pensaban que “fuera para tanto”.

Alicia Colchado Ariza, de la asociación Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, explicó que la falta de denuncias ante el acoso en las escuelas y los trabajos se debe al miedo a que se señale a la víctima.

“Hay temor a perder la fuente de empleo, a la descalificación, porque si la mujer denuncia es victimizada, se dice: ella se lo buscó, qué casualidad que la buscan, cuando se sugiere que se denuncie para frenar esta situación, las mujeres tienen miedo”, señala Alicia Colchado.

En muchos de los casos este acoso no se identifica. “Se normaliza, se dice: es normal que el jefe, que el maestro, te vean de manera lasciva, te busquen, te hagan chistes y comentarios sobre cómo te ves, eso es algo en lo que tenemos que trabajar para que sea visto como violencia”.

No sólo se trata de la falta de credibilidad hacia las instituciones, explica, sino hacia las víctimas y ellas se enfrentan a pensar que se les señalará si denuncian, así que prefieren protegerse con más medidas de cuidado personal, sin exhibir al victimario.

El artículo 167 del Código penal vigente establece que el hostigamiento sexual tiene una pena de 2 a 4 años de prisión, si la persona se vale de su posición jerárquica o de poder en relaciones laborales, docentes, religiosas o cualquier otra, que implique subordinación de la víctima y se perseguirá de oficio si la víctima es menor de 18 años.

GANAN MENOS QUERETANAS, PESE A LEY

La desigualdad laboral todavía existe en Querétaro y mientras el promedio salarial de las mujeres es de cinco mil 200 pesos, los hombres perciben en promedio siete mil 500 pesos mensuales, informa Alicia Colchado Ariza, de la Asociación Desarrollo Comunitario para la Transformación Social.

Los dos son salarios precarios, reconoce Alicia, pero las mujeres cargan con el peor de los escenarios, además que las mujeres ocupan el 30% de los puestos de dirección en Querétaro, el resto están en manos de hombres.

“Las mujeres percibimos 20% menos que los hombres, por el simple hecho de ser mujeres, haciendo las mismas labores, teniendo las mismas responsabilidades y esto se debe a que los roles de género siguen siendo un lastre para la sociedad, sigue siendo un problema para que las mujeres se inserten en el mercado laboral en igualdad de condiciones socioeconómicas”, resalta.

Las mujeres enfrentan la histórica doble jornada, porque la sociedad las hace responsables del cuidado de la familia, así que viven desigualdad económica, desigualdad laboral y mayores responsabilidades. “Esa es una realidad en el Querétaro del 2018”.

El acoso laboral se suma a las condiciones que empeoran el trato para las mujeres y es común que algunas trabajadoras denuncien comentarios de que “Si hacen ciertos favores a los jefes podrían alcanzar mejores puestos”, lo que las pone en una situación de vulnerabilidad.

EL FEMINICIDIO COMO EXPRESIÓN MÁXIMA DE LA VIOLENCIA

Maricruz Ocampo, integrante del Comité Promotor para la Activación de la Alerta de Género, hace el recuento de que en lo que va del año se tienen 19 asesinatos de mujeres, “Más o menos igual que el promedio de los últimos tres años. El promedio de homicidios calificados de mujeres es 2 por mes desde 2013, seguimos igual, la tendencia es la misma, el promedio es entre 22 y 23 al año”.

De esos 19 casos en lo que va del 2018, solo uno se calificó como feminicidio y el resto no se catalogan así porque la autoridad considera que no cumplen con el tipo penal.

En muchos de los casos se recurría al estado de emoción violenta del artículo 134 del Código penal como una manera de atenuar el asesinato. La emoción violenta implica que la personalidad de quien comete el asesinato experimenta una modificación de su personalidad y su conducta por un estímulo externo que lo lleva a cometer el crimen.

“Todos los feminicidios u homicidios posteriores al 15 de octubre (cuando se reformó el Código penal) ya no pueden apelar al estado de emoción violenta como una atenuante, pero todos los anteriores sí y todavía vienen varios juicios, no sabemos cuántos lo van a utilizar”, insiste.

EDUCACIÓN PARA PREVENIR Y CONSTRUIR LA PAZ DE LAS MUJERES

Liliana Gutiérrez Leal, integrante de Salud y Género, considera que las condiciones de violencia y desigualdad parten de la educación diferenciada sexista entre hombres y mujeres, que permite una serie de comportamientos, creencias que se perpetúan, con base en una supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres.

“Es asumir que por nacer con genitales de hombres se implican valores, actitudes y conductas de supremacía sobre las mujeres. Este tipo de educación es totalmente contraria a lo que marca el artículo 4º constitucional, que nos habla de la igualdad entre hombres y mujeres, en materia de educación no debería existir esta diferenciación por sexos”, agrega.

Sin embargo, insiste que desde los niveles educativos más tempranos, “a las niñas se les muestran ciertos modelos de lo que deberían llegar a ser como mujeres y se le bombardea todo el tiempo: que tu falda no sea muy corta, cierra las piernas, debes estar bonita” y eso tiene consecuencias en la etapa adulta, en la forma de relacionarse e impide la construcción de una vida libre de violencia.

La abogada Consolación González Loyola afirma que se debe apostar a la capacitación de los servidores públicos y a la educación de la sociedad para construir una vida libre de violencia para las mujeres, porque “si las mujeres no conocen sus derechos va a ser muy difícil que los defiendan cuando han sido violados, es importante que vayamos construyendo una cultura de paz que incluya el respeto a los derechos humanos de las mujeres, particularmente sobre sus cuerpos y sobre su sexualidad”.

“Aún prevalecen entre la sociedad estos valores culturales que no se dicen pero están presentes, donde se parte de la creencia que las mujeres estamos para servir a los hombres, que les pertenecemos a los hombres y que tienen acceso al cuerpo de las mujeres, los hombres se sienten con el derecho de acceder al cuerpo de las mujeres y eso fue respaldado durante muchos siglos dentro de la ley, creen que pueden servirse sexualmente del cuerpo de las mujeres”, denuncia González Loyola.

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