/ miércoles 21 de septiembre de 2022

Honra mínima para un Bonzo veracruzano

Vitral


“¿Qué es un bonzo? ¿todavía existen?

Los que iniciaron esto fueron monjes, personas que se prendían fuego a sí mismos por distintas causas. Entregan, casi nada, su propia vida, y a pesar de ello, muchos ni siquiera se enteran de su sacrificio.”


Estaban parados frente al puesto de periódicos, un sol bastante fuerte quemaba sus espaldas, y ahí, enfrente, simplemente, estaba la foto del bonzo en primera plana, un campesino mexicano, en Veracruz, octubre del 2008, sentado como monje budista, en el suelo, incendiándose, quemándose, muriendo en vida, auto torturándose, esperando que su acto desesperado sirviera para algo. Aunque la imagen de la fotografía no dejaba ver toda la desgracia del caso, al observar con mucha atención y a conciencia lo que ahí sucedía, era todo, menos un montaje. Había que observar el fondo, el escenario. Los espectadores de la escena, fríos, ajenos, no sabían qué pasaba. En esa plaza siempre había gente gritando consignas, reclamando cosas, en plantones, en casas de campaña, protestando por algo. Quién se iba a fijar, era lo mismo siempre, pero de pronto una bola de fuego, una pira humana estaba ante ellos. Alguno hasta pensó: “chale, estos tipos están cada día más locos, no sé cómo el gobierno les permite tantas jaladas, la policía debía meterlos en orden en menos de diez segundos, unas patadas y garrotazos y verías que no se vuelven a instalar aquí”.

Lo real y concreto era que ese hombre estaba ardiendo a la vista de todos. Entre los que observaban la tétrica escena, brutal, ninguno parecía inmutarse, era como si vieran un mediocre partido de futbol en la televisión, o una escena furris de amor en la última telenovela de “éxito”. Rostros adormecidos, desapegados, sonámbulos, dormidos, zombies, votan en elecciones, llegan a sus casas y dictan órdenes, trabajan y desarrollan una vida lejana junto a sus más cercanos. Mientras, el bonzo se incendiaba frente a las miradas opacas e inertes, inexpresivas; ¿qué podrían hacer la señora que pasaba, o el hombre insensible que ni volteaba, uno mismo? De seguro nada, te meterías en un problema, y hay tanta injusticia, impunidad y corrupción, para qué te metes, te vayan a detener y acusar de algo, te vayas a meter en problemas, te vayan hasta a echar la culpa. Qué mala onda, ya alguien actuará, seguro, antes de que esté a media cuadra de aquí alguien ya habrá intervenido. Gracias a ese alguien me puedo retirar tranquilo...

Mientras, el cuerpo del bonzo se quema, se incendia, se deshace, se desgarra, duele, arde, pero a quién le importa el porqué, la causa. ¿Qué gran reportera de la prensa nacional hará el seguimiento del caso? ¿O al igual que muchos otros pasará a ser una nota más, perdida entre miles en el maremágnum de acontecimientos diarios y desgracias en este país? Uno más que la máquina trituradora de eventos volverá carroña, otro más. ¿A quién le importará? ¿qué clase de sistema es este en donde el ser humano vale pa’ pura madre? No, no habrá reportajes, no habrá tema de investigación, ni siquiera el bonzo dará para un trabajo escolar en la universidad, en la facultad de ciencias políticas. No pasará absolutamente nada, nada, nada.

Y he aquí un hombre que se inmola. Fuera por la causa que fuera, era para que la sociedad entera estuviera conmocionada, propusiera soluciones, exigiera respuestas inmediatas, llorara con los deudos, se organizara un homenaje público, se compensara un poco el dolor, se resaltara el nombre del sacrificado, se elevara una oración. Pero no es así. Y esa imagen fotográfica del periódico sigue rebote y rebote en mi cabeza, observo esa actitud de la gente, las expresiones en sus rostros, más bien su inexpresividad. Vaya escenografía más fría, gélida, desangelada, que rodeaba a la bola de fuego, a esa tea humana.

Una página ciberespacial no quiso olvidar la situación, perdida en un blog levantó letras solitarias para resaltar lo sucedido, para que no se olvidara el sacrificio de este hombre, que no nos pase desapercibido, que no sea otro bistec demolido, carne pa’ los lobos, una portada más para el amarillismo, para el enriquecimiento de una empresa. Hey, oye, soy Prensa, hazte a un lado, te vendo una buena y morbosa portada, eres billete, bonzo loco, serás olvidado, flamas a mí, quién te recordará, quién pagará un seguro de vida por ti, de cierto hasta estás reportado en la página del buró de créditos. A la mejor ni era campesino, era un líder tranza. Quizá hasta ya padecía tendencias suicidas y nomás aprovechó el momento, tú qué sabes, no sabemos nada, por eso le ves esa cara a la gente, para qué quieres que se metan si no saben ni qué carajos pasa. A esta clase de seres no se les hace una entrevista en directo para la televisión, no son nota, son pobres y mugrosos.

¿Y su familia? A mí qué, crees que los voy a sacar en la tele, a hacerles una cobertura, un seguimiento con periodismo de investigación, bah, no manches, no sabes dónde estás parado, quieres que me corran, o . . . no te hagas tonto, A la mejor el bonzo era un revoltoso izquierdista, no lo niegues, no te hagas, porqué tanta pregunta, tanta defensa, no sé porqué trabajas aquí, se lo voy a contar al jefe, al patrón, mire jefecito, este reporterete de escuelita quiere hacerle seguimiento a la noticia del bonzo ese de principios de octubre, cuál, no, no fue hace dos años, fue en 2008, hubo otro a principios de marzo del 2016, dónde, en Jalapa, ahhh, ¿fue aquí en México?. Además, qué delicados, si el señor gobernador apenas había suspendido 107 veces las audiencias sobre el caso que reclamaba el campesino. Ya no manches, tú también no te hagas buey, bien que te acuerdas, no hasta estuviste haciendo bromas acerca del bonzo, según decías eran de humor negro y era normal citarlas en este tipo de ocasiones. Hasta estaba estudiado psicoanalíticamente, dijiste.

El hombre está muerto, uno más, cómo se llamaba, cómo lo busco, ha de estar en Internet, cómo lo tecleo, ¿bonzo?, ¿con acento?¿sin? Bonzo, exacto, así, qué entrada para mi nota: ”Se quema a lo bonzo un campesino en Veracruz”, ábrela.


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com


“¿Qué es un bonzo? ¿todavía existen?

Los que iniciaron esto fueron monjes, personas que se prendían fuego a sí mismos por distintas causas. Entregan, casi nada, su propia vida, y a pesar de ello, muchos ni siquiera se enteran de su sacrificio.”


Estaban parados frente al puesto de periódicos, un sol bastante fuerte quemaba sus espaldas, y ahí, enfrente, simplemente, estaba la foto del bonzo en primera plana, un campesino mexicano, en Veracruz, octubre del 2008, sentado como monje budista, en el suelo, incendiándose, quemándose, muriendo en vida, auto torturándose, esperando que su acto desesperado sirviera para algo. Aunque la imagen de la fotografía no dejaba ver toda la desgracia del caso, al observar con mucha atención y a conciencia lo que ahí sucedía, era todo, menos un montaje. Había que observar el fondo, el escenario. Los espectadores de la escena, fríos, ajenos, no sabían qué pasaba. En esa plaza siempre había gente gritando consignas, reclamando cosas, en plantones, en casas de campaña, protestando por algo. Quién se iba a fijar, era lo mismo siempre, pero de pronto una bola de fuego, una pira humana estaba ante ellos. Alguno hasta pensó: “chale, estos tipos están cada día más locos, no sé cómo el gobierno les permite tantas jaladas, la policía debía meterlos en orden en menos de diez segundos, unas patadas y garrotazos y verías que no se vuelven a instalar aquí”.

Lo real y concreto era que ese hombre estaba ardiendo a la vista de todos. Entre los que observaban la tétrica escena, brutal, ninguno parecía inmutarse, era como si vieran un mediocre partido de futbol en la televisión, o una escena furris de amor en la última telenovela de “éxito”. Rostros adormecidos, desapegados, sonámbulos, dormidos, zombies, votan en elecciones, llegan a sus casas y dictan órdenes, trabajan y desarrollan una vida lejana junto a sus más cercanos. Mientras, el bonzo se incendiaba frente a las miradas opacas e inertes, inexpresivas; ¿qué podrían hacer la señora que pasaba, o el hombre insensible que ni volteaba, uno mismo? De seguro nada, te meterías en un problema, y hay tanta injusticia, impunidad y corrupción, para qué te metes, te vayan a detener y acusar de algo, te vayas a meter en problemas, te vayan hasta a echar la culpa. Qué mala onda, ya alguien actuará, seguro, antes de que esté a media cuadra de aquí alguien ya habrá intervenido. Gracias a ese alguien me puedo retirar tranquilo...

Mientras, el cuerpo del bonzo se quema, se incendia, se deshace, se desgarra, duele, arde, pero a quién le importa el porqué, la causa. ¿Qué gran reportera de la prensa nacional hará el seguimiento del caso? ¿O al igual que muchos otros pasará a ser una nota más, perdida entre miles en el maremágnum de acontecimientos diarios y desgracias en este país? Uno más que la máquina trituradora de eventos volverá carroña, otro más. ¿A quién le importará? ¿qué clase de sistema es este en donde el ser humano vale pa’ pura madre? No, no habrá reportajes, no habrá tema de investigación, ni siquiera el bonzo dará para un trabajo escolar en la universidad, en la facultad de ciencias políticas. No pasará absolutamente nada, nada, nada.

Y he aquí un hombre que se inmola. Fuera por la causa que fuera, era para que la sociedad entera estuviera conmocionada, propusiera soluciones, exigiera respuestas inmediatas, llorara con los deudos, se organizara un homenaje público, se compensara un poco el dolor, se resaltara el nombre del sacrificado, se elevara una oración. Pero no es así. Y esa imagen fotográfica del periódico sigue rebote y rebote en mi cabeza, observo esa actitud de la gente, las expresiones en sus rostros, más bien su inexpresividad. Vaya escenografía más fría, gélida, desangelada, que rodeaba a la bola de fuego, a esa tea humana.

Una página ciberespacial no quiso olvidar la situación, perdida en un blog levantó letras solitarias para resaltar lo sucedido, para que no se olvidara el sacrificio de este hombre, que no nos pase desapercibido, que no sea otro bistec demolido, carne pa’ los lobos, una portada más para el amarillismo, para el enriquecimiento de una empresa. Hey, oye, soy Prensa, hazte a un lado, te vendo una buena y morbosa portada, eres billete, bonzo loco, serás olvidado, flamas a mí, quién te recordará, quién pagará un seguro de vida por ti, de cierto hasta estás reportado en la página del buró de créditos. A la mejor ni era campesino, era un líder tranza. Quizá hasta ya padecía tendencias suicidas y nomás aprovechó el momento, tú qué sabes, no sabemos nada, por eso le ves esa cara a la gente, para qué quieres que se metan si no saben ni qué carajos pasa. A esta clase de seres no se les hace una entrevista en directo para la televisión, no son nota, son pobres y mugrosos.

¿Y su familia? A mí qué, crees que los voy a sacar en la tele, a hacerles una cobertura, un seguimiento con periodismo de investigación, bah, no manches, no sabes dónde estás parado, quieres que me corran, o . . . no te hagas tonto, A la mejor el bonzo era un revoltoso izquierdista, no lo niegues, no te hagas, porqué tanta pregunta, tanta defensa, no sé porqué trabajas aquí, se lo voy a contar al jefe, al patrón, mire jefecito, este reporterete de escuelita quiere hacerle seguimiento a la noticia del bonzo ese de principios de octubre, cuál, no, no fue hace dos años, fue en 2008, hubo otro a principios de marzo del 2016, dónde, en Jalapa, ahhh, ¿fue aquí en México?. Además, qué delicados, si el señor gobernador apenas había suspendido 107 veces las audiencias sobre el caso que reclamaba el campesino. Ya no manches, tú también no te hagas buey, bien que te acuerdas, no hasta estuviste haciendo bromas acerca del bonzo, según decías eran de humor negro y era normal citarlas en este tipo de ocasiones. Hasta estaba estudiado psicoanalíticamente, dijiste.

El hombre está muerto, uno más, cómo se llamaba, cómo lo busco, ha de estar en Internet, cómo lo tecleo, ¿bonzo?, ¿con acento?¿sin? Bonzo, exacto, así, qué entrada para mi nota: ”Se quema a lo bonzo un campesino en Veracruz”, ábrela.


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