/ domingo 27 de marzo de 2022

Se extinguen las acamayas en la Sierra Gorda de Querétaro

Es reemplazado por el langostino australiano que se parece en su forma más no en su sabor, aseguran lugareños

Un crustáceo híbrido entre camarón y langosta solía habitar las aguas dulces de los ríos serranos que conectan estados entre montañas y desembocan en el Océano Pacífico: la acamaya, hoy es escasa o prácticamente imposible de encontrar en la zona serrana de Querétaro.

El animal ha sido víctima silenciosa de dos factores principales, según lo que han identificado los lugareños, la pesca excesiva, incluso de ejemplares jóvenes y con huevecillos la ha acabado, en conjunto con un enemigo fatal que se le parece bastante en forma, pero no en tamaño ni en sabor; se trata del langostino australiano, la especie invasora que no se sabe cómo ni dónde se introdujo pero que hoy abunda en los ríos.

El nombre de la acamaya proviene del náhuatl y sus raíces significan “manos de caña” y es precisamente por las características de sus extremidades superiores que se les puede diferenciar de los langostinos australianos, pues las tenazas de las acamayas se engrosan conforme se desarrollan y también contienen carne comestible, a diferencia de las delgadas pinzas de los langostinos.

De acuerdo con Felipa Montes, cocinera del grupo de Las Pioneras en Las Adjuntas, “las acamayas son un platillo tradicional porque es lo que la gente que viene de fuera siempre viene buscando, hace como 15 años todavía había mucha, yo me acuerdo que hasta cuando empezaba a tronar y crecía un poquito el río, hasta por la acequia se veían por el canal de agua”.

La también empresaria lamenta que los tiempos de abundancia hayan terminado, pues “en ese tiempo era una acamaya normal, grande, que valía la pena, pero ya no hay, nosotras tenemos como tres años que no conseguimos ninguna grande, pero la que la gente venía y buscaba, que era un orgullo venderla, la gente le tomaba foto y la presumía”.

Felipa reconoce que los platillos que incluyen acamayas ya no contienen las oriundas de la zona serrana de Querétaro, pues es muy difícil encontrarlas y los pescadores ya no las ofrecen: “nosotras la traemos de Tampico, no es de la región. El sabor, quiero pensar que sí es diferente, pero gracias al sazón que le ponemos, dicen que saben ricas”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

Felipa recuerda que en tiempos de abundancia, en la temporada de lluvias sí era un platillo que se acostumbraba a comer en las casas, “se siente una tristeza porque hay personas que vienen exclusivamente a comer acamayas”, lamentó. A diferencia de las tilapias, que se cultivan en estanques, los lugareños no han visto un esfuerzo por cultivar acamayas.

Eduardo Tello, pescador de Concá, refirió que “las personas la han extraído mucho, no la dejan que se reproduzca, apenas la encuentran y la matan, además de que la plaga de langostino que tiene como dos años que la encontramos y la está desplazando”.

Respecto a cómo fue que el langostino australiano llegó a ser tan problemático en la región, Tello explicó que “no se sabe quién la introdujo, pero primero la encontramos en la acequia y de ahí llegó al río. Esta plaga últimamente ha estado acabando con el bagre, la sardina y todo lo que encuentra se lo va comiendo”.

A pesar de que son parecidas, el pescador detalló que “la diferencia que tiene la langosta australiana con la acamaya es que esta ya no crece mucho, máximo una cuarta y de ahí ya no se aprovecha más que la pura cola y de la acamaya sí, las tenazas y la mayor parte del cuerpo. El sabor sí es muy diferente, esta es más dulce y la otra sabe más a camarón”.

Tello también es encargado del área de mantenimiento del campus Concá de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), en donde hay granjas de tilapia, “aquí, lamentablemente no hay quien la reproduzca, porque no tienen el conocimiento, no se les ha dado una plática sobre cómo se reproduce ni cómo se puede cultivar, lo único que hemos hecho es cultivar tilapias”.

A pesar de que ha habido algunos intentos por estudiarla en el campus, Eduardo consideró que hace falta poner atención a la especie para poder rescatarla: “la acamaya no está acostumbrada a estar en un espacio pequeño, como es de río, se va entre cuevas, entre las rocas, tiene más espacio, es más libre y pues aquí solamente se le puso la tina”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

Un crustáceo híbrido entre camarón y langosta solía habitar las aguas dulces de los ríos serranos que conectan estados entre montañas y desembocan en el Océano Pacífico: la acamaya, hoy es escasa o prácticamente imposible de encontrar en la zona serrana de Querétaro.

El animal ha sido víctima silenciosa de dos factores principales, según lo que han identificado los lugareños, la pesca excesiva, incluso de ejemplares jóvenes y con huevecillos la ha acabado, en conjunto con un enemigo fatal que se le parece bastante en forma, pero no en tamaño ni en sabor; se trata del langostino australiano, la especie invasora que no se sabe cómo ni dónde se introdujo pero que hoy abunda en los ríos.

El nombre de la acamaya proviene del náhuatl y sus raíces significan “manos de caña” y es precisamente por las características de sus extremidades superiores que se les puede diferenciar de los langostinos australianos, pues las tenazas de las acamayas se engrosan conforme se desarrollan y también contienen carne comestible, a diferencia de las delgadas pinzas de los langostinos.

De acuerdo con Felipa Montes, cocinera del grupo de Las Pioneras en Las Adjuntas, “las acamayas son un platillo tradicional porque es lo que la gente que viene de fuera siempre viene buscando, hace como 15 años todavía había mucha, yo me acuerdo que hasta cuando empezaba a tronar y crecía un poquito el río, hasta por la acequia se veían por el canal de agua”.

La también empresaria lamenta que los tiempos de abundancia hayan terminado, pues “en ese tiempo era una acamaya normal, grande, que valía la pena, pero ya no hay, nosotras tenemos como tres años que no conseguimos ninguna grande, pero la que la gente venía y buscaba, que era un orgullo venderla, la gente le tomaba foto y la presumía”.

Felipa reconoce que los platillos que incluyen acamayas ya no contienen las oriundas de la zona serrana de Querétaro, pues es muy difícil encontrarlas y los pescadores ya no las ofrecen: “nosotras la traemos de Tampico, no es de la región. El sabor, quiero pensar que sí es diferente, pero gracias al sazón que le ponemos, dicen que saben ricas”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

Felipa recuerda que en tiempos de abundancia, en la temporada de lluvias sí era un platillo que se acostumbraba a comer en las casas, “se siente una tristeza porque hay personas que vienen exclusivamente a comer acamayas”, lamentó. A diferencia de las tilapias, que se cultivan en estanques, los lugareños no han visto un esfuerzo por cultivar acamayas.

Eduardo Tello, pescador de Concá, refirió que “las personas la han extraído mucho, no la dejan que se reproduzca, apenas la encuentran y la matan, además de que la plaga de langostino que tiene como dos años que la encontramos y la está desplazando”.

Respecto a cómo fue que el langostino australiano llegó a ser tan problemático en la región, Tello explicó que “no se sabe quién la introdujo, pero primero la encontramos en la acequia y de ahí llegó al río. Esta plaga últimamente ha estado acabando con el bagre, la sardina y todo lo que encuentra se lo va comiendo”.

A pesar de que son parecidas, el pescador detalló que “la diferencia que tiene la langosta australiana con la acamaya es que esta ya no crece mucho, máximo una cuarta y de ahí ya no se aprovecha más que la pura cola y de la acamaya sí, las tenazas y la mayor parte del cuerpo. El sabor sí es muy diferente, esta es más dulce y la otra sabe más a camarón”.

Tello también es encargado del área de mantenimiento del campus Concá de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), en donde hay granjas de tilapia, “aquí, lamentablemente no hay quien la reproduzca, porque no tienen el conocimiento, no se les ha dado una plática sobre cómo se reproduce ni cómo se puede cultivar, lo único que hemos hecho es cultivar tilapias”.

A pesar de que ha habido algunos intentos por estudiarla en el campus, Eduardo consideró que hace falta poner atención a la especie para poder rescatarla: “la acamaya no está acostumbrada a estar en un espacio pequeño, como es de río, se va entre cuevas, entre las rocas, tiene más espacio, es más libre y pues aquí solamente se le puso la tina”.

Foto: Yolanda Longino | Diario de Querétaro

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