/ sábado 18 de marzo de 2023

"El M-rgente", pionero en retratar Querétaro de noche

Javier Hernández permaneció 34 años trabajando en los talleres de Diario de Querétaro, lugar en el que amó trabajar


José Alberto Javier Hernández es una de esas personas que en el trabajo nunca dicen que no. Los que le atoran a lo que sea como se dice coloquialmente, sin importar la hora o el lugar o las prisas de ir de un lado a otro a fotografiar y correr de regreso para proseguir en aquellos talleres, de los que ahora solo quedan recuerdos.

El M-rgente es su sobrenombre. Originario de Querétaro inició su camino como lapidario, ese noble oficio familiar de labrar piedras preciosas y que a finales de los setenta y principios de los ochenta lo llevaría a trabajar en Diario de Querétaro por invitación del entonces publicista de esta casa editorial, Sergio Hernández Sánchez.

"Con mi papá éramos lapidarios y me mandaba a vender joyas al Diario", recuerda El M-rgente: "de ahí conocí las áreas del periódico, donde trabajaba Sergio Hernández Sánchez, quien me invita. En ese entonces quien era el jefe de publicidad era el señor Rafael Lozada Maldonado “El Chicharrín”, quien solicitaba que alguien le ayudara a pintar los carros de pedales y comencé a ir".

Fue en ese momento en el que un joven preparatoriano de la escuela nocturna encontró lo que posteriormente sería su camino, ingresando al Diario de Querétaro en 1983, bajo la dirección de Mario Almazán Guerrero, cuando el periódico se encontraba dividido en su infraestructura: localizado en la calle de Mariano Escobedo y el otro edificio en la calle Hidalgo, por Allende.

"Dejé de estudiar y me metí a trabajar al Diario, al área de fotomecánica en talleres. Mi sorpresa fue que dentro de mi bachillerato conocí al que luego sería mi jefe, Chavita Hernández, “El Borreguito”. Es la única persona que realmente sabe quién era yo", dijo, para explicar cada una de las actividades que en ese entonces se realizaban: "las áreas eran de redacción, captura y corrección, formación, fotomecánica y rotativa; éramos el penúltimo peldaño para una impresión", recuerda.

Tenía entre 22 y 23 años, dice. "Era un palo de escoba y me empezó a gustar el área". Aprendió lo necesario en ello, sin embargo, recibió cursos por parte del Sol de México y de El Esto, sea de caricatura, de Kodak en México sobre manejo de blancos y negros, colores básicos y avanzados, por lo que fue perfeccionando su oficio dentro del Diario. Fue su gran reto la apertura de Plaza del Parque, ya que por circunstancias se encargó de la impresión a color de su publicidad: "Yo puedo", dijo de inmediato, aunque no era su función.

A los pocos meses de entrar fue jefe del taller de fotomecánica, aún con personal de mayor tiempo en el periódico; llegó a suplir en algunas ocasiones a Chavita Hernández y básicamente vivió en la redacción dormidos bajo una mesa y sobre un pedazo de cartón, al hacer las labores tanto en el Diario de Querétaro como El Vespertino, alternando cada uno.

"Viví el 70% de mi vida en los talleres, en esos 34 años; tuve dos hijas. No gocé de los tres días... mis cumpleaños tampoco los disfruté, vacaciones tampoco tuve. Yo estaba ahí, nunca le dijo no a nada, una publicidad por muy difícil que fuera nunca dije que no y nunca me molestaron en nada porque sabían que yo lo podía hacer, y porque lejos de estar en mi taller, tuve el ser metiche y meterme a corrección, formación, todo. No me arrepiento: amé mucho al periódico, amé mi trabajo".

Y aunque reconocido dentro de estas áreas, fue a partir de los noventa cuando aquel joven convertido en adulto encontró en la fotografía otra manera de proseguir su amor por Diario de Querétaro, en esa constante de apoyar en lo que fuera, en cualquier aspecto, por lo que el mote de "M-rgente", como aquella persona que hace las veces de otra, le vino bien.

La oportunidad se dio en el mundo de las discotecas en el área de sociales, donde fue pionero junto a las periodistas Lucrecia Torres, María Gutiérrez Saldaña y Nicte-Há Rico Sosa, quienes hacían su parte en otros medios y espacios periodísticos y con quienes compartió diversos eventos. Para el M-rgente este sector de música y baile no era ajeno, pues, dice, tuvo facilidad para bailar y su juventud la inició en estos sitios.

"Recuerdo que cuando hubo un accidente cerca de las oficinas, yo tenía mi cámara y necesitaban fotógrafo, pero no había nadie; alguien dijo que ahí estaba el Javier y ahí voy; cubrí policía. Un día, el director don Luis Roberto Amieva requería un fotógrafo a las 11 de la noche, tampoco había fotógrafo estaba en los talleres y acudí; fue mi primer evento social. Vi al director, gente de gobierno, nunca tuve un reportero, y me tocó esa vez conocer a Carlos Fuentes. Le ponían Javier Hernández a las fotos".

En el área de sociales y como fotógrafo conoció el mundo artístico y de espectáculos, donde compartió espacios con personalidades como Sebastián Zurita, la actriz Grettell Valdez, Niurka Marcos, la comediante Liliana Arriaga, "La Chupitos", al boxeador Saúl "El Canelo" Hernández o músicos de la talla de Steve Aoki, muchos de ellos con quienes convivió en camerino en las fiestas posteriores a los eventos.

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El M-rgente salió del periódico en el año 2017, 34 años desde aquella primera vez en los ochenta, cuando ingresó como un muchacho con potencial que fue profesionalizando en su paso por el periódico. Tuvo cinco directores, quienes dice jocosamente, lo toleraron, aprendiendo de cada uno de ellos y dejando la mitad de su vida en este sitio de contar historias, siempre trabajando, sin chistar.

"Toda mi vivencia en el Diario me ha dejado una gran enseñanza: no hay imposibles en muchas ocasiones, lo haces y lo tienes que hacer. No veo por qué no se pueda hacer, pero en mi andar, que ha sido de conocer gente en eventos sociales, cumplí con mi labor en los talleres y la fotografía. Cumplí mi labor", concluye.



José Alberto Javier Hernández es una de esas personas que en el trabajo nunca dicen que no. Los que le atoran a lo que sea como se dice coloquialmente, sin importar la hora o el lugar o las prisas de ir de un lado a otro a fotografiar y correr de regreso para proseguir en aquellos talleres, de los que ahora solo quedan recuerdos.

El M-rgente es su sobrenombre. Originario de Querétaro inició su camino como lapidario, ese noble oficio familiar de labrar piedras preciosas y que a finales de los setenta y principios de los ochenta lo llevaría a trabajar en Diario de Querétaro por invitación del entonces publicista de esta casa editorial, Sergio Hernández Sánchez.

"Con mi papá éramos lapidarios y me mandaba a vender joyas al Diario", recuerda El M-rgente: "de ahí conocí las áreas del periódico, donde trabajaba Sergio Hernández Sánchez, quien me invita. En ese entonces quien era el jefe de publicidad era el señor Rafael Lozada Maldonado “El Chicharrín”, quien solicitaba que alguien le ayudara a pintar los carros de pedales y comencé a ir".

Fue en ese momento en el que un joven preparatoriano de la escuela nocturna encontró lo que posteriormente sería su camino, ingresando al Diario de Querétaro en 1983, bajo la dirección de Mario Almazán Guerrero, cuando el periódico se encontraba dividido en su infraestructura: localizado en la calle de Mariano Escobedo y el otro edificio en la calle Hidalgo, por Allende.

"Dejé de estudiar y me metí a trabajar al Diario, al área de fotomecánica en talleres. Mi sorpresa fue que dentro de mi bachillerato conocí al que luego sería mi jefe, Chavita Hernández, “El Borreguito”. Es la única persona que realmente sabe quién era yo", dijo, para explicar cada una de las actividades que en ese entonces se realizaban: "las áreas eran de redacción, captura y corrección, formación, fotomecánica y rotativa; éramos el penúltimo peldaño para una impresión", recuerda.

Tenía entre 22 y 23 años, dice. "Era un palo de escoba y me empezó a gustar el área". Aprendió lo necesario en ello, sin embargo, recibió cursos por parte del Sol de México y de El Esto, sea de caricatura, de Kodak en México sobre manejo de blancos y negros, colores básicos y avanzados, por lo que fue perfeccionando su oficio dentro del Diario. Fue su gran reto la apertura de Plaza del Parque, ya que por circunstancias se encargó de la impresión a color de su publicidad: "Yo puedo", dijo de inmediato, aunque no era su función.

A los pocos meses de entrar fue jefe del taller de fotomecánica, aún con personal de mayor tiempo en el periódico; llegó a suplir en algunas ocasiones a Chavita Hernández y básicamente vivió en la redacción dormidos bajo una mesa y sobre un pedazo de cartón, al hacer las labores tanto en el Diario de Querétaro como El Vespertino, alternando cada uno.

"Viví el 70% de mi vida en los talleres, en esos 34 años; tuve dos hijas. No gocé de los tres días... mis cumpleaños tampoco los disfruté, vacaciones tampoco tuve. Yo estaba ahí, nunca le dijo no a nada, una publicidad por muy difícil que fuera nunca dije que no y nunca me molestaron en nada porque sabían que yo lo podía hacer, y porque lejos de estar en mi taller, tuve el ser metiche y meterme a corrección, formación, todo. No me arrepiento: amé mucho al periódico, amé mi trabajo".

Y aunque reconocido dentro de estas áreas, fue a partir de los noventa cuando aquel joven convertido en adulto encontró en la fotografía otra manera de proseguir su amor por Diario de Querétaro, en esa constante de apoyar en lo que fuera, en cualquier aspecto, por lo que el mote de "M-rgente", como aquella persona que hace las veces de otra, le vino bien.

La oportunidad se dio en el mundo de las discotecas en el área de sociales, donde fue pionero junto a las periodistas Lucrecia Torres, María Gutiérrez Saldaña y Nicte-Há Rico Sosa, quienes hacían su parte en otros medios y espacios periodísticos y con quienes compartió diversos eventos. Para el M-rgente este sector de música y baile no era ajeno, pues, dice, tuvo facilidad para bailar y su juventud la inició en estos sitios.

"Recuerdo que cuando hubo un accidente cerca de las oficinas, yo tenía mi cámara y necesitaban fotógrafo, pero no había nadie; alguien dijo que ahí estaba el Javier y ahí voy; cubrí policía. Un día, el director don Luis Roberto Amieva requería un fotógrafo a las 11 de la noche, tampoco había fotógrafo estaba en los talleres y acudí; fue mi primer evento social. Vi al director, gente de gobierno, nunca tuve un reportero, y me tocó esa vez conocer a Carlos Fuentes. Le ponían Javier Hernández a las fotos".

En el área de sociales y como fotógrafo conoció el mundo artístico y de espectáculos, donde compartió espacios con personalidades como Sebastián Zurita, la actriz Grettell Valdez, Niurka Marcos, la comediante Liliana Arriaga, "La Chupitos", al boxeador Saúl "El Canelo" Hernández o músicos de la talla de Steve Aoki, muchos de ellos con quienes convivió en camerino en las fiestas posteriores a los eventos.

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El M-rgente salió del periódico en el año 2017, 34 años desde aquella primera vez en los ochenta, cuando ingresó como un muchacho con potencial que fue profesionalizando en su paso por el periódico. Tuvo cinco directores, quienes dice jocosamente, lo toleraron, aprendiendo de cada uno de ellos y dejando la mitad de su vida en este sitio de contar historias, siempre trabajando, sin chistar.

"Toda mi vivencia en el Diario me ha dejado una gran enseñanza: no hay imposibles en muchas ocasiones, lo haces y lo tienes que hacer. No veo por qué no se pueda hacer, pero en mi andar, que ha sido de conocer gente en eventos sociales, cumplí con mi labor en los talleres y la fotografía. Cumplí mi labor", concluye.


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