/ lunes 25 de marzo de 2019

Universitarios desarrollan método para detectar daños en el riñón después de un trasplante

Consideran investigadores, fundamental localizar los síntomas de rechazo posterior al procedimiento quirúrgico

Con el objetivo de detectar oportunamente los problemas de salud derivados de un trasplante renal, estudiantes de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) presentaron el proyecto “Descripción de niveles de NGal, TGF-b, IL-10, IL-17 e IL-21 en pacientes adultos con trasplante renal alogénico a partir de los 12 meses postrasplante”. Este trabajo se realiza en el Laboratorio de Genética y Biología Molecular de dicha unidad académica.

Esta iniciativa fue impulsada por el Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) estuvo encabezada por la alumna Med. Gral. Hilda Edith Noriega Jiménez, del 4° semestre de la Maestría en Ciencias en Biomedicina; y asesorada por la Dra. Rosa Martha Pérez Serrano y la Dra. Guadalupe Zaldívar Lelo de Larrea. Se contó, además, con el apoyo del estudiante Ricardo Adrián Arguello Hoyos, del 9° semestre de la Licenciatura en Medicina.

Esta investigación, de acuerdo con sus realizadores, tiene como objetivo desarrollar un método de diagnóstico no invasivo, sensitivo y temprano de los primeros cambios biomoleculares en varias citosinas relevantes del sistema inmune que intervienen en el padecimiento y, así, generar un perfil de riesgo para ser tratado de forma oportuna con terapias de rescate a fin de disminuir la progresión de la insuficiencia renal en los pacientes y de esta manera, mejorar su calidad de vida.

Para Noriega Jiménez, en algunos casos, la detección de este tipo de padecimientos suele darse cuando existe un daño en el organismo, por lo que, a través de los biomarcadores en la sangre, se puede localizar algún problema antes de que haya un mayor problema en el riñón, además de que la toma de biopsias, también pueden ocasionar afectaciones al órgano.

“A partir de un año, es cuando se presenta el rechazo crónico, porque bajamos los niveles de inmunosupresión y se comienzan a presentar más casos de rechazo; sin embargo, para detectarlo actualmente, es por medio de estudios y que al momento de hacerlos el paciente ya tiene cierto daño; entonces, lo que buscamos son biomarcadores –moléculas–­ que estén en la sangre que detecten el daño renal antes de que haya otros cambios morfológicos”, explicó Noriega Jiménez.

La sangre que proporciona esta información proviene de las muestras del seguimiento que tiene el paciente, la cual se procesa en el laboratorio y por medio de técnicas de biología molecular, se detectan los niveles de una serie de interleucinas y otros biomarcadores para observar en qué momento éstos se elevan y correlacionarlo con la clínica, para que posteriormente se haga un protocolo que indique cuáles biomarcadores se elevan o disminuyen y detectar a un paciente de riesgo.

Entre los datos recabados durante esta investigación, se halló que de 2012 a 2017 había 197 pacientes trasplantados en hospitales de Querétaro, de los cuales, más del 50% tiene menos de 30 años, y comenzaron con problemas renales sin una justificación aparente, lo cual llamó la atención de los especialistas y, ante ello, han comenzado a plantearse nuevas preguntas.

“El problema de la enfermedad renal es que es silenciosa y no se puede diagnosticar si no se busca, por ello, dentro de la Facultad comenzamos otra línea de investigación que es el desarrollar un método diagnóstico temprano de esta enfermedad en pacientes jóvenes”, agregó la Médico General, quien afirmó que dicha situación afecta de manera importante la vida de quien la padece.

Se estima que una de cada 10 personas la presentan sin saberlo y en México ocupa el cuarto lugar en las enfermedades letales con una tasa de incidencia de 6.9 por cada 100 mil habitantes. A nivel nacional, más de 15 mil pacientes están en lista de espera por un injerto renal y se proyecta que incremente sustancialmente en los próximos cinco años.

Con el objetivo de detectar oportunamente los problemas de salud derivados de un trasplante renal, estudiantes de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) presentaron el proyecto “Descripción de niveles de NGal, TGF-b, IL-10, IL-17 e IL-21 en pacientes adultos con trasplante renal alogénico a partir de los 12 meses postrasplante”. Este trabajo se realiza en el Laboratorio de Genética y Biología Molecular de dicha unidad académica.

Esta iniciativa fue impulsada por el Fondo de Proyectos Especiales de Rectoría (FOPER) estuvo encabezada por la alumna Med. Gral. Hilda Edith Noriega Jiménez, del 4° semestre de la Maestría en Ciencias en Biomedicina; y asesorada por la Dra. Rosa Martha Pérez Serrano y la Dra. Guadalupe Zaldívar Lelo de Larrea. Se contó, además, con el apoyo del estudiante Ricardo Adrián Arguello Hoyos, del 9° semestre de la Licenciatura en Medicina.

Esta investigación, de acuerdo con sus realizadores, tiene como objetivo desarrollar un método de diagnóstico no invasivo, sensitivo y temprano de los primeros cambios biomoleculares en varias citosinas relevantes del sistema inmune que intervienen en el padecimiento y, así, generar un perfil de riesgo para ser tratado de forma oportuna con terapias de rescate a fin de disminuir la progresión de la insuficiencia renal en los pacientes y de esta manera, mejorar su calidad de vida.

Para Noriega Jiménez, en algunos casos, la detección de este tipo de padecimientos suele darse cuando existe un daño en el organismo, por lo que, a través de los biomarcadores en la sangre, se puede localizar algún problema antes de que haya un mayor problema en el riñón, además de que la toma de biopsias, también pueden ocasionar afectaciones al órgano.

“A partir de un año, es cuando se presenta el rechazo crónico, porque bajamos los niveles de inmunosupresión y se comienzan a presentar más casos de rechazo; sin embargo, para detectarlo actualmente, es por medio de estudios y que al momento de hacerlos el paciente ya tiene cierto daño; entonces, lo que buscamos son biomarcadores –moléculas–­ que estén en la sangre que detecten el daño renal antes de que haya otros cambios morfológicos”, explicó Noriega Jiménez.

La sangre que proporciona esta información proviene de las muestras del seguimiento que tiene el paciente, la cual se procesa en el laboratorio y por medio de técnicas de biología molecular, se detectan los niveles de una serie de interleucinas y otros biomarcadores para observar en qué momento éstos se elevan y correlacionarlo con la clínica, para que posteriormente se haga un protocolo que indique cuáles biomarcadores se elevan o disminuyen y detectar a un paciente de riesgo.

Entre los datos recabados durante esta investigación, se halló que de 2012 a 2017 había 197 pacientes trasplantados en hospitales de Querétaro, de los cuales, más del 50% tiene menos de 30 años, y comenzaron con problemas renales sin una justificación aparente, lo cual llamó la atención de los especialistas y, ante ello, han comenzado a plantearse nuevas preguntas.

“El problema de la enfermedad renal es que es silenciosa y no se puede diagnosticar si no se busca, por ello, dentro de la Facultad comenzamos otra línea de investigación que es el desarrollar un método diagnóstico temprano de esta enfermedad en pacientes jóvenes”, agregó la Médico General, quien afirmó que dicha situación afecta de manera importante la vida de quien la padece.

Se estima que una de cada 10 personas la presentan sin saberlo y en México ocupa el cuarto lugar en las enfermedades letales con una tasa de incidencia de 6.9 por cada 100 mil habitantes. A nivel nacional, más de 15 mil pacientes están en lista de espera por un injerto renal y se proyecta que incremente sustancialmente en los próximos cinco años.

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