Eline Reséndiz tiene más de 20 años en la calle Corregidora repartiendo alegría por las noches en forma de churros de azúcar, oficio que aprendió luego de quedar desempleado, sin caer en cuenta del impacto que con el tiempo tendría su negocio.
Desde la colonia Menchaca, de lunes a sábado en punto de las seis, acomoda su carrito a la altura de Avenida Universidad y recibe a su fiel clientela dispuesta a esperar el tiempo necesario para una bolsita de cuatro churros por 10 pesos.
Es durante la tarde en la que Eline llega desde su colonia, localizada al norte de la ciudad, hacia el Centro Histórico, donde coloca su carrito y materiales para empezar un día más de trabajo. La gente, que muchas veces ya lo espera para ser de los primeros en atender, suele hacer filas y filas, hecho que para Eline no pasa desapercibido, pues para él ha sido una bendición encontrar un trabajo que además le guste a sus clientes.
DE EMPLEADO A VENDEDOR DE CHURROS
Eline relató que llegó a este oficio a partir de 2002, luego de perder un empleo del que no precisó cuál era, pues aunque amable y de buen semblante, es muy callado, tímido, inocente tiene la mirada, y que a decir de sus clientes es "un amor de persona", lo que también ha logrado que se mantenga su negocio a flote, sabedor de que no solo el producto que se vende cuenta, sino del trato hacia los demás.
En ese momento, entró al negocio de los churros, el cual pertenecía a Antonio, su mentor y quien le enseñó la manera de preparar esta fritura hecha a base de harina de trigo de forma alargada o espiral, dorada y crujiente, espolvoreada con azúcar y canela en polvo, cuya receta fue creada a partir de una preparación china llamada "youtiao", que con el tiempo se propagó gracias a Portugal y España, de donde vendría el nombre de "churro", debido a que su forma se asemeja a la cornamenta de la oveja churra, una raza autóctona de Castilla y León.
"Estaba otra persona, Antonio, y estuve con él de ayudante y me enseñó a preparar los churros. Siempre han sido con pura azúcar y, bueno, aquí seguimos echándole ganas", dijo Don Eline, mientras atiende a sus clientes, pues desde que llega hasta que se va, no descansa, sino a las 9:30 de la noche en que se acaba la masa y los demás ingredientes, para resguardar todo, irse a descansar y volver al día siguiente.
Añadió que desde entonces recibe a tantas personas que les es difícil calcular un promedio por día, lo que sí es que esto es a lo único que se dedica y deja la puerta abierta para que algún familiar tome el mando del negocio y se encargué de él, pues con la clientela que tiene y el sitio donde se encuentra ya es básicamente una garantía de éxito, lo que dependerá de qué tanto asimilen el sazón y el buen trato que Eline ofrece.
"GRACIAS A DIOS A LA GENTE LES GUSTA"
Repite Don Eline mientras no para de preparar y servir estos churros de cuatro por diez pesos. Asimismo, se pretende mantener con este estilo de preparación sencilla, en comparación a las nuevas churrerías de la ciudad donde integran los churros rellenos. Sin embargo, para él, lo tradicional persiste y esto se da cada tarde en el Centro Histórico donde nunca falta una fila por ver.
Se dijo agradecido con las personas que le dan su confianza e invitó a quienes no conozcas su negocio a visitarlo siempre puntual, a las afueras del estacionamiento, donde refirió no parará "hasta que el cuerpo aguante", pues a la vieja escuela, es una persona que se forjó en el trabajo y nada más.
Familias enteras vienen a este sitio e incluso el negocio de Don Eline, que no cuenta con un nombre, aparece en las listas de las mejores churrerías de la ciudad, conocidos simplemente como "Churros Corregidora", donde espera mantenerse por muchos años más, siendo un referente de este postre sencillo y delicioso, que ningún queretano o visitante debe de perderse cada que acuda al Centro Histórico de la capital.