/ domingo 15 de octubre de 2017

Sebastian Kurz llega al poder en Austria y será el dirigente más joven del mundo

El ultra conservador Sebastian Kurz, de 31 años, seconvirtió ayer en el canciller más joven de la historiade Austria después de haber ganado en forma concluyente laselecciones legislativas con 31,6% de los votos contra 26,9% delPartido Socialdemócrata (SPÖ) y 26% del Partido de laLibertad (FPÖ) de extrema derecha.

El joven prodigio de la política austriaca —buen mozo, seductor y ambicioso—, que tiene ochoaños menos que el presidente francés Emmanuel Macron,será también el dirigente más joven del mundo.

Pero la gran sorpresa de esta consulta fue el sensiblecrecimiento del movimiento xenófobo, racista yanti-islámico FPÖ. Tres semanas después de laselecciones de Alemania  —en las cuales el partido AfDde extrema derecha cosechó 13,3% de votos y consiguióenviar un grupo de 94 diputados al Bundestag—, el partidoque dirige Heinz-Christian Strache progresó 5,5% con respectoa 2013 y tendrá 51 legisladores (+4) en el Parlamento.

La mayor conmoción, sin embargo, fue el estrepitosoderrumbe de los Verdes, que reunieron apenas 3,9% (-8,5%) y, al nohaber alcanzado la barra mínima de 5%, quedaron fuera delParlamento.

Con 62 diputados en el próximo Parlamento —según los resultados provisorios—, el PartidoConservador tendrá un amplio margen de maniobra para elegirentre los socialdemócratas (52 diputados) y la extrema derecha(51) para formar la coalición de gobierno que necesita unamayoría de 92 votos.

Esa opción, aparentemente fácil, constituye sinembargo un difícil dilema. Los 6,4 millones de electoresaustriacos son hostiles a perpetuar una alianza entre conservadoresy socialdemócratas, los dos partidos que se alternaron en elpoder durante los últimos 70 años. Pero, al mismo tiempo,no miran con demasiado entusiasmo la posibilidad de ver a laextrema derecha como socio menor de una coalición de gobierno.En la campaña, había reclamado los estratégicosministerios de Relaciones Exteriores e Interior.

La campaña demostró que Kurz no está demasiadolejos de las ideas xenófobas, contrarias a la inmigracióny hostiles al Islam que predica el FPÖ, posicionesapoyadas  —con mayor o menor entusiasmo— por 83% de la opinión pública. Su cambio de posiciónfue tan grotesco en algunos casos que Strache lo acusó dehaber plagiado su programa. En los meses previos a laelección, Kurz también demostró numerosascoincidencias con el autoritario primer ministro húngaroViktor Orban y no descartó la posibilidad de integrar el Grupode Visegrad que reúne a los miembros más eurófobosde la Unión Europea (UE): Polonia, Hungría,República Checa y Eslovaquia.

En caso de que se sienta proclive a tentar la experiencia deintegrar la extrema derecha al gobierno, esa opciónentraña numerosos riesgos.

Una coalición de conservadores y extrema derechareproduciría, con exactitud, el escenario que conoció elpaís en el año 2000. A despecho de los resultados, quehabían acordado la mayoría al SPÖ, el líderconservador Wolfgang Schüssel negoció en secreto con elFPÖ, dirigido en esa época por el inquietante JorgHaider. Gracias a ese pacto, pudo formar una coalición que,por primera vez desde 1945, permitió el ingreso de un partidode extrema derecha al gobierno de un país europeo. Aislado ysancionado por Bruselas, Austria se convirtió duranteaños en el paria de Europa.

Kurz, que conoce los riesgos y no carece de astucia, seguramentetratará de imaginar una fórmula más astuta que leasegure mantener el total control del poder y garantizar laestabilidad de Austria.

El ultra conservador Sebastian Kurz, de 31 años, seconvirtió ayer en el canciller más joven de la historiade Austria después de haber ganado en forma concluyente laselecciones legislativas con 31,6% de los votos contra 26,9% delPartido Socialdemócrata (SPÖ) y 26% del Partido de laLibertad (FPÖ) de extrema derecha.

El joven prodigio de la política austriaca —buen mozo, seductor y ambicioso—, que tiene ochoaños menos que el presidente francés Emmanuel Macron,será también el dirigente más joven del mundo.

Pero la gran sorpresa de esta consulta fue el sensiblecrecimiento del movimiento xenófobo, racista yanti-islámico FPÖ. Tres semanas después de laselecciones de Alemania  —en las cuales el partido AfDde extrema derecha cosechó 13,3% de votos y consiguióenviar un grupo de 94 diputados al Bundestag—, el partidoque dirige Heinz-Christian Strache progresó 5,5% con respectoa 2013 y tendrá 51 legisladores (+4) en el Parlamento.

La mayor conmoción, sin embargo, fue el estrepitosoderrumbe de los Verdes, que reunieron apenas 3,9% (-8,5%) y, al nohaber alcanzado la barra mínima de 5%, quedaron fuera delParlamento.

Con 62 diputados en el próximo Parlamento —según los resultados provisorios—, el PartidoConservador tendrá un amplio margen de maniobra para elegirentre los socialdemócratas (52 diputados) y la extrema derecha(51) para formar la coalición de gobierno que necesita unamayoría de 92 votos.

Esa opción, aparentemente fácil, constituye sinembargo un difícil dilema. Los 6,4 millones de electoresaustriacos son hostiles a perpetuar una alianza entre conservadoresy socialdemócratas, los dos partidos que se alternaron en elpoder durante los últimos 70 años. Pero, al mismo tiempo,no miran con demasiado entusiasmo la posibilidad de ver a laextrema derecha como socio menor de una coalición de gobierno.En la campaña, había reclamado los estratégicosministerios de Relaciones Exteriores e Interior.

La campaña demostró que Kurz no está demasiadolejos de las ideas xenófobas, contrarias a la inmigracióny hostiles al Islam que predica el FPÖ, posicionesapoyadas  —con mayor o menor entusiasmo— por 83% de la opinión pública. Su cambio de posiciónfue tan grotesco en algunos casos que Strache lo acusó dehaber plagiado su programa. En los meses previos a laelección, Kurz también demostró numerosascoincidencias con el autoritario primer ministro húngaroViktor Orban y no descartó la posibilidad de integrar el Grupode Visegrad que reúne a los miembros más eurófobosde la Unión Europea (UE): Polonia, Hungría,República Checa y Eslovaquia.

En caso de que se sienta proclive a tentar la experiencia deintegrar la extrema derecha al gobierno, esa opciónentraña numerosos riesgos.

Una coalición de conservadores y extrema derechareproduciría, con exactitud, el escenario que conoció elpaís en el año 2000. A despecho de los resultados, quehabían acordado la mayoría al SPÖ, el líderconservador Wolfgang Schüssel negoció en secreto con elFPÖ, dirigido en esa época por el inquietante JorgHaider. Gracias a ese pacto, pudo formar una coalición que,por primera vez desde 1945, permitió el ingreso de un partidode extrema derecha al gobierno de un país europeo. Aislado ysancionado por Bruselas, Austria se convirtió duranteaños en el paria de Europa.

Kurz, que conoce los riesgos y no carece de astucia, seguramentetratará de imaginar una fórmula más astuta que leasegure mantener el total control del poder y garantizar laestabilidad de Austria.

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