/ sábado 7 de octubre de 2023

Lo que no nos define | Del Banco Central al caos monetario


En 1935 se creó el Banco Central de la República Argentina (BCRA), marcando un hito en su historia económica. Sin embargo, en lugar de ser un faro de estabilidad monetaria, este evento se convirtió en el punto de partida de uno de los mayores fraudes que ha enfrentado el país; ya que con el paso de los años, se ha visto un aumento constante de la inflación, erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores y socavando la fortaleza de la moneda nacional, que alguna vez fue una de las más sólidas del mundo.

La nacionalización completa del BCRA por parte del gobierno militar en 1946 no hizo más que agravar la situación, ocasionado que Argentina sufriese tres episodios de hiperinflación. Aunque no fue sino hasta 1991 que el país logró encontrar cierta estabilidad, mediante un régimen de convertibilidad que vinculó el peso al dólar y redujo las tasas de inflación a niveles manejables.


Sin embargo, como es común en la política, los intereses a corto plazo prevalecieron sobre la estabilidad económica. El régimen de convertibilidad fue desmantelado, lo que llevó a gobiernos posteriores a recurrir a medidas monetarias que nuevamente aumentaron la inflación.

En ese contexto, la política monetaria argentina se ha convertido en un juego peligroso, pues actualmente cuenta con una inflación mensual de dos dígitos y estimaciones que predicen una inflación anual cercana al 180%.

Además, cabe mencionar que desde una perspectiva teórica, la manipulación de la oferta de dinero por parte del BCRA es inherentemente problemática. La demanda real de dinero está determinada por factores fundamentales de la economía, y cualquier intervención del Banco Central puede distorsionar esta relación y generar incertidumbre en los precios.

En ese sentido, otro problema crucial reside en la aparente insolvencia del BCRA, con reservas internacionales negativas y una creciente deuda financiera. Por lo que a futuro considerar soluciones viables para estos problemas, y explorar propuestas de fondos de inversión internacionales, podría ser parte de la solución en un período de transición.

La deuda del BCRA es real y no puede ser ignorada sin consecuencias graves. Por lo que dolarizar la economía, podría ser una opción que conduzca a una mayor estabilidad de precios y a un futuro más próspero para Argentina. Ante dichas dichas circunstancias, ha surgido la pregunta de si debería considerarse la abolición del BCRA como una medida para romper el ciclo destructivo y abrir la puerta a un futuro más prometedor, tanto en términos económicos como sociales.

Asimismo, y en medio de estas fluctuaciones, en el horizonte se avecinan elecciones presidenciales, y un candidato, Javier Milei, está planteando estas cuestiones. De modo que la elección del 22 de octubre será una oportunidad para reflexionar sobre el futuro de Argentina y tomar decisiones informadas que puedan llevar al país por un camino hacia la estabilidad económica y la prosperidad social.

¿O será el caos lo que no nos define?


  • Consultor y profesor universitario

  • Twitter: Petaco10marina

  • Facebook: Petaco Diez Marina

  • Instagram: Petaco10marina



En 1935 se creó el Banco Central de la República Argentina (BCRA), marcando un hito en su historia económica. Sin embargo, en lugar de ser un faro de estabilidad monetaria, este evento se convirtió en el punto de partida de uno de los mayores fraudes que ha enfrentado el país; ya que con el paso de los años, se ha visto un aumento constante de la inflación, erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores y socavando la fortaleza de la moneda nacional, que alguna vez fue una de las más sólidas del mundo.

La nacionalización completa del BCRA por parte del gobierno militar en 1946 no hizo más que agravar la situación, ocasionado que Argentina sufriese tres episodios de hiperinflación. Aunque no fue sino hasta 1991 que el país logró encontrar cierta estabilidad, mediante un régimen de convertibilidad que vinculó el peso al dólar y redujo las tasas de inflación a niveles manejables.


Sin embargo, como es común en la política, los intereses a corto plazo prevalecieron sobre la estabilidad económica. El régimen de convertibilidad fue desmantelado, lo que llevó a gobiernos posteriores a recurrir a medidas monetarias que nuevamente aumentaron la inflación.

En ese contexto, la política monetaria argentina se ha convertido en un juego peligroso, pues actualmente cuenta con una inflación mensual de dos dígitos y estimaciones que predicen una inflación anual cercana al 180%.

Además, cabe mencionar que desde una perspectiva teórica, la manipulación de la oferta de dinero por parte del BCRA es inherentemente problemática. La demanda real de dinero está determinada por factores fundamentales de la economía, y cualquier intervención del Banco Central puede distorsionar esta relación y generar incertidumbre en los precios.

En ese sentido, otro problema crucial reside en la aparente insolvencia del BCRA, con reservas internacionales negativas y una creciente deuda financiera. Por lo que a futuro considerar soluciones viables para estos problemas, y explorar propuestas de fondos de inversión internacionales, podría ser parte de la solución en un período de transición.

La deuda del BCRA es real y no puede ser ignorada sin consecuencias graves. Por lo que dolarizar la economía, podría ser una opción que conduzca a una mayor estabilidad de precios y a un futuro más próspero para Argentina. Ante dichas dichas circunstancias, ha surgido la pregunta de si debería considerarse la abolición del BCRA como una medida para romper el ciclo destructivo y abrir la puerta a un futuro más prometedor, tanto en términos económicos como sociales.

Asimismo, y en medio de estas fluctuaciones, en el horizonte se avecinan elecciones presidenciales, y un candidato, Javier Milei, está planteando estas cuestiones. De modo que la elección del 22 de octubre será una oportunidad para reflexionar sobre el futuro de Argentina y tomar decisiones informadas que puedan llevar al país por un camino hacia la estabilidad económica y la prosperidad social.

¿O será el caos lo que no nos define?


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