/ miércoles 12 de junio de 2019

Niños trabajan para llevar dinero a casa

Dejan los juguetes y la escuela para cumplir con su jornada en la construcción

A las orillas de Querétaro capital, en las construcciones de casas hay niños que cambian los juegos o los cuadernos, colores y libros para ganar dinero en la obra y llevarlo a casa como parte del sustento familiar.

Tal es el caso de José Luis, menor de 16 años; Daniel, niño de 10 años; y Julio de 14 años, que son primos y trabajan en la construcción porque lo han aprendido de sus papás, que son albañiles.

Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, José Luis y Daniel acceden a la entrevista, mientras que Julio prefiere no platicar el por qué está en la obra y corre a esconderse.

José Luis, el más grande de los primos, platica que desde los ocho o nueve años cambió el trompo, las canicas, sacaditas, yoyo, la resortera, y pistolita de madera por irse a la obra con su papá.

Además dejó la escuela porque no le gustaba y cuando iba solo era para molestar y pegar a sus compañeros.

“La verdad la escuela no es para mí, diario faltaba, iba y no hacía nada, solo hacía desastres ahí, me portaba mal. Solo llegué hasta sexto de primaria, aprendí a leer, escribir y contar, pero las multiplicaciones y divisiones me fallan, eso no sé”.

Las jornadas de trabajo de José Luis son desde las ocho de la mañana hasta tres o tres y media de la tarde, y solo descansa para comer “a eso de la una y lo que sea”; por día -dice- llega a cobrar de 300 a 350 pesos. Pega tabique, hace aplanados, mamposteo, el entortado y echa estuco.

Pertenece a una familia integrada por sus padres y sus cuatro hermanas, a quienes ayuda con sus gastos y lo que queda de dinero es para su entretenimiento: el X-box, salir con la novia y amigos, pero sobre todo aprender hip hop.

“También compro ropa; pero mi lucha es porque desde hace cuatro años tengo un sueño: ser artista, cantar rap o hip hop, lo estoy aprendiendo de mis amigos, pero todavía me da pena”, comparte al tiempo que sonríe y baja el rostro.

Su ídolo -dice- es el cantante de Monterrey Adán Zapata y la rola que más le gusta es “Borrachos y grifos”, aunque hay otra canción de la que está orgulloso y la trae en el celular porque él la compuso y canta para Emili, la chica que le gustaba y de la que se enamoró, pero por pena nunca le dijo si quería ser su novia.

“Quédate conmigo mi princesa, juro nunca más volver a dejarte, no te vayas de mis brazos, te quiero demasiado. Quédate conmigo mi princesa… este corazón solo late para ti”.

DANIEL EL TRAVIESO

Daniel, quien se siente libre en el terreno de la obra y juega con los palos como si fueran una espada o se echa a correr de un lado para otro, platica que este lunes inició a trabajar con su primo y que no sabe cuánto ganará.

Se incorpora a trabajar a las ocho a 11 de la mañana y estará de lunes a viernes; porque él sigue en la escuela, le gusta porque además se prepara para seguir estudiando y un día llegar a ser soldado, porque le gustan las armas y quiere usarlas contra los malos.

“Entro a la escuela a la una y 45; estoy en cuarto grado y hago la tarea en la noche cuando llego a la casa porque no me canso”.

Desde hace un año se preparó con su papá para laborar en la obra, además de que prefiere que así sea, pues -asegura- en su casa no hay nada qué hacer y se aburre, mientras que en la obra hasta puede jugar y ganar dinero.

Daniel cobrará el viernes y dice que le dará parte de sus ganancias a su mamá para la comida y los pasajes, pero también quiere comprarse ropa y zapatos, porque le hacen falta y tiene el propósito de hacerse cargo de sus gastos.

A las orillas de Querétaro capital, en las construcciones de casas hay niños que cambian los juegos o los cuadernos, colores y libros para ganar dinero en la obra y llevarlo a casa como parte del sustento familiar.

Tal es el caso de José Luis, menor de 16 años; Daniel, niño de 10 años; y Julio de 14 años, que son primos y trabajan en la construcción porque lo han aprendido de sus papás, que son albañiles.

Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, José Luis y Daniel acceden a la entrevista, mientras que Julio prefiere no platicar el por qué está en la obra y corre a esconderse.

José Luis, el más grande de los primos, platica que desde los ocho o nueve años cambió el trompo, las canicas, sacaditas, yoyo, la resortera, y pistolita de madera por irse a la obra con su papá.

Además dejó la escuela porque no le gustaba y cuando iba solo era para molestar y pegar a sus compañeros.

“La verdad la escuela no es para mí, diario faltaba, iba y no hacía nada, solo hacía desastres ahí, me portaba mal. Solo llegué hasta sexto de primaria, aprendí a leer, escribir y contar, pero las multiplicaciones y divisiones me fallan, eso no sé”.

Las jornadas de trabajo de José Luis son desde las ocho de la mañana hasta tres o tres y media de la tarde, y solo descansa para comer “a eso de la una y lo que sea”; por día -dice- llega a cobrar de 300 a 350 pesos. Pega tabique, hace aplanados, mamposteo, el entortado y echa estuco.

Pertenece a una familia integrada por sus padres y sus cuatro hermanas, a quienes ayuda con sus gastos y lo que queda de dinero es para su entretenimiento: el X-box, salir con la novia y amigos, pero sobre todo aprender hip hop.

“También compro ropa; pero mi lucha es porque desde hace cuatro años tengo un sueño: ser artista, cantar rap o hip hop, lo estoy aprendiendo de mis amigos, pero todavía me da pena”, comparte al tiempo que sonríe y baja el rostro.

Su ídolo -dice- es el cantante de Monterrey Adán Zapata y la rola que más le gusta es “Borrachos y grifos”, aunque hay otra canción de la que está orgulloso y la trae en el celular porque él la compuso y canta para Emili, la chica que le gustaba y de la que se enamoró, pero por pena nunca le dijo si quería ser su novia.

“Quédate conmigo mi princesa, juro nunca más volver a dejarte, no te vayas de mis brazos, te quiero demasiado. Quédate conmigo mi princesa… este corazón solo late para ti”.

DANIEL EL TRAVIESO

Daniel, quien se siente libre en el terreno de la obra y juega con los palos como si fueran una espada o se echa a correr de un lado para otro, platica que este lunes inició a trabajar con su primo y que no sabe cuánto ganará.

Se incorpora a trabajar a las ocho a 11 de la mañana y estará de lunes a viernes; porque él sigue en la escuela, le gusta porque además se prepara para seguir estudiando y un día llegar a ser soldado, porque le gustan las armas y quiere usarlas contra los malos.

“Entro a la escuela a la una y 45; estoy en cuarto grado y hago la tarea en la noche cuando llego a la casa porque no me canso”.

Desde hace un año se preparó con su papá para laborar en la obra, además de que prefiere que así sea, pues -asegura- en su casa no hay nada qué hacer y se aburre, mientras que en la obra hasta puede jugar y ganar dinero.

Daniel cobrará el viernes y dice que le dará parte de sus ganancias a su mamá para la comida y los pasajes, pero también quiere comprarse ropa y zapatos, porque le hacen falta y tiene el propósito de hacerse cargo de sus gastos.

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