/ viernes 13 de octubre de 2023

Contraluz | García Robles


Cuando México se encontraba en severa crisis financiera en el último tercio de 1982 por la caída de los precios del petróleo, la estatización de la banca y el enfrentamiento entre los líderes del empresariado nacional con el gobierno de la República, una buena noticia cuya difusión casi se perdió entre el aquelarre mediático por la crisis y el inminente cambio de gobierno –el ascenso de Miguel de la Madrid Hurtado a la presidencia de la República-, fue el otorgamiento del premio Nobel de la Paz al diplomático mexicano Alfonso García Robles. Fue García Robles el primer mexicano en formar parte del distinguido grupo de condecorados con la alta distinción quien hace 41 años, el 13 de octubre de 1982, junto con la embajadora sueca Alva Myrdal, recibió el Premio Nobel de la Paz, el cual según se consigna en el protocolo para la entrega del mismo, se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz".

En la entrega del galardón se exaltó la labor ambos diplomáticos “dos personas que, se dijo, durante años han jugado un rol central en las negociaciones de desarme en la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", del diplomático mexicano se destacó que “él ha sido la fuerza detrás del acuerdo que declaró a América Latina una zona desnuclearizada”.

Originario de Zamora, Michoacán, García Robles nació el 20 de marzo de 1911. Estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, realizó estudios de posgrado en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de París, y un diplomado en la Academia de Derecho Internacional de La Haya, Holanda.

Su carrera diplomática la inició en 1939, cuando ingresó al Servicio Exterior Mexicano, ocupando el cargo de tercer secretario de la legación de México en Suecia, apenas un mes después del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Entre otros encargos en el ámbito diplomático, fue director de la División General de Asuntos Políticos de la Secretaría de las Naciones Unidas y del Servicio Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores; director del Departamento de Europa, Asia, y África de la misma secretaría, subsecretario de Relaciones Exteriores de México, y representó a México ante el Comité de Desarme y ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra.

A lo largo de muchos años supo poner en alto, mantener y ratificar el reconocimiento y respeto a la diplomacia mexicana muy prestigiada sobre todo en el siglo XX, por su esfuerzo en la búsqueda de la paz, la justicia y el respeto entre todos los pueblos.

García Robles supo ser un defensor de los principios rectores de la política emanada desde la Secretaría de Relaciones Exteriores; más aún, el michoacano enriqueció esos ideales con sus propias aportaciones, con su trabajo cotidiano y con su presencia en las tribunas más importantes del mundo en momentos cruciales del devenir histórico internacional.

Fue ciertamente un negociador, hábil, sagaz, perseverante y talentoso. Su extensa labor transcurrió especialmente durante la segunda mitad del siglo pasado, cuando el mundo vivía el conflicto político-ideológico conocido como la Guerra Fría, que inició con el fin de la Segunda Guerra Mundial y concluyó con la caída del régimen soviético. Fueron años de una terrible tensión internacional; como se sabe, el mundo estaba dividido en dos bloques: el oriental-comunista, que lideraba la Unión Soviética, y el occidental-capitalista, que encabezaba Estados Unidos; ambas potencias ejercían todo el peso de su poder en cuanto a cooperación militar y económica en el contexto internacional. Si bien no hubo nunca acciones directas de un bloque contra el otro, permeaba el clima de guerra en el ambiente significado como avisos concretos en las invasiones soviéticas a Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968 por una parte y la guerra de Vietnam por la otra.

En esa época, el mayor temor se vivió en octubre de 1962 con la “crisis de los misiles” en Cuba, provocada por el hallazgo de misiles nucleares soviéticos en territorio cubano, hecho que activó todas las alarmas.

En medio de ese ambiente de tensión, muchas naciones se preocuparon y ocuparon en la búsqueda de soluciones al conflicto para evitar un nuevo enfrentamiento bélico, que ahora sería de consecuencias impredecibles, luego de las heridas que había dejado la II Guerra Mundial.

Siendo subsecretario de Relaciones Exteriores, García Robles fue el encargado de presidir todas las reuniones para la desnuclearización militar de Latinoamérica y el Caribe, que tuvieron lugar entre 1964 y 1967. Su compromiso fue pleno, su trabajo incansable. Se entregó en cuerpo y alma a estudiar y a discutir el asunto de la desnuclearización y a la elaboración del acuerdo para la proscripción de las armas nucleares.

El diplomático mexicano fue una pieza fundamental para concretar un acuerdo y presentar la posición de América Latina frente al problema de las armas nucleares, es decir, para asegurar la prohibición de los armamentos nucleares en todo este extenso territorio, desde México hasta Argentina, y para que los gobierno latinoamericanos no se volvieran a ver implicados en ningún gran conflicto entre las dos grandes potencias.

La labor de García Robles culminó en el “Tratado para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina”, mejor conocido como Tratado de Tlatelolco, firmado el 14 de febrero de 1967 por los 33 países de Latinoamérica y el Caribe.

Así, el embajador mexicano vio alcanzado el objetivo principal de su labor como representante de México en el ámbito internacional al señalar que “la humanidad enfrenta una elección: detener la carrera armamentista y proceder al desarme o encarar la aniquilación”.

Fue así como el representante de México Alfonso García Robles durante el período de sesiones del Comité de Desarme de la ONU, en Ginebra, Suiza, correspondiente a 1967, presentó a los representantes de los otros países el tratado recién firmado por los latinoamericanos, mostrando así cómo se podían concertar acuerdos, y presentando el primer ejemplo de proscripción incondicional de las armas nucleares en tierras densamente pobladas.

Escritor, académico, diplomático y pacifista, Alfonso García Robles murió el 4 de septiembre de 1991en la Ciudad de México. Como resultado de su labor en la política internacional, a lo que se dedicó más de 50 años de su vida, dejó un legado para los mexicanos y para toda la humanidad, al ser un incansable luchador por la paz del mundo.


Cuando México se encontraba en severa crisis financiera en el último tercio de 1982 por la caída de los precios del petróleo, la estatización de la banca y el enfrentamiento entre los líderes del empresariado nacional con el gobierno de la República, una buena noticia cuya difusión casi se perdió entre el aquelarre mediático por la crisis y el inminente cambio de gobierno –el ascenso de Miguel de la Madrid Hurtado a la presidencia de la República-, fue el otorgamiento del premio Nobel de la Paz al diplomático mexicano Alfonso García Robles. Fue García Robles el primer mexicano en formar parte del distinguido grupo de condecorados con la alta distinción quien hace 41 años, el 13 de octubre de 1982, junto con la embajadora sueca Alva Myrdal, recibió el Premio Nobel de la Paz, el cual según se consigna en el protocolo para la entrega del mismo, se otorga "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz".

En la entrega del galardón se exaltó la labor ambos diplomáticos “dos personas que, se dijo, durante años han jugado un rol central en las negociaciones de desarme en la Organización de las Naciones Unidas (ONU)", del diplomático mexicano se destacó que “él ha sido la fuerza detrás del acuerdo que declaró a América Latina una zona desnuclearizada”.

Originario de Zamora, Michoacán, García Robles nació el 20 de marzo de 1911. Estudió derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, realizó estudios de posgrado en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de París, y un diplomado en la Academia de Derecho Internacional de La Haya, Holanda.

Su carrera diplomática la inició en 1939, cuando ingresó al Servicio Exterior Mexicano, ocupando el cargo de tercer secretario de la legación de México en Suecia, apenas un mes después del inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Entre otros encargos en el ámbito diplomático, fue director de la División General de Asuntos Políticos de la Secretaría de las Naciones Unidas y del Servicio Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores; director del Departamento de Europa, Asia, y África de la misma secretaría, subsecretario de Relaciones Exteriores de México, y representó a México ante el Comité de Desarme y ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra.

A lo largo de muchos años supo poner en alto, mantener y ratificar el reconocimiento y respeto a la diplomacia mexicana muy prestigiada sobre todo en el siglo XX, por su esfuerzo en la búsqueda de la paz, la justicia y el respeto entre todos los pueblos.

García Robles supo ser un defensor de los principios rectores de la política emanada desde la Secretaría de Relaciones Exteriores; más aún, el michoacano enriqueció esos ideales con sus propias aportaciones, con su trabajo cotidiano y con su presencia en las tribunas más importantes del mundo en momentos cruciales del devenir histórico internacional.

Fue ciertamente un negociador, hábil, sagaz, perseverante y talentoso. Su extensa labor transcurrió especialmente durante la segunda mitad del siglo pasado, cuando el mundo vivía el conflicto político-ideológico conocido como la Guerra Fría, que inició con el fin de la Segunda Guerra Mundial y concluyó con la caída del régimen soviético. Fueron años de una terrible tensión internacional; como se sabe, el mundo estaba dividido en dos bloques: el oriental-comunista, que lideraba la Unión Soviética, y el occidental-capitalista, que encabezaba Estados Unidos; ambas potencias ejercían todo el peso de su poder en cuanto a cooperación militar y económica en el contexto internacional. Si bien no hubo nunca acciones directas de un bloque contra el otro, permeaba el clima de guerra en el ambiente significado como avisos concretos en las invasiones soviéticas a Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968 por una parte y la guerra de Vietnam por la otra.

En esa época, el mayor temor se vivió en octubre de 1962 con la “crisis de los misiles” en Cuba, provocada por el hallazgo de misiles nucleares soviéticos en territorio cubano, hecho que activó todas las alarmas.

En medio de ese ambiente de tensión, muchas naciones se preocuparon y ocuparon en la búsqueda de soluciones al conflicto para evitar un nuevo enfrentamiento bélico, que ahora sería de consecuencias impredecibles, luego de las heridas que había dejado la II Guerra Mundial.

Siendo subsecretario de Relaciones Exteriores, García Robles fue el encargado de presidir todas las reuniones para la desnuclearización militar de Latinoamérica y el Caribe, que tuvieron lugar entre 1964 y 1967. Su compromiso fue pleno, su trabajo incansable. Se entregó en cuerpo y alma a estudiar y a discutir el asunto de la desnuclearización y a la elaboración del acuerdo para la proscripción de las armas nucleares.

El diplomático mexicano fue una pieza fundamental para concretar un acuerdo y presentar la posición de América Latina frente al problema de las armas nucleares, es decir, para asegurar la prohibición de los armamentos nucleares en todo este extenso territorio, desde México hasta Argentina, y para que los gobierno latinoamericanos no se volvieran a ver implicados en ningún gran conflicto entre las dos grandes potencias.

La labor de García Robles culminó en el “Tratado para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina”, mejor conocido como Tratado de Tlatelolco, firmado el 14 de febrero de 1967 por los 33 países de Latinoamérica y el Caribe.

Así, el embajador mexicano vio alcanzado el objetivo principal de su labor como representante de México en el ámbito internacional al señalar que “la humanidad enfrenta una elección: detener la carrera armamentista y proceder al desarme o encarar la aniquilación”.

Fue así como el representante de México Alfonso García Robles durante el período de sesiones del Comité de Desarme de la ONU, en Ginebra, Suiza, correspondiente a 1967, presentó a los representantes de los otros países el tratado recién firmado por los latinoamericanos, mostrando así cómo se podían concertar acuerdos, y presentando el primer ejemplo de proscripción incondicional de las armas nucleares en tierras densamente pobladas.

Escritor, académico, diplomático y pacifista, Alfonso García Robles murió el 4 de septiembre de 1991en la Ciudad de México. Como resultado de su labor en la política internacional, a lo que se dedicó más de 50 años de su vida, dejó un legado para los mexicanos y para toda la humanidad, al ser un incansable luchador por la paz del mundo.