/ domingo 26 de mayo de 2024

Cabañuelas | Grosella, de Europa para México


El grosellero rojo (Ribes rubrum) también conocido como corinto, parrilla o uva de señora, es una especie de arbusto perteneciente a la familia Grossulariaceae. Durante la Edad Media, las grosellas rojas fueron apreciadas por los médicos, pero hasta el siglo XV se inició su cultivo sistemático. En esa época se usaban las grosellas negras para dar sabor y color a vinos suaves.

Las grosellas rojas se pueden consumir frescas, aunque generalmente se emplean en la industria alimenticia y refresquera, sus frutos son ricos en azucares y vitaminas, son diuréticas y combaten la gripe, cuando el fruto está verde es un buen astringente; cuando maduran tiene efectos laxantes.

Se han consumido en estado silvestre desde la prehistoria. Son originarias de distintas zonas de Europa y Asia. Se cree que ya eran consumidas por los hombres del Paleolítico, que las recolectaban de plantas silvestres.

A mediados del siglo XVIII, el jugo de estas frutas se puso de moda en Francia y tenía un nombre exótico: groseille d’outre mer, que significa grosella de un lugar lejano. Si bien en México el sabor grosella se identifica con bebidas embotelladas, la fruta como tal muy poca gente la conoce. En términos de producción se les agrupa junto a las zarzamoras y a las frambuesas, ocupan el 2% de la producción de fruta anual, principalmente en los estados de Morelos, Jalisco y Michoacán.

Un dato curioso, de acuerdo con la Asociación Líderes Mexicanos, fue el abuelo de los dueños de la compañía de saborizantes Deiman, Francisco Medina González, quien creó en nuestro país en 1938 este sabor después de haber probado grosellas en Europa. Francisco Medina González también es uno de los primeros egresados de la licenciatura de ingeniería química de México por parte de la UNAM.


  • Facebook: Heidy Wagner Laclette


El grosellero rojo (Ribes rubrum) también conocido como corinto, parrilla o uva de señora, es una especie de arbusto perteneciente a la familia Grossulariaceae. Durante la Edad Media, las grosellas rojas fueron apreciadas por los médicos, pero hasta el siglo XV se inició su cultivo sistemático. En esa época se usaban las grosellas negras para dar sabor y color a vinos suaves.

Las grosellas rojas se pueden consumir frescas, aunque generalmente se emplean en la industria alimenticia y refresquera, sus frutos son ricos en azucares y vitaminas, son diuréticas y combaten la gripe, cuando el fruto está verde es un buen astringente; cuando maduran tiene efectos laxantes.

Se han consumido en estado silvestre desde la prehistoria. Son originarias de distintas zonas de Europa y Asia. Se cree que ya eran consumidas por los hombres del Paleolítico, que las recolectaban de plantas silvestres.

A mediados del siglo XVIII, el jugo de estas frutas se puso de moda en Francia y tenía un nombre exótico: groseille d’outre mer, que significa grosella de un lugar lejano. Si bien en México el sabor grosella se identifica con bebidas embotelladas, la fruta como tal muy poca gente la conoce. En términos de producción se les agrupa junto a las zarzamoras y a las frambuesas, ocupan el 2% de la producción de fruta anual, principalmente en los estados de Morelos, Jalisco y Michoacán.

Un dato curioso, de acuerdo con la Asociación Líderes Mexicanos, fue el abuelo de los dueños de la compañía de saborizantes Deiman, Francisco Medina González, quien creó en nuestro país en 1938 este sabor después de haber probado grosellas en Europa. Francisco Medina González también es uno de los primeros egresados de la licenciatura de ingeniería química de México por parte de la UNAM.


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