/ martes 19 de abril de 2022

Fuerza de voluntad... política | Una victoria para México


El 17 de abril las y los diputados de oposición teníamos una cita con la historia y ahí estuve puntualmente. Para esto me eligieron hace casi un año las y los ciudadanos del Distrito 4 de Querétaro: para ponerle un alto a las ocurrencias y a los caprichos presidenciales y para seguir siendo desde la Cámara de Diputados parte del contrapeso contra una mayoría que no escucha otra voz que no sea la del presidente.

Durante estos días hubo cambios de agenda, trampas e incluso amenazas de impedirnos la entrada al recinto legislativo, con tal de evitar que se hicieran presentes los partidos de oposición. Por ello pernoctamos en el Palacio Legislativo desde la noche del sábado, previendo que probablemente hubiera quienes impidieran nuestra participación en este que fue uno de los debates más importantes de la historia reciente en nuestro país.

Recordaré brevemente las razones por las cuales siempre me manifesté en contra de esta tóxica reforma: primero, porque las y los queretanos merecemos energía eléctrica limpia y barata, y los cambios en el texto constitucional apostaban por la generación de energía eléctrica a partir de combustóleo -que es producto de la refinación de la gasolina- y que actualmente es la forma más cara y contaminante de generación.

El interés del gobierno para utilizar el combustóleo en lugar de cualquier otra fuente de energía, es porque el exceso de refinación -derivado de una mala política energética en materia petrolera- ha generado fuertes excedentes que nadie más quiere comprar; para evitar esas pérdidas, el gobierno quiere obligarnos a absorber el costo a todos. Esto nos afectaría directamente en el recibo de luz, porque estaríamos pagando energía más cara.

Además, con esta reforma se cancela el compromiso de realizar una verdadera transición energética hacia formas de producción más limpia. El impacto al medio ambiente, de haberse aprobado esta reforma, sería catastrófico porque emitiríamos aún más dióxido de carbono proveniente de la utilización del combustóleo.

También influye en nuestra posición que esta reforma ponga tantos recursos en manos de corruptos. No es casualidad que a esta reforma se le conozca como “Ley Bartlett”: ese nombre le dio la gente por la eventual concentración de facultades que habría en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que se ha demostrado que tiene múltiples problemas de corrupción desde que la dirige Manuel Bartlett.

Por último es importante recordar que esta reforma ahuyentaría inversiones extranjeras y generaría incertidumbre económica. Por esas razones votamos en contra e impedimos que se aprobara. Esta es una victoria de la ciudadanía que confió en nosotros para defender la Constitución, para luchar por energías más baratas y más limpias, pero sobre todo para devolverle a nuestro país los contrapesos que nos hacen una verdadera democracia.



El 17 de abril las y los diputados de oposición teníamos una cita con la historia y ahí estuve puntualmente. Para esto me eligieron hace casi un año las y los ciudadanos del Distrito 4 de Querétaro: para ponerle un alto a las ocurrencias y a los caprichos presidenciales y para seguir siendo desde la Cámara de Diputados parte del contrapeso contra una mayoría que no escucha otra voz que no sea la del presidente.

Durante estos días hubo cambios de agenda, trampas e incluso amenazas de impedirnos la entrada al recinto legislativo, con tal de evitar que se hicieran presentes los partidos de oposición. Por ello pernoctamos en el Palacio Legislativo desde la noche del sábado, previendo que probablemente hubiera quienes impidieran nuestra participación en este que fue uno de los debates más importantes de la historia reciente en nuestro país.

Recordaré brevemente las razones por las cuales siempre me manifesté en contra de esta tóxica reforma: primero, porque las y los queretanos merecemos energía eléctrica limpia y barata, y los cambios en el texto constitucional apostaban por la generación de energía eléctrica a partir de combustóleo -que es producto de la refinación de la gasolina- y que actualmente es la forma más cara y contaminante de generación.

El interés del gobierno para utilizar el combustóleo en lugar de cualquier otra fuente de energía, es porque el exceso de refinación -derivado de una mala política energética en materia petrolera- ha generado fuertes excedentes que nadie más quiere comprar; para evitar esas pérdidas, el gobierno quiere obligarnos a absorber el costo a todos. Esto nos afectaría directamente en el recibo de luz, porque estaríamos pagando energía más cara.

Además, con esta reforma se cancela el compromiso de realizar una verdadera transición energética hacia formas de producción más limpia. El impacto al medio ambiente, de haberse aprobado esta reforma, sería catastrófico porque emitiríamos aún más dióxido de carbono proveniente de la utilización del combustóleo.

También influye en nuestra posición que esta reforma ponga tantos recursos en manos de corruptos. No es casualidad que a esta reforma se le conozca como “Ley Bartlett”: ese nombre le dio la gente por la eventual concentración de facultades que habría en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que se ha demostrado que tiene múltiples problemas de corrupción desde que la dirige Manuel Bartlett.

Por último es importante recordar que esta reforma ahuyentaría inversiones extranjeras y generaría incertidumbre económica. Por esas razones votamos en contra e impedimos que se aprobara. Esta es una victoria de la ciudadanía que confió en nosotros para defender la Constitución, para luchar por energías más baratas y más limpias, pero sobre todo para devolverle a nuestro país los contrapesos que nos hacen una verdadera democracia.


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