La esperanza de que peregrinar los hará mejores personas motivó a quienes se sumaron a la 128 peregrinación de Querétaro al Tepeyac, sobre todo ante el llamado del obispo, Faustino Armendáriz Jiménez, de aprovechar la jornada para “Abrirse un nuevo camino y marcar la diferencia”.
Y es que la larga jornada debe tener el propósito de “caminar con Dios”, para pedirle fortalecer la fe y sanar corazones, pero sobre todo, cumplir la meta que les planteó el jerarca católico, durante la bendición de buen viaje.
En el Santuario de La Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe, Armendáriz Jiménez les recordó que el ocho de julio comenzaron su andar los primeros peregrinos, quienes iniciaron la travesía rumbo al Tepeyac en Neblinas, en la Sierra queretana.
Miles, resaltó, se suman a la peregrinación y recorren tanto los municipios de Querétaro como los de estados vecinos, motivados por el amor a Dios y a Santa María de Guadalupe.
“Ir a la presencia del señor significa tener los pensamientos, los mejores pensamientos como grupo, para encontrarnos con Dios y la peregrinación es una oportunidad, ya no para cargar con nuestras historias, si no, más bien, para decirle al Señor: “Sálvame”. La peregrinación sea para nosotros un camino en el cual la presencia de Dios vaya fortaleciendo nuestra fe, vaya sanando nuestros corazones y así haremos realidad lo que hemos cantado: este es el grupo que viene a tu presencia, Señor”.
Resaltó que cada participante debe vivir su fe desde su realidad personal, familiar y comunitaria, pero sin olvidar que forman parte de la Iglesia Diocesana de Querétaro, que quiere rendir tributo a “Nuestra Madre en el cielo”.
“Por eso partimos desde su Santuario y por eso nuestra meta es encontrarnos con Dios en “la casita del Tepeyac” y pedir quizás, con gran alegría, con gran fe, o entre lágrimas, que nos conceda encontrarnos con su hijo Jesucristo. Que Dios los ayude y que esta celebración de buen viaje sea fortalecida con la Santa Misa que en el trayecto celebraremos y donde oraremos por todos los peregrinos y peregrinas que vamos recorriendo los caminos de El Señor”.
Tras esas palabras roció el agua bendita a los peregrinos y salió a las calles de la avenida Pasteur para encabezar la romería que atravesó las calles del Centro Histórico, ahora desierto, para romper el silencio y oscuridad con cánticos dirigidos a la imagen de La Guadalupana que les indica el camino.