/ martes 28 de noviembre de 2017

Magdalena Teitipac, comunidad indígena donde los niños tienen esperanza

Oaxaca, (Notimex) .- Elizabeth tiene 15 años de edad, hacecinco perdió a su mamá en un accidente automovilístico, ya no vaa la escuela porque cuida de sus dos hermanos pequeños; hacetortillas, siembra un huerto de hortalizas y aprende corte yconfección; además, ella quiere ser conductora de televisión yes parte del programa ChildFund México, en donde le enseñan autilizar herramientas básicas de computación para el desarrollode proyectos productivos.

Con talleres específicos para niños desde la primera infanciahasta la adolescencia, la organización atiende a chicos ensituación de carencia, exclusión y vulnerabilidad en alrededor de30 países con 400 socios locales, es decir, organizaciones deayuda a la infancia ya consolidadas con las cuales trabajan de lamano; en México cuentan con alrededor de 30, una de ellas esNiños de Magdalena Teitipac, en la comunidad del mismo nombre, enOaxaca, donde vive Elizabeth.

Con presencia en África, América y Asia los programas deChildFund han impactado la vida de 19.7 millones de niños y susfamilias; en México, tiene presencia en 350 comunidades en Estadoscomo Chiapas, Morelia, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, pormencionar algunos de los siete estados en los que se concentra 50por ciento de la pobreza en el país.

La organización civil ChildFund tiene ya 40 años en México yha generado un impacto positivo en más de 100 mil personasmediante la atención de 27 mil niños y adolescentes.

En el país, 40.2 millones de personas tienen entre cero a 17años de edad, de las cuales 28 millones viven en pobreza, en tantoque 4.7 millones están en situación de pobreza extrema. Además,sólo uno de cada seis niños vive en estado de bienestar y untercio de las muertes en menores de 15 años se debe a laviolencia, refirió la oficial de comunicación de ChildFundMéxico, Paloma González.

Elizabeth, junto con sus hermanos, son afiliados a este programaque funciona mediante padrinos, quienes realizan una aportaciónmensual que es distribuida no sólo entre sus ahijados, sino queabarca a todos los niños afiliados al programa; sin embargo, lagerente de la fundación Niños Magdalena Teitipac, Oralia López,detalló que 80 por ciento de las aportaciones proviene dedonadores extranjeros y sólo 20 por ciento es de mexicanos.

María Isabel tiene siete años y tres hermanos, todos en edadescolar, ella nació con una deformidad en el pie, la solución asu problema, de acuerdo con médicos de instituciones de saludpública fue amputar; sin embargo, la mujer extranjera que laamadrina decidió aportar recursos para su operación queúnicamente consistía en liberar los tendones y realizarejercicios de rehabilitación.

Aún cuando vive en la parte más alta del cerro, tiene más delo que muchos podrían soñar, un patio grande para correr, unavista inigualable y un huerto casero en donde su abuela siembraalgunas frutas, tomate, chile y hierbas de olor, María Isabel ysus hermanos fueron cuidados por sus abuelos luego de que suspadres intentaran cruzar la frontera con Estados Unidos y aúncuando ya volvieron, los abuelos, apoyados por la fundación,realizaron todas las diligencias para que la niña pudiera volver ajugar.

A menos de un año de operación María Isabel tiene los ojosllenos de luz y puede jugar por el patio de su casa junto con suhermana Liliana de tres años, quien habla poco pero corre muchodetrás de su hermana. ChildFund funcionó como un enlace entreella y su madrina para gestionar los procedimientos para suoperación, aunado a que acompañó a la familia durante el procesode recuperación y terapias de rehabilitación física.

En ese sentido, Paloma González explicó que aún cuando laorganización sólo está dedicada al empoderamiento de los niñosmediante talleres educativos centrados en la protección de losderechos de la infancia, funge como enlace entre los padrinos y losniños en el caso de que los primeros decidan ofrecer mayoresapoyos.

“ChildFund busca contribuir a que los niños, las niñas y losjóvenes rompan el círculo generacional de la pobreza en la que seven envueltos de generación en generación y es complicadísimoque alguien salte de ese estado socioeconómico, queremos que losinfantes alcancen su máximo potencial en cada etapa de sus vidasque se sientan libres y que estén libres de violencia”, expusoGonzález.

La abuela de María Isabel habla zapoteco y como la mayoría delas mujeres de la comunidad hace tortillas, comienza sus laboresdesde antes de que salga el sol y aunque habla poco español,reconoce con orgullo que sus nietos, todos afiliados a estainiciativa, son niños más despiertos, no como ella, que no cuentacon ningún grado de escolaridad, comentó.

La organización civil cuenta con una oferta programática queatiende a niños desde los cero hasta los 18 años de edad, en laprimera infancia se busca integrar a los padres de familia yfavorecer la crianza positiva libre de violencia, en tanto que delos seis a los 12 años se les dota de herramientas para eldesarrollo de habilidades como lectoescritura y pensamiento lógicomatemático.

De los 13 a los 18 se fortalece la autoestima de losadolescentes con talleres enfocados en liderazgo, emprendimiento deproyectos productivos, conocimiento de paquetería Office,promoción de hábitos saludables, así como tratamiento de temasde sexualidad y reproducción.

Amelia, de 33 años de edad, tiene cuatro hijos, Berenice yGerardo son adolescentes, Nallely va en la primaria y Diego enpreescolar, ella también inicia sus labores desde muy temprano,levanta a los niños, les da tacos de queso y los lleva a laescuela, después regresa a hacer labores caseras y de nueva cuentavuelve a la escuela por el más pequeño.

Alrededor de las 13:00 horas regresan los demás y comen,posteriormente se pone a echar tortillas al comal y prepara másmasa para el día siguiente, termina hasta las siete u ocho de lanoche.

El marido de Amelia se marchó a Estados Unidos para juntarrecursos para un terreno propio y ahorrar para los estudiosposteriores de los niños, en específico de Gerardo, quien ademástiene un gran interés en estudiar y cuenta con muy buenascalificaciones en la escuela.

A un año de haber partido, el esposo de Amelia aún debe dineroa familiares y amigos; además, vendió su viejo automóvil parajuntar los 15 mil dólares que le costó cruzar la frontera “paramás seguro”, comenta ella. Él tiene dos trabajos para pagar ladeuda por lo que manda entre dos mil y tres mil pesos “cada quepuede, porque sigue juntando para pagar, por eso yo le ayudoechando las tortillas”, refiere con nostalgia.

Los cuatro niños asisten al programa de la organización Niñosde Magdalena Teitipac y su mamá comenta que van muy contentos yque han aprendido mucho. Los talleres se ofrecen los lunes yviernes después del horario escolar y los sábados por lasmañanas en un aula bien equipada con materiales didácticosvariados y una buena cantidad de libros en buen estado, todoproducto de donaciones.

Además de impulsar el desarrollo de habilidades en lectoescritura, matemáticas y computación, la organización fomenta enlos niños la conciencia de una vida sin violencia, el conocimientode los derechos de la infancia, así como el cuidado de la salud,alimentación y desarrollo comunitario.

Niños de Magdalena Teitipac lleva 13 años instalada en lacomunidad, en la actualidad tiene a 300 niños afiliados a losprogramas, cien de ellos asisten de manera regular; sin embargo, lagerente de la fundación Niños Magdalena Teitipac, Oralia López,agregó que además de manos para ayudar, hacen falta más recursospara edificar aulas en el terreno donado por las autoridades.

Oaxaca, (Notimex) .- Elizabeth tiene 15 años de edad, hacecinco perdió a su mamá en un accidente automovilístico, ya no vaa la escuela porque cuida de sus dos hermanos pequeños; hacetortillas, siembra un huerto de hortalizas y aprende corte yconfección; además, ella quiere ser conductora de televisión yes parte del programa ChildFund México, en donde le enseñan autilizar herramientas básicas de computación para el desarrollode proyectos productivos.

Con talleres específicos para niños desde la primera infanciahasta la adolescencia, la organización atiende a chicos ensituación de carencia, exclusión y vulnerabilidad en alrededor de30 países con 400 socios locales, es decir, organizaciones deayuda a la infancia ya consolidadas con las cuales trabajan de lamano; en México cuentan con alrededor de 30, una de ellas esNiños de Magdalena Teitipac, en la comunidad del mismo nombre, enOaxaca, donde vive Elizabeth.

Con presencia en África, América y Asia los programas deChildFund han impactado la vida de 19.7 millones de niños y susfamilias; en México, tiene presencia en 350 comunidades en Estadoscomo Chiapas, Morelia, Estado de México, Guerrero y Oaxaca, pormencionar algunos de los siete estados en los que se concentra 50por ciento de la pobreza en el país.

La organización civil ChildFund tiene ya 40 años en México yha generado un impacto positivo en más de 100 mil personasmediante la atención de 27 mil niños y adolescentes.

En el país, 40.2 millones de personas tienen entre cero a 17años de edad, de las cuales 28 millones viven en pobreza, en tantoque 4.7 millones están en situación de pobreza extrema. Además,sólo uno de cada seis niños vive en estado de bienestar y untercio de las muertes en menores de 15 años se debe a laviolencia, refirió la oficial de comunicación de ChildFundMéxico, Paloma González.

Elizabeth, junto con sus hermanos, son afiliados a este programaque funciona mediante padrinos, quienes realizan una aportaciónmensual que es distribuida no sólo entre sus ahijados, sino queabarca a todos los niños afiliados al programa; sin embargo, lagerente de la fundación Niños Magdalena Teitipac, Oralia López,detalló que 80 por ciento de las aportaciones proviene dedonadores extranjeros y sólo 20 por ciento es de mexicanos.

María Isabel tiene siete años y tres hermanos, todos en edadescolar, ella nació con una deformidad en el pie, la solución asu problema, de acuerdo con médicos de instituciones de saludpública fue amputar; sin embargo, la mujer extranjera que laamadrina decidió aportar recursos para su operación queúnicamente consistía en liberar los tendones y realizarejercicios de rehabilitación.

Aún cuando vive en la parte más alta del cerro, tiene más delo que muchos podrían soñar, un patio grande para correr, unavista inigualable y un huerto casero en donde su abuela siembraalgunas frutas, tomate, chile y hierbas de olor, María Isabel ysus hermanos fueron cuidados por sus abuelos luego de que suspadres intentaran cruzar la frontera con Estados Unidos y aúncuando ya volvieron, los abuelos, apoyados por la fundación,realizaron todas las diligencias para que la niña pudiera volver ajugar.

A menos de un año de operación María Isabel tiene los ojosllenos de luz y puede jugar por el patio de su casa junto con suhermana Liliana de tres años, quien habla poco pero corre muchodetrás de su hermana. ChildFund funcionó como un enlace entreella y su madrina para gestionar los procedimientos para suoperación, aunado a que acompañó a la familia durante el procesode recuperación y terapias de rehabilitación física.

En ese sentido, Paloma González explicó que aún cuando laorganización sólo está dedicada al empoderamiento de los niñosmediante talleres educativos centrados en la protección de losderechos de la infancia, funge como enlace entre los padrinos y losniños en el caso de que los primeros decidan ofrecer mayoresapoyos.

“ChildFund busca contribuir a que los niños, las niñas y losjóvenes rompan el círculo generacional de la pobreza en la que seven envueltos de generación en generación y es complicadísimoque alguien salte de ese estado socioeconómico, queremos que losinfantes alcancen su máximo potencial en cada etapa de sus vidasque se sientan libres y que estén libres de violencia”, expusoGonzález.

La abuela de María Isabel habla zapoteco y como la mayoría delas mujeres de la comunidad hace tortillas, comienza sus laboresdesde antes de que salga el sol y aunque habla poco español,reconoce con orgullo que sus nietos, todos afiliados a estainiciativa, son niños más despiertos, no como ella, que no cuentacon ningún grado de escolaridad, comentó.

La organización civil cuenta con una oferta programática queatiende a niños desde los cero hasta los 18 años de edad, en laprimera infancia se busca integrar a los padres de familia yfavorecer la crianza positiva libre de violencia, en tanto que delos seis a los 12 años se les dota de herramientas para eldesarrollo de habilidades como lectoescritura y pensamiento lógicomatemático.

De los 13 a los 18 se fortalece la autoestima de losadolescentes con talleres enfocados en liderazgo, emprendimiento deproyectos productivos, conocimiento de paquetería Office,promoción de hábitos saludables, así como tratamiento de temasde sexualidad y reproducción.

Amelia, de 33 años de edad, tiene cuatro hijos, Berenice yGerardo son adolescentes, Nallely va en la primaria y Diego enpreescolar, ella también inicia sus labores desde muy temprano,levanta a los niños, les da tacos de queso y los lleva a laescuela, después regresa a hacer labores caseras y de nueva cuentavuelve a la escuela por el más pequeño.

Alrededor de las 13:00 horas regresan los demás y comen,posteriormente se pone a echar tortillas al comal y prepara másmasa para el día siguiente, termina hasta las siete u ocho de lanoche.

El marido de Amelia se marchó a Estados Unidos para juntarrecursos para un terreno propio y ahorrar para los estudiosposteriores de los niños, en específico de Gerardo, quien ademástiene un gran interés en estudiar y cuenta con muy buenascalificaciones en la escuela.

A un año de haber partido, el esposo de Amelia aún debe dineroa familiares y amigos; además, vendió su viejo automóvil parajuntar los 15 mil dólares que le costó cruzar la frontera “paramás seguro”, comenta ella. Él tiene dos trabajos para pagar ladeuda por lo que manda entre dos mil y tres mil pesos “cada quepuede, porque sigue juntando para pagar, por eso yo le ayudoechando las tortillas”, refiere con nostalgia.

Los cuatro niños asisten al programa de la organización Niñosde Magdalena Teitipac y su mamá comenta que van muy contentos yque han aprendido mucho. Los talleres se ofrecen los lunes yviernes después del horario escolar y los sábados por lasmañanas en un aula bien equipada con materiales didácticosvariados y una buena cantidad de libros en buen estado, todoproducto de donaciones.

Además de impulsar el desarrollo de habilidades en lectoescritura, matemáticas y computación, la organización fomenta enlos niños la conciencia de una vida sin violencia, el conocimientode los derechos de la infancia, así como el cuidado de la salud,alimentación y desarrollo comunitario.

Niños de Magdalena Teitipac lleva 13 años instalada en lacomunidad, en la actualidad tiene a 300 niños afiliados a losprogramas, cien de ellos asisten de manera regular; sin embargo, lagerente de la fundación Niños Magdalena Teitipac, Oralia López,agregó que además de manos para ayudar, hacen falta más recursospara edificar aulas en el terreno donado por las autoridades.

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