En medio de la creciente tensión en el Mar Rojo, desencadenada por los ataques de los rebeldes hutíes respaldados por Irán y la posterior respuesta armada de Estados Unidos y el Reino Unido, se despliega un escenario geopolítico que genera turbulencias en las cadenas de suministro globales. Al tiempo que, en el extremo opuesto, el Canal de Panamá enfrenta una sequía que agrega una capa adicional de complejidad.
En primera instancia, las acciones militares recientes, que han llevado a la guerra en Oriente Próximo a una nueva fase, impactan directamente la seguridad en el Mar Rojo y han provocado que las principales potencias tomen medidas drásticas para proteger las rutas marítimas esenciales.
La respuesta militar de Estados Unidos y el Reino Unido, llevada a cabo en coordinación con otros aliados, busca disuadir a los rebeldes hutíes y garantizar la seguridad de las rutas marítimas. Sin embargo, estas acciones también profundizan las disrupciones en las cadenas de suministro, afectando a más de 50 países, cuyos barcos han sido amenazados o tomados como rehenes en actos de piratería.
En este contexto, México se encuentra ante una oportunidad estratégica que, hasta el momento, parece pasar desapercibida. La crisis en el Mar Rojo podría impulsar un replanteamiento de las estrategias de suministro a nivel mundial, llevando a un aumento en la demanda de alternativas de producción más cercanas a los consumidores finales. Este fenómeno, conocido como nearshoring, podría representar una oportunidad única para nuestro país de fortalecer su posición como un socio clave en las cadenas de suministro globales.
Por otra parte, la sequía en el Canal de Panamá, aunque geográficamente distante de los conflictos en Oriente Próximo, también merece atención. La reducción del nivel del agua en el canal amenaza con limitar la capacidad de tránsito de barcos, lo que podría generar retrasos y aumentar los costos logísticos. Por lo que México, con su posición estratégica y conexiones comerciales, podría desempeñar un papel vital en la mitigación de estos desafíos, ofreciendo soluciones innovadoras y colaborando en iniciativas de adaptación.
En ese sentido, en lugar de permanecer al margen, nuestro país tiene la posibilidad de ser un actor clave en la reconfiguración de las cadenas de suministro, aprovechando la proximidad geográfica, la experiencia industrial y la capacidad logística. De modo que la falta de una respuesta proactiva ante estas oportunidades, podría resultar en la pérdida de ventajas estratégicas y económicas para el país.
En tales circunstancias, no cabe duda que en tiempos de incertidumbre y tensión global, la visión y la acción estratégica son cruciales. México no puede darse el lujo de dejar pasar oportunidades que podrían redefinir su papel en la economía mundial y fortalecer su posición como un actor influyente en el escenario internacional.
¿O será el conflicto lo que no nos define?
Consultor y profesor universitario
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