/ domingo 24 de diciembre de 2023

Aquí Querétaro | Diciembre queretano


Si hay una época del año especial para la ciudad de Querétaro, ésa es, sin duda, la de la Navidad, la de un diciembre en el que el tiempo parece retroceder un siglo y nos convertimos de nuevo en aquellos personajes de carruajes, leyendas, religiosidad y diversiones tan caseras como antiguas.

En diciembre, Querétaro vuelve a ser decimonónico y tradicional, a pesar de su crecimiento y de la ya mucha variedad y ascendencia de sus habitantes.

En diciembre, o alrededor de él, volvemos a imprimir una publicación centenaria que rescata la poesía más tradicional y les da un valor especial a los rostros de las jovencitas de la sociedad. Casi automáticamente, al interior del Heraldo de Navidad, y hasta en su presentación en público, los protagonistas, escritores y presentadores, recuperan esa sensación de seguir perteneciendo a una ciudad santa y de tierra adentro que fue considerada “la perla del Bajío”.

También se corona una reina con toda una parafernalia cultivada a lo largo de muchas décadas: la selección meticulosa de la soberana, los vestidos largos, la corona y el cetro, la poesía de alabanza a su belleza, el pregón con su nombre, los trajes de otrora, los chambelanes, los pajes y el recorrido por las calles para saludar, brazo extendido, a su pueblo.

Los carros alegóricos, una noche bíblicos y la anterior mundanos pero recatados, que recorren las calles entre multitudes dispuestas a no perderse un ápice de sus detalles y después comentarlos en compañía de un ponche y un buñuelo.

Un nacimiento monumental, un par de verbenas populares, un carro que anuncia la llegada de la Navidad por cada noche de posada, el encendido de un árbol, el adorno de las calles, los puestos callejeros de buñuelos, de ponche, de enchiladas y guajolotes…

Sí, diciembre es distinto en Querétaro a los diciembres de cualquier otro sitio. Es un reencuentro con la tradición, con el pasado que se niega a irse, con la nostalgia de etapas de la vida que fueron felices, al menos durante el transcurso de algún diciembre.

Es un diciembre tradicional, decimonónico, rimado, acompañado de antojos de estación, a ratos sublime y a ratos cursi, que nos hace sentirnos nuevamente queretanos. Diciembre trae consigo la mejor, la más añeja, versión de Querétaro.



Si hay una época del año especial para la ciudad de Querétaro, ésa es, sin duda, la de la Navidad, la de un diciembre en el que el tiempo parece retroceder un siglo y nos convertimos de nuevo en aquellos personajes de carruajes, leyendas, religiosidad y diversiones tan caseras como antiguas.

En diciembre, Querétaro vuelve a ser decimonónico y tradicional, a pesar de su crecimiento y de la ya mucha variedad y ascendencia de sus habitantes.

En diciembre, o alrededor de él, volvemos a imprimir una publicación centenaria que rescata la poesía más tradicional y les da un valor especial a los rostros de las jovencitas de la sociedad. Casi automáticamente, al interior del Heraldo de Navidad, y hasta en su presentación en público, los protagonistas, escritores y presentadores, recuperan esa sensación de seguir perteneciendo a una ciudad santa y de tierra adentro que fue considerada “la perla del Bajío”.

También se corona una reina con toda una parafernalia cultivada a lo largo de muchas décadas: la selección meticulosa de la soberana, los vestidos largos, la corona y el cetro, la poesía de alabanza a su belleza, el pregón con su nombre, los trajes de otrora, los chambelanes, los pajes y el recorrido por las calles para saludar, brazo extendido, a su pueblo.

Los carros alegóricos, una noche bíblicos y la anterior mundanos pero recatados, que recorren las calles entre multitudes dispuestas a no perderse un ápice de sus detalles y después comentarlos en compañía de un ponche y un buñuelo.

Un nacimiento monumental, un par de verbenas populares, un carro que anuncia la llegada de la Navidad por cada noche de posada, el encendido de un árbol, el adorno de las calles, los puestos callejeros de buñuelos, de ponche, de enchiladas y guajolotes…

Sí, diciembre es distinto en Querétaro a los diciembres de cualquier otro sitio. Es un reencuentro con la tradición, con el pasado que se niega a irse, con la nostalgia de etapas de la vida que fueron felices, al menos durante el transcurso de algún diciembre.

Es un diciembre tradicional, decimonónico, rimado, acompañado de antojos de estación, a ratos sublime y a ratos cursi, que nos hace sentirnos nuevamente queretanos. Diciembre trae consigo la mejor, la más añeja, versión de Querétaro.