/ lunes 17 de enero de 2022

Perder una mascota causaría depresión

Especialistas consideran que el trastorno emocional que provoca es tan relevante como la muerte de un familiar cercano

El trastorno emocional que puede causar la muerte de una mascota es, en ocasiones, tan relevante como el que se siente al perder a un familiar cercano. Para veterinarios y psicólogos el decir adiós a un integrante más de la familia es un proceso complicado y las consecuencias emocionales que produce van de la tristeza, la culpa o la depresión. Es decir, existe un duelo.

El duelo es el proceso que se experimenta ante una pérdida significativa para la persona. Por tanto, es una respuesta normal (no patológica) ante una pérdida, sea física, psicológica, de muerte, ruptura, etcétera, siempre que sea importante para la persona. Esto es lo que les ocurre a quienes experimentan el fallecimiento de una mascota debido al vínculo afectivo intenso.

"El duelo es un proceso de sanación, de elaboración, de una pérdida y puede ser de cualquier tipo; ahora es más común ver este tipo de duelos porque cada vez, socialmente, se tiene una relación más estrecha con las mascotas", comentó Sofía Ortiz Figueroa, psicóloga de la UAQ, especializada en tanatología y psico-oncología.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

UN PROCESO DE DUELO, QUE LASTIMA

La escritora Lydia Davis cuenta que el perro se ha ido. Que se le echa de menos. "Cuando suena el timbre nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro".

Quienes viven con animales, saben el afecto que se genera en la interacción que se tiene. Son muchos los momentos que una persona comparte, además de paseos y cuidados. Estos se vuelven confidentes, acompañantes, amigos; hay una relación tan profunda que se transforma en algo más que solo un "dueño" y su "mascota", y que al morir se pierde todo eso.

"Se vuelven parte de nuestro sistema familiar", afirmó la especialista, y por ello el proceso requiere de tiempo, de maneras de despedirse, de elaborar dicho duelo que, a diferencia de otros, como el de una madre, un padre o un hijo se vive diferente, pero igual duele, por lo que es importante, como señaló Sofía Ortiz, "iniciar la despedida y permitirse sentir".

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

"Las personas pasan por las fases de duelo: tristeza, enojo, culpa, miedo, muchas cosas. La despedida es un punto clave para la elaboración de un duelo. Crear esos espacios de despedida, agradecimiento y decir lo que se tenga que decir. Es un momento fuerte, pero es crucial", comentó.

Sobre el manejo de terapia refirió que depende del vínculo y la capacidad de resiliencia de cada persona, pero enfatizó en que a los niños y niñas no se les mienta con este tema, pues es relevante que lidien con lo que implica una pérdida y los procesos emocionales que se requieren para ello.

"Así los niños van comprendiendo el concepto de muerte. Es importante darles la parte de que los niños hagan su luto y duelo, y que lloren, sufran, pero esto lo van a ir sanando. Y en general, creo que una persona que sienta que su dolor no le permite seguir su vida puede ir a una terapia tanatológica, y le va a ayudar muchísimo", destacó.

FALLECE UN AMIGO

Para la veterinaria Fernanda Romero Luna de La Granja, el proceso de fallecimiento se vive más de cerca, al menos como testimonio y vínculos con la persona y su mascota, lo que genera empatía. Una profesión a la que le tocan las alegrías y tristezas de los seres vivos que atiende y quienes los cuidan.

"El gesto de esos dueños abatidos, apenados y rotos de dolor queda marcado con recuerdos, la mayoría agradables, entrañables; que dejan atrás sentimientos de compañerismo, vivencias, confidencia, amistad, momentos de risa y otras de tristeza, pero satisfacción y agradecimiento por una vida compartida", mencionó.

Resaltó el valor que tienen las mascotas para las personas y que, en determinado momento, como veterinarios, buscan reconfortar al propietario, cuyo dolor "difícilmente se cura". Asimismo, refirió que al fallecer la mascota, la persona puede elegir llevarse su cuerpo para una sepultura o llamar a alguna empresa para la cremación, con la intención de darle una despedida honorable.


"En Querétaro hay empresas que se encargan de venir por el cuerpo y llevarlo a cremación. Pueden recuperar las cenizas o estar en una cremación comunitaria. Lo que se busca es tener paz de nuestra mascota con nosotros y que sea significativa, pues un ser vivo que perteneció a la familia merece una última morada digna", refirió.

Al tener mascotas se aprende a convivir, interactuar, jugar, vincularse con otro ser vivo; es decir, el valor de una vida con la que se crean lazos. Pero también hay una enseñanza de lo difícil que es aceptar la muerte. Experimentar una situación así es algo que muchas personas desconocen y llegan a infravalorar las emociones al respecto, pero como escribiera Lydia Davis: "cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos", y esa sensación se vuelve indescriptible.

El trastorno emocional que puede causar la muerte de una mascota es, en ocasiones, tan relevante como el que se siente al perder a un familiar cercano. Para veterinarios y psicólogos el decir adiós a un integrante más de la familia es un proceso complicado y las consecuencias emocionales que produce van de la tristeza, la culpa o la depresión. Es decir, existe un duelo.

El duelo es el proceso que se experimenta ante una pérdida significativa para la persona. Por tanto, es una respuesta normal (no patológica) ante una pérdida, sea física, psicológica, de muerte, ruptura, etcétera, siempre que sea importante para la persona. Esto es lo que les ocurre a quienes experimentan el fallecimiento de una mascota debido al vínculo afectivo intenso.

"El duelo es un proceso de sanación, de elaboración, de una pérdida y puede ser de cualquier tipo; ahora es más común ver este tipo de duelos porque cada vez, socialmente, se tiene una relación más estrecha con las mascotas", comentó Sofía Ortiz Figueroa, psicóloga de la UAQ, especializada en tanatología y psico-oncología.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

UN PROCESO DE DUELO, QUE LASTIMA

La escritora Lydia Davis cuenta que el perro se ha ido. Que se le echa de menos. "Cuando suena el timbre nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro".

Quienes viven con animales, saben el afecto que se genera en la interacción que se tiene. Son muchos los momentos que una persona comparte, además de paseos y cuidados. Estos se vuelven confidentes, acompañantes, amigos; hay una relación tan profunda que se transforma en algo más que solo un "dueño" y su "mascota", y que al morir se pierde todo eso.

"Se vuelven parte de nuestro sistema familiar", afirmó la especialista, y por ello el proceso requiere de tiempo, de maneras de despedirse, de elaborar dicho duelo que, a diferencia de otros, como el de una madre, un padre o un hijo se vive diferente, pero igual duele, por lo que es importante, como señaló Sofía Ortiz, "iniciar la despedida y permitirse sentir".

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

"Las personas pasan por las fases de duelo: tristeza, enojo, culpa, miedo, muchas cosas. La despedida es un punto clave para la elaboración de un duelo. Crear esos espacios de despedida, agradecimiento y decir lo que se tenga que decir. Es un momento fuerte, pero es crucial", comentó.

Sobre el manejo de terapia refirió que depende del vínculo y la capacidad de resiliencia de cada persona, pero enfatizó en que a los niños y niñas no se les mienta con este tema, pues es relevante que lidien con lo que implica una pérdida y los procesos emocionales que se requieren para ello.

"Así los niños van comprendiendo el concepto de muerte. Es importante darles la parte de que los niños hagan su luto y duelo, y que lloren, sufran, pero esto lo van a ir sanando. Y en general, creo que una persona que sienta que su dolor no le permite seguir su vida puede ir a una terapia tanatológica, y le va a ayudar muchísimo", destacó.

FALLECE UN AMIGO

Para la veterinaria Fernanda Romero Luna de La Granja, el proceso de fallecimiento se vive más de cerca, al menos como testimonio y vínculos con la persona y su mascota, lo que genera empatía. Una profesión a la que le tocan las alegrías y tristezas de los seres vivos que atiende y quienes los cuidan.

"El gesto de esos dueños abatidos, apenados y rotos de dolor queda marcado con recuerdos, la mayoría agradables, entrañables; que dejan atrás sentimientos de compañerismo, vivencias, confidencia, amistad, momentos de risa y otras de tristeza, pero satisfacción y agradecimiento por una vida compartida", mencionó.

Resaltó el valor que tienen las mascotas para las personas y que, en determinado momento, como veterinarios, buscan reconfortar al propietario, cuyo dolor "difícilmente se cura". Asimismo, refirió que al fallecer la mascota, la persona puede elegir llevarse su cuerpo para una sepultura o llamar a alguna empresa para la cremación, con la intención de darle una despedida honorable.


"En Querétaro hay empresas que se encargan de venir por el cuerpo y llevarlo a cremación. Pueden recuperar las cenizas o estar en una cremación comunitaria. Lo que se busca es tener paz de nuestra mascota con nosotros y que sea significativa, pues un ser vivo que perteneció a la familia merece una última morada digna", refirió.

Al tener mascotas se aprende a convivir, interactuar, jugar, vincularse con otro ser vivo; es decir, el valor de una vida con la que se crean lazos. Pero también hay una enseñanza de lo difícil que es aceptar la muerte. Experimentar una situación así es algo que muchas personas desconocen y llegan a infravalorar las emociones al respecto, pero como escribiera Lydia Davis: "cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos", y esa sensación se vuelve indescriptible.

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