Nuestro sol se ha ocultado, nuestro sol se ha escondido y nos ha dejado en la más completa oscuridad... Sabemos que volverá a salir para alumbrarnos de nuevo…
Consigna de Cuauhtémoc
Días, semanas, meses, de mucho sufrimiento, de mucho dolor,*
augurios y muerte por todos lados,*
traiciones y odios sembrados mucho tiempo atrás*
que ahora entregan su amargos frutos.*
¿Quién parirá a escondidas en las chozas del cañaveral?*
¿Quién calmará el llanto de los niños asustados?*
¿Quién ayudará a dar unos cuantos pasos a los enfermos para poder huir?*
¿Por qué los dioses han volteado su rostro a otro lado y no escuchan las plegarias *desesperadas de mujeres, jóvenes y viejos?*
*
Se escucha el sonido del viento latigueando la noche,
las saetas surcan el viento buscando cuerpos que desgarrar,
los coyotes aúllan en la noche sin luna,
las cuevas están más oscuras que nunca,
los ríos enjuagan heridas y se abultan de lágrimas,
sombras y espantos zigzaguean entre la oscuridad,
los tambores y las caracolas no paran de sonar.
¿Es el destino? ¿Es alguna culpa no pagada?
¿Es la violenta venganza por tanta soberbia desagradecida?
El coraje y el miedo caminan de la mano dejando sus huellas de sangre,*
el lodo en los ojos se funde con el llanto.*
Madrecitas, hermanitas, escóndanse en sus chozas*
porque los violadores andan sueltos,*
atranquen sus puertas y vean si pueden salvar algo del robo que se acerca, *
escondan a sus hijas porque en el nombre de dios vienen por ellas.*
*
“Es la guerra, así es la guerra, todas ellas”*
se oye cantar a un coro difuso, y esto era una guerra,*
sin duda, una guerra de invasión, alevosa, abusiva, *
ambiciosa, criminal. O quizá, rumian otros, fuera la justicia*
a secas, los invasores sumados a decenas de miles de enemigos*
deseosos de revancha, alimentados por el odio*
que nace de la humillación supina, es la venganza*
alimentada por la oportunidad del desquite total,*
aquí vieron la circunstancia para cobrarse todas las afrentas,*
para desquitar el miedo que corroía sus huesos*
y que los sometió a ser carne para sacrificios humanos y todo tipo de vejaciones.*
*
El Tlatoani, al que un ser común no podía siquiera*
mirar a los ojos, ahora es secuestrado y humillado*
cual bestia acorralada. Una historia, como muchas,*
fundada en la miseria de las peores bastardías humanas:*
el secuestro, la violación, el robo, la mentira, *
la expoliación, los crímenes, la imposición,*
la venganza y la explotación.*
*
De esa cruel historia venimos,*
con esa leche fuimos amamantados en nuestra nueva era,*
en medio de ese fango volvió a brotar la primera sonrisa,*
entre ese lodazal volvió a guarecerse el amor, indio y mestizo,*
para engendrar los nuevos seres que repoblarían*
la yerta tierra, cubierta de sangre. Otros pobladores *
que incluso olvidarían los detalles *
amargos de su origen. Y así comenzó la nueva narrativa*
en donde Tenochtitlan ya sólo era un cuento, *
para el que ahora no hay transformación que destine tres pesos*
para indagar acerca de aquella cosmovisión*
que a veces parece diluirse entre la banalidad abyecta.*