El pasado 27 de julio de 1937 nació Ana María, hija de Cleofas Flores Acosta de oficio impresor; en su época el mejor de esta colonial ciudad de Querétaro, imprimía en tiro largo, entre otras cosas los carteles de las Corridas de Toros y de la Lucha Libre, que se pegaban en las esquinas con engrudo; y Sofía Sánchez Arcos de la Farmacia Guadalupana.
Enrique Rabell, uno de sus hijos nos ilustró con la información y nos recuerda que Anita tuvo tres hermanas y también muy queridas queretanas: Martha y Maya (cuatas) y Tita. “Cuatro auténticas flores, como la mayor de todas y como se usaba en esa época, aparte de ir a la escuela, ayudaba a su madre en las tareas propias en el hogar, cuidaba a las hermanas y de esta forma se convertían mujercitas hechas y derechas”, así se refirió Quique.
Ana María estudió comercio y ayudaba a organizar a su queridísimo padre en el manejo de la imprenta, que para entonces, comenta Enrique ya se narran crónicas antiguas a cerca de la familia; ella fue creciendo y se convirtió en una señorita guapa; “sus finas y afiladas facciones, enmarcaban sus ojos hermosos, debió descender de ancestros gitanos, por esas ojeras, que aún la acompañan”.
Recuerda su hijo que en aquella época ocasionalmente conseguían un permiso para asistir alguna fiesta o baile en la cerrada sociedad queretana, tenían que llevar chaperona o chaperón, o de los dos; hubo un baile en el llamado Casino de Querétaro según le contaron a Enrique, para el que tuvo el ansiado permiso de ir, desde luego tenía que llevar compañía que la cuidara, “ no se ha bien si fue ahí o en otro lugar similar, pero el caso es que su primo hermano, Santiago Sánchez Arcos, de la farmacia Guadalupana y Químico de profesión le presentó al que con el tiempo se convertiría en el amor de su vida, Francisco Rabell Fernández, con quien acaba de cumplir 60 años de matrimonio.
Con el tiempo y después de mil anécdotas y mil vivencias, fueron madurando su amor , ella ahora con 83 años casada con Paco oriundo de Cadereyta, vinieron: Luis, Francisco y Enrique, “ también después muchos hermanos, no legalmente, pero igual ahí vivían, comían y convivían con nosotros, como Lole Muñoz, Franco Vega, Cupertino (Q.P.D.), otro que no recuerdo pero le decíamos el “ garrapatas” , Toño Moreno, quien trabajó muchos años en la librería Sancho Panza; los primos Iturbe Flores y Balbas Flores, qué cuando caía la noche muchas veces se quedaron ahí, y como olvidar, cuando por ahí vivieron, mi tío Licho (Q.E.P.D.) , la tía Carmela con sus hijos mayores Luisin y Cado Rabell Dávalos.
Quien escribe esta nota, conoce a Ana hace más de 25 años, siempre la encontré en los grandes, medianos y chicos eventos entregando publicidad del Corral de Comedias y si me tocaba escucharla o platicar con ella, siempre tuvo mil palabras que compartir, liternal “no le paraba la boca”, disfrutaba contar anécdotas, historias y con ella conocí a muchos personajes queretanos tan valiosos como Anita.