/ miércoles 7 de febrero de 2018

Juventud en crisis. Los ritos de iniciación.

¿Qué  le ha ofrecido la iglesia católica a los jóvenes a parte de regaños, miedos y muchísimos abusos?  A nivel de individuos sin duda existen sacerdotes comprometidos con el mensaje de Cristo, pero como institución tiene un historial digno de una severa revisión crítica.

¿Qué le ha ofrecido la familia a los jóvenes aparte de regaños, abusos, miedo? Volvemos a lo mismo, sin duda existen madres y padres excelentes, pero muchísimos están sumidos en círculos viciosos de donde no pueden salir ni les interesa. Violencia intrafamiliar, abuso sexual, drogas, alcoholismo y un sinfín de taras sociales.

¿Qué les ha ofrecido el sistema social? Cuando menos, aquí en México,  actualmente, los jóvenes están rodeados de una cantidad de pésimos ejemplos: corrupción, impunidad, crímenes, falta de democracia, de acceso a la salud, al empleo, a la diversión.  Los jóvenes en México están no sólo expuestos a grandes carencias, sino a enorme violencia. Sabido es que ellos asimilan y copian lo que ven. Así que ya podemos visualizar hacia dónde se dirige nuestra sociedad.

Cierto, existe también la otra cara, pero cuánto peso tiene. Existen sacerdotes católicos y religiosos de otros credos, que están comprometidos y son practicantes honrados de su ministerio. Existen familias que a pesar de sus contradicciones intentan caminar lo mejor que pueden basados en el amor,  la solidaridad y  el trabajo. En la amplitud del abanico social, existen instituciones serias y trabajadores responsables, empeñados en servir a la sociedad desde los ámbitos público y privado. Sino fuera por todo ello, esto ya se hubiera derrumbado desde cuando.

Es  muy fácil juzgar, condenar,  levantar el dedo flamígero, y otra cosa es evaluar, argumentar, construir, cooperar. Es muy difícil ser padres, quizá en todas las épocas lo ha sido, pero sin duda, en la actualidad, es una de las misiones más complejas y arduas que existen. 

Uno de los errores, uno de los más grandes, que se cometen contra los jóvenes es  cercenarles la imaginación.  Y son muchos los ataques, desde varios frentes, contra este recurso clave en la historia de la humanidad. La antigua categoría de los aparatos ideológicos es aún válida en muchos sentidos. Uno de los grandes enemigos de la imaginación lo encontramos en la estulticia con que se trata a la juventud en los cada vez más anquilosados medios masivos de comunicación como la tv, la radio, la prensa. Como en todo, hay sus honrosas excepciones, pero una revisión somera nos dará cuenta de la decadencia que padecen.

Patrick Harpur, un experto en el tema de la imaginación, señala: “En la Florencia renacentista, y nuevamente entre los románticos ingleses  y alemanes tres siglos después,  la imaginación  fue exaltada no sólo como la facultad humana más importante, sino como el fundamento mismo de la realidad.” (en su libro El fuego secreto de los filósofos, p. 72). Y un camino para desarrollar la imaginación es seguir el camino del héroe, del mito, del arquetipo que prefigura ciertas cualidades y características que sirven de ejemplo a seguir o rechazar, pero lo importante es que esta decisión se tome de manera consciente.

Pero a la juventud ya no hay quién le enseñe el camino del héroe,  ya no tiene guías sólidos, todas las narrativas han sido cuestionadas con un afán de relativismo preocupante, están alejados de los mitos que nutren, que alimentan. También las escuelas han fracasado, han convertido en guarderías y correccionales a los espacios educativos. Las autoridades no tienen una idea de lo que es la Academia,  creen que con  imponer verticalmente una pseudo reforma, la educación se va a transformar por decreto.

Nada más alejado de la realidad, por eso han fracasado esos intentos verticales en donde no participan los maestros. Y son los jóvenes los que quedan atravesados en este mar de incongruencias y contradicciones. Las muchachas y los muchachos necesitan consejo, guía, es parte intrínseca de su formación, y si no lo encuentran lo van a tomar de algún lado, y ese lado muchas veces resulta ser el más siniestro: las pandillas, la delincuencia, las drogas, el alcohol, la pereza, la inercia, la estupidez. Y esto apenas está comenzando, si no se pone un remedio, con una política de Estado,  como políticas públicas, esto va a estallar más fuerte de lo que ahora vemos.

Una fuente sólida y vital en donde niños, adolescentes  y jóvenes pueden abrevar es en los grandes mitos fundacionales. Como lo señala el antropólogo Rodney Needham, (citado por Patrick Harpur, p.126): “…el mito refleja la historia, proporciona un estatuto social, encarna una metafísica, responde a fenómenos naturales, expresa verdades perennes, hace frente al cambio históricos…”.

El mitólogo  Joseph Campbell, en su obra The masks of God: Creative Mythology (Las máscaras de Dios: mitología creativa), señala que las funciones del mito son cuatro: 1. La función metafísica: despertar un sentido de asombro ante el misterio del ser; 2. La función cosmológica: explicación de la forma del universo; 3. La función sociológica: validar y apoyar el orden social existente; y 4. La función psicológica: guía del individuo a través de las etapas de la vida.

Como puede deducirse, las funciones del mito son importantísimas para que un ser crezca con bases, con fundamentos, con raíces. Y parte central en este proceso formativo lo constituyen los ritos de iniciación. Señala P. Harpur, en la obra citada, que antiguamente los ritos de iniciación para la juventud era un paso obligado y necesario. Los ritos de iniciación “imitan el modelo al que se ajustó el nacimiento del cosmos y en función del cual se establecieron todos los modelos subsiguientes de organización …” (p 146). Vale la pena citar a Harpur textualmente: “Cuando los grandes mitos y rituales se despliegan uno por uno ante él, se abre un significado deslumbrante, como una alfombra fabulosa por la que el niño accede a la condición de hombre”. (p.146)

Harpur señala que estos ritos de iniciación no se pueden eliminar así como así, los jóvenes que no pasan por ello se quedan en la adolescencia, jamás maduran así tengan 20  ó 30 años.  Juzguen ustedes, volteen y  observen a familiares y/o amigos y miren con qué frecuencia estamos viendo esto,  gente que no madura aunque pasen los años.

 Aquí  hay que cuestionarse muchas cosas que están sucediendo en México.  Todo ese mal ejemplo social, corrupción, crimen, impunidad, ¿creemos que pueden cometerse sin dejar huella?  ¿Toda esa orfandad de valores, creemos que puede existir sin ninguna consecuencia? El trabajo para resolver este problema tiene que darse en todos los niveles: individual, familiar, social, y como ya se dijo, como una política de Estado al más alto nivel. Sí las acciones que se tomen no tienen está perspectiva tan sólo serán parches sobre parches que no solucionarán la problemática de fondo: la injusticia social, la falta de empleos bien remunerados, una educación escolar mediocre, la  impunidad y la falta de valores. Parafraseando al filósofo Friedrich Nietzsche podríamos hablar de la necesidad de revalorización de todos los valores, pero, quién lo va a impulsar si parece que muchos  ni siquiera se dan cuenta del problema o prefieren ignorarlo dada la dimensión del reto.

 

Patrick Harpur
El fuego secreto de los filósofos
Ed. Atalanta. 2ª ed. España. 2006

¿Qué  le ha ofrecido la iglesia católica a los jóvenes a parte de regaños, miedos y muchísimos abusos?  A nivel de individuos sin duda existen sacerdotes comprometidos con el mensaje de Cristo, pero como institución tiene un historial digno de una severa revisión crítica.

¿Qué le ha ofrecido la familia a los jóvenes aparte de regaños, abusos, miedo? Volvemos a lo mismo, sin duda existen madres y padres excelentes, pero muchísimos están sumidos en círculos viciosos de donde no pueden salir ni les interesa. Violencia intrafamiliar, abuso sexual, drogas, alcoholismo y un sinfín de taras sociales.

¿Qué les ha ofrecido el sistema social? Cuando menos, aquí en México,  actualmente, los jóvenes están rodeados de una cantidad de pésimos ejemplos: corrupción, impunidad, crímenes, falta de democracia, de acceso a la salud, al empleo, a la diversión.  Los jóvenes en México están no sólo expuestos a grandes carencias, sino a enorme violencia. Sabido es que ellos asimilan y copian lo que ven. Así que ya podemos visualizar hacia dónde se dirige nuestra sociedad.

Cierto, existe también la otra cara, pero cuánto peso tiene. Existen sacerdotes católicos y religiosos de otros credos, que están comprometidos y son practicantes honrados de su ministerio. Existen familias que a pesar de sus contradicciones intentan caminar lo mejor que pueden basados en el amor,  la solidaridad y  el trabajo. En la amplitud del abanico social, existen instituciones serias y trabajadores responsables, empeñados en servir a la sociedad desde los ámbitos público y privado. Sino fuera por todo ello, esto ya se hubiera derrumbado desde cuando.

Es  muy fácil juzgar, condenar,  levantar el dedo flamígero, y otra cosa es evaluar, argumentar, construir, cooperar. Es muy difícil ser padres, quizá en todas las épocas lo ha sido, pero sin duda, en la actualidad, es una de las misiones más complejas y arduas que existen. 

Uno de los errores, uno de los más grandes, que se cometen contra los jóvenes es  cercenarles la imaginación.  Y son muchos los ataques, desde varios frentes, contra este recurso clave en la historia de la humanidad. La antigua categoría de los aparatos ideológicos es aún válida en muchos sentidos. Uno de los grandes enemigos de la imaginación lo encontramos en la estulticia con que se trata a la juventud en los cada vez más anquilosados medios masivos de comunicación como la tv, la radio, la prensa. Como en todo, hay sus honrosas excepciones, pero una revisión somera nos dará cuenta de la decadencia que padecen.

Patrick Harpur, un experto en el tema de la imaginación, señala: “En la Florencia renacentista, y nuevamente entre los románticos ingleses  y alemanes tres siglos después,  la imaginación  fue exaltada no sólo como la facultad humana más importante, sino como el fundamento mismo de la realidad.” (en su libro El fuego secreto de los filósofos, p. 72). Y un camino para desarrollar la imaginación es seguir el camino del héroe, del mito, del arquetipo que prefigura ciertas cualidades y características que sirven de ejemplo a seguir o rechazar, pero lo importante es que esta decisión se tome de manera consciente.

Pero a la juventud ya no hay quién le enseñe el camino del héroe,  ya no tiene guías sólidos, todas las narrativas han sido cuestionadas con un afán de relativismo preocupante, están alejados de los mitos que nutren, que alimentan. También las escuelas han fracasado, han convertido en guarderías y correccionales a los espacios educativos. Las autoridades no tienen una idea de lo que es la Academia,  creen que con  imponer verticalmente una pseudo reforma, la educación se va a transformar por decreto.

Nada más alejado de la realidad, por eso han fracasado esos intentos verticales en donde no participan los maestros. Y son los jóvenes los que quedan atravesados en este mar de incongruencias y contradicciones. Las muchachas y los muchachos necesitan consejo, guía, es parte intrínseca de su formación, y si no lo encuentran lo van a tomar de algún lado, y ese lado muchas veces resulta ser el más siniestro: las pandillas, la delincuencia, las drogas, el alcohol, la pereza, la inercia, la estupidez. Y esto apenas está comenzando, si no se pone un remedio, con una política de Estado,  como políticas públicas, esto va a estallar más fuerte de lo que ahora vemos.

Una fuente sólida y vital en donde niños, adolescentes  y jóvenes pueden abrevar es en los grandes mitos fundacionales. Como lo señala el antropólogo Rodney Needham, (citado por Patrick Harpur, p.126): “…el mito refleja la historia, proporciona un estatuto social, encarna una metafísica, responde a fenómenos naturales, expresa verdades perennes, hace frente al cambio históricos…”.

El mitólogo  Joseph Campbell, en su obra The masks of God: Creative Mythology (Las máscaras de Dios: mitología creativa), señala que las funciones del mito son cuatro: 1. La función metafísica: despertar un sentido de asombro ante el misterio del ser; 2. La función cosmológica: explicación de la forma del universo; 3. La función sociológica: validar y apoyar el orden social existente; y 4. La función psicológica: guía del individuo a través de las etapas de la vida.

Como puede deducirse, las funciones del mito son importantísimas para que un ser crezca con bases, con fundamentos, con raíces. Y parte central en este proceso formativo lo constituyen los ritos de iniciación. Señala P. Harpur, en la obra citada, que antiguamente los ritos de iniciación para la juventud era un paso obligado y necesario. Los ritos de iniciación “imitan el modelo al que se ajustó el nacimiento del cosmos y en función del cual se establecieron todos los modelos subsiguientes de organización …” (p 146). Vale la pena citar a Harpur textualmente: “Cuando los grandes mitos y rituales se despliegan uno por uno ante él, se abre un significado deslumbrante, como una alfombra fabulosa por la que el niño accede a la condición de hombre”. (p.146)

Harpur señala que estos ritos de iniciación no se pueden eliminar así como así, los jóvenes que no pasan por ello se quedan en la adolescencia, jamás maduran así tengan 20  ó 30 años.  Juzguen ustedes, volteen y  observen a familiares y/o amigos y miren con qué frecuencia estamos viendo esto,  gente que no madura aunque pasen los años.

 Aquí  hay que cuestionarse muchas cosas que están sucediendo en México.  Todo ese mal ejemplo social, corrupción, crimen, impunidad, ¿creemos que pueden cometerse sin dejar huella?  ¿Toda esa orfandad de valores, creemos que puede existir sin ninguna consecuencia? El trabajo para resolver este problema tiene que darse en todos los niveles: individual, familiar, social, y como ya se dijo, como una política de Estado al más alto nivel. Sí las acciones que se tomen no tienen está perspectiva tan sólo serán parches sobre parches que no solucionarán la problemática de fondo: la injusticia social, la falta de empleos bien remunerados, una educación escolar mediocre, la  impunidad y la falta de valores. Parafraseando al filósofo Friedrich Nietzsche podríamos hablar de la necesidad de revalorización de todos los valores, pero, quién lo va a impulsar si parece que muchos  ni siquiera se dan cuenta del problema o prefieren ignorarlo dada la dimensión del reto.

 

Patrick Harpur
El fuego secreto de los filósofos
Ed. Atalanta. 2ª ed. España. 2006

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