/ viernes 27 de octubre de 2023

Contraluz | Alberto Ángel, voz, poesía y color


Lo recuerdo cantando con singular prestancia frente a Palacio de Gobierno, dando la espalda a la estatua del Marqués, entonando Los Queretanos, La Independencia, La Fundación, El Agua, La Corregidora y todos los temas de la Cantata Querétaro ante un público cálido y entusiasta que colmaba el sillerío y se ampliaba a cientos de asistentes que no habían alcanzado lugar y escuchaban bajo las arcadas de la icónica plaza.

Alberto Ángel conocido como El Cuervo interpretaba la Cantata escrita por Mario Arturo Ramos y Jesús Monárrez, a solicitud del entonces director del Instituto Queretano para la Cultura y las Artes, el estimado periodista y dramaturgo Manuel Naredo.

Conocido como destacado tenor, Alberto Ángel se había inclinado por la música popular a la que defendía a capa y espada sosteniendo con Montaigne que era ahí donde estaba la esencia germinal del pueblo, por lo que no había qué dejar que decayera pues en la digna tradición navega diáfana el alma de los pueblos.

Ecléctico y sencillo Alberto Ángel a quien había yo conocido someramente por Mario Arturo en la Ciudad de México, había ya forjado innumerables senderos en el quehacer artístico y en otras materias que lo significaron como un hombre de enorme cultura y consecuente sencillez y bonhomía.

Había nacido en Nanchital, Veracruz, en 1950 y desde niño supo que el canto sería abrigo y luz inseparable durante toda su vida.

Cantó en el coro infantil de su pueblo y mudado a la ciudad de México con su familia lo primero que buscó y logró fue cantar en el Orfeón Infantil mexicano del que fue solista.

En su desarrollo no escogió caminos limitados ni se ilusionó con especializaciones de ningún ramo. Supo muy pronto que la felicidad a nuestro alcance está en el triunfo personal y la fidelidad a sí mismo más que en el éxito fútil e inmediato de alharacas frecuentemente vacías.

Por ello ingresó a estudiar música en el Conservatorio Nacional y en la Escuela de Música de la UNAM; por ello estudió también pintura y se acogió en el Centro Mexicano de Escritores a talleres de Juan Rulfo y José Revueltas para abordar con holgura la gracia de escribir y trasmitir a través de la palabra, como lo hizo perseverantemente durante años en “La Voz del Norte” cuyo editor en jefe era Mario Arturo.

En 1971 ganó el primer lugar en el Festival Nacional e Internacional de la Música Popular y en 1972 participó y ganó la fase nacional del primer Festival de la OTI con la canción Yo No Voy a la Guerra de Roberto Cantoral, misma que en la competencia internacional, en España, fue descalificada –prevalecían allá los últimos tiempos de dictadura y censura-.

Logró así que se le abrieran puertas de radio, televisión y alguna compañía disquera, dejando claro a partir de entonces su perfil de promotor, difusor y defensor de la música popular mexicana.

Con Humberto Cravioto y Valente Pastor integró un trío de tenores que con éxito se presentaron en diferentes plazas del país y realizaron varias grabaciones.

A la par continuó estudiando en la Escuela Superior y en el Taller de Ópera de Bellas Artes y tomando clases particulares de piano, canto y armonía con maestros de la talla de Juan José Calatayud, Emilio Pérez Casas e Ignacio Gutiérrez.

Con el tiempo añadió a su bagaje estudios de Artes Plásticas en la Universidad de Guadalajara y la Universidad Iberoamericana y de pintura con maestros como Alfredo Meneses y José Chávez Morado, y como ya se dijo, estudios de la literatura y en taller de escritores cinematográficos de México.

Pero las otras ciencias también le atraían y por ello estudió la carrera de Químico Bacteriólogo Parasitólogo en el Instituto Politécnico Nacional y Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana. A lo largo de su vida Alberto Ángel participó y encabezó también programas radiofónicos y televisivos en los que prodigó sus conocimientos sobre la música popular mexicana y sus grandes intérpretes, autores y compositores.

En materia discográfica abordó destacadas producciones entre las que destacaron Homenaje a María Grever (1984), El Amor Es Como La Luna (1991), Yo Soy Mexicano (1996), Huapangos (1997), Nostalgia Mexicana (2005) y Recordando a Los Cuates Castilla –autores del icónico tema El Pastor-.

Publicó también cinco libros: “Amigos y Remembranzas”, de cuento rural y verso; “Mexicomentarios”, de música y tradiciones mexicanas; “México de Mis Amores”, igualmente de música y tradiciones mexicanas; “Chistes Mexicanos”, un ensayo acerca del humorismo nacional y regional de nuestro país; y, por último, “De La Vida, la Muerte, el Amor… Y Otras Recetas”, publicado por Porrúa.

Ha de anotarse además que Alberto Ángel fue titular de la enseñanza de pintura en la dirección de cultura de la ESIME en el IPN, institución en la que tuvo a su cargo el taller de canto y conjuntos corales. Como artista del pincel participó desde 1994 en diversas exposiciones, individuales y colectivas, a lo largo y ancho del país recibiendo reconocimiento amplio a su trabajo especialmente de sus maestros Chávez Morado y Raúl Anguiano.

En cuanto a muralismo realizó más de una decena de obras destacando “El Arte y la Cibernética” en la Escuela Superior de Cómputo del Instituto Politécnico Nacional, obra que fue develada precisamente por Raúl Anguiano y realizada en óleo sobre tela montada en paneles de madera.

Después de su aparición de la Cantata Querétaro de Mario Arturo y Jesús Monárrez estuvo aquí en “Mamá Carmen”, de José Dolores González Ortiz, en lucido espectáculo promovido por Mario Arturo donde cantó con mariachi grandes temas mexicanos.

Posteriormente, junto con el talentoso Enrique Zamudio y Miguel Muñoz Gutiérrez, director entonces de la Estudiantina Femenil de la UAQ que celebraba su 30 aniversario, conversamos con Alberto Ángel en cálida comida en La Cabaña sobre su colaboración en la producción de un disco de aniversario de la institución universitaria con temas de compositoras mexicanas María, Grever, Consuelo Velázquez y Emma Elena Valdelamar.

Constatamos ahí, una vez más su calidad humana, su sencillez y afabilidad y su gran cultura al abordar diversos temas sobre arte, música, pedagogía, ciencia, historia y filosofía.

Albero Ángel “El Cuervo” falleció el pasado 24 a los 73 años de edad al perder la batalla contra el cáncer de tiroides. En paz descanse.


Lo recuerdo cantando con singular prestancia frente a Palacio de Gobierno, dando la espalda a la estatua del Marqués, entonando Los Queretanos, La Independencia, La Fundación, El Agua, La Corregidora y todos los temas de la Cantata Querétaro ante un público cálido y entusiasta que colmaba el sillerío y se ampliaba a cientos de asistentes que no habían alcanzado lugar y escuchaban bajo las arcadas de la icónica plaza.

Alberto Ángel conocido como El Cuervo interpretaba la Cantata escrita por Mario Arturo Ramos y Jesús Monárrez, a solicitud del entonces director del Instituto Queretano para la Cultura y las Artes, el estimado periodista y dramaturgo Manuel Naredo.

Conocido como destacado tenor, Alberto Ángel se había inclinado por la música popular a la que defendía a capa y espada sosteniendo con Montaigne que era ahí donde estaba la esencia germinal del pueblo, por lo que no había qué dejar que decayera pues en la digna tradición navega diáfana el alma de los pueblos.

Ecléctico y sencillo Alberto Ángel a quien había yo conocido someramente por Mario Arturo en la Ciudad de México, había ya forjado innumerables senderos en el quehacer artístico y en otras materias que lo significaron como un hombre de enorme cultura y consecuente sencillez y bonhomía.

Había nacido en Nanchital, Veracruz, en 1950 y desde niño supo que el canto sería abrigo y luz inseparable durante toda su vida.

Cantó en el coro infantil de su pueblo y mudado a la ciudad de México con su familia lo primero que buscó y logró fue cantar en el Orfeón Infantil mexicano del que fue solista.

En su desarrollo no escogió caminos limitados ni se ilusionó con especializaciones de ningún ramo. Supo muy pronto que la felicidad a nuestro alcance está en el triunfo personal y la fidelidad a sí mismo más que en el éxito fútil e inmediato de alharacas frecuentemente vacías.

Por ello ingresó a estudiar música en el Conservatorio Nacional y en la Escuela de Música de la UNAM; por ello estudió también pintura y se acogió en el Centro Mexicano de Escritores a talleres de Juan Rulfo y José Revueltas para abordar con holgura la gracia de escribir y trasmitir a través de la palabra, como lo hizo perseverantemente durante años en “La Voz del Norte” cuyo editor en jefe era Mario Arturo.

En 1971 ganó el primer lugar en el Festival Nacional e Internacional de la Música Popular y en 1972 participó y ganó la fase nacional del primer Festival de la OTI con la canción Yo No Voy a la Guerra de Roberto Cantoral, misma que en la competencia internacional, en España, fue descalificada –prevalecían allá los últimos tiempos de dictadura y censura-.

Logró así que se le abrieran puertas de radio, televisión y alguna compañía disquera, dejando claro a partir de entonces su perfil de promotor, difusor y defensor de la música popular mexicana.

Con Humberto Cravioto y Valente Pastor integró un trío de tenores que con éxito se presentaron en diferentes plazas del país y realizaron varias grabaciones.

A la par continuó estudiando en la Escuela Superior y en el Taller de Ópera de Bellas Artes y tomando clases particulares de piano, canto y armonía con maestros de la talla de Juan José Calatayud, Emilio Pérez Casas e Ignacio Gutiérrez.

Con el tiempo añadió a su bagaje estudios de Artes Plásticas en la Universidad de Guadalajara y la Universidad Iberoamericana y de pintura con maestros como Alfredo Meneses y José Chávez Morado, y como ya se dijo, estudios de la literatura y en taller de escritores cinematográficos de México.

Pero las otras ciencias también le atraían y por ello estudió la carrera de Químico Bacteriólogo Parasitólogo en el Instituto Politécnico Nacional y Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana. A lo largo de su vida Alberto Ángel participó y encabezó también programas radiofónicos y televisivos en los que prodigó sus conocimientos sobre la música popular mexicana y sus grandes intérpretes, autores y compositores.

En materia discográfica abordó destacadas producciones entre las que destacaron Homenaje a María Grever (1984), El Amor Es Como La Luna (1991), Yo Soy Mexicano (1996), Huapangos (1997), Nostalgia Mexicana (2005) y Recordando a Los Cuates Castilla –autores del icónico tema El Pastor-.

Publicó también cinco libros: “Amigos y Remembranzas”, de cuento rural y verso; “Mexicomentarios”, de música y tradiciones mexicanas; “México de Mis Amores”, igualmente de música y tradiciones mexicanas; “Chistes Mexicanos”, un ensayo acerca del humorismo nacional y regional de nuestro país; y, por último, “De La Vida, la Muerte, el Amor… Y Otras Recetas”, publicado por Porrúa.

Ha de anotarse además que Alberto Ángel fue titular de la enseñanza de pintura en la dirección de cultura de la ESIME en el IPN, institución en la que tuvo a su cargo el taller de canto y conjuntos corales. Como artista del pincel participó desde 1994 en diversas exposiciones, individuales y colectivas, a lo largo y ancho del país recibiendo reconocimiento amplio a su trabajo especialmente de sus maestros Chávez Morado y Raúl Anguiano.

En cuanto a muralismo realizó más de una decena de obras destacando “El Arte y la Cibernética” en la Escuela Superior de Cómputo del Instituto Politécnico Nacional, obra que fue develada precisamente por Raúl Anguiano y realizada en óleo sobre tela montada en paneles de madera.

Después de su aparición de la Cantata Querétaro de Mario Arturo y Jesús Monárrez estuvo aquí en “Mamá Carmen”, de José Dolores González Ortiz, en lucido espectáculo promovido por Mario Arturo donde cantó con mariachi grandes temas mexicanos.

Posteriormente, junto con el talentoso Enrique Zamudio y Miguel Muñoz Gutiérrez, director entonces de la Estudiantina Femenil de la UAQ que celebraba su 30 aniversario, conversamos con Alberto Ángel en cálida comida en La Cabaña sobre su colaboración en la producción de un disco de aniversario de la institución universitaria con temas de compositoras mexicanas María, Grever, Consuelo Velázquez y Emma Elena Valdelamar.

Constatamos ahí, una vez más su calidad humana, su sencillez y afabilidad y su gran cultura al abordar diversos temas sobre arte, música, pedagogía, ciencia, historia y filosofía.

Albero Ángel “El Cuervo” falleció el pasado 24 a los 73 años de edad al perder la batalla contra el cáncer de tiroides. En paz descanse.