/ miércoles 14 de febrero de 2024

Luis Tovar, poeta de lo ambiental


Detesto toda clase de chauvinismos, cuando son ideológicos. El absurdo orgullo de ser o pertenecer a un lugar, siempre me ha perecido de mentes pobres y cortas; pero lo anterior no es válido para el campo de la poesía, ahí cada cual construye sus propios paraísos, y se hace rey de los mismos o le rinde tributo a sus héroes inventados, siempre mejores, más interesantes al menos, que los reyes reales y los héroes reales. Hay tantos intentos fallidos de poetizar apoteósicamente a ilustres locales, que por lo general el intento es penoso, ya no digamos de su escritura sino de su lectura; pero Luis Tovar Flores, me calla la boca. Lo mejor de los LI Juegos Florales Nacionales de San Juan del Río, fue conocerlo y conocer su obra. En una época en que los poetas le rinden culto a la inteligencia artificial, es un alivio que él le rinde culto a la tradición literaria y a la tradición también, de su pueblo. Con toda la belleza de sus personales lecturas y de su enorme cultura, que me hace pensar en el mismísimo Rulfo, sus versos hacen sentir que su lengua no es castellana, sino mexicana, y con mayor especificidad, del bajío sanjuanense («Sanjuanense» como se llama su libro con el que ha ganado este certamen con su elogio a San Juan del Río). Es un poeta del tezontle, del cenzontle, del calicanto, de la obsidiana, en el maizal, que convierte a Juan Fernando de Tapia, Mexici, en un Odiseo, de la tierra de San Juan, que no tiene mar, pero tiene río y lluvias. Dícelo él mejor que yo:

Juan tomó el filo de su obsidiana para cortar el carrizo

para tapar los hoyos de su choza con juncos solitarios

masca vaina del mezquite ante los rayos calurosos,

Juan es pobre como la mañana celeste que en el río

baja implume a bañarse en los tepetates rosados

guarda su honda entre los jazmines y delgadas jaras,

después de haber cazado a la liebre, a la torcaza.

Su forma de construir una novela en una estrofa entrelazando palabras que no pueden ser sino de la lengua mexicana, me hace pensar que sí tuvimos identidad, que esa identidad se quedó en ilustres artistas que como él, no se dejaron alienar por el crecimiento de las ciudades, y siguen viviendo en un pueblo, en su propio pueblo, más bello que cualquier pueblo real. Así el México real es un México imaginario, y Luis Tovar, por más que inspire su escritura en la memoria de próceres del Querétaro sanjuanense, como, la concertista Esperanza Cabrera Muñoz, mi lectura no la centro en el personaje, sino en lo que Luis crea a su alrededor:

Mientras la lluvia es un anillo y un caudal inerte en el asfalto

una muchacha con cabellos hechos de aire toca el piano.

Así cuando elogia al poeta Pablo Cabrera:

He visto flores violáceas y amarillas estallando

mi madre zarandea un saco de piedras húmedas

lo había olvidado lentamente, pero a través del vuelo las mariposas

la barca me estaba esperando y de pronto de nuevo

me encontré hollando los perfumes…

Por citar un poco de su escritura, para decir que Luis Tovar es un poeta del ambiente y del paisaje, antes que del personaje, al cual toma, creo yo, como un pretexto para construir. Lo mismo me sucede al haber leído hace poco su libro dedicado a Anaïs Nin, publicado por el Instituto de Investigaciones Multidisciplinarias de la UAQ en 2017, y editado por otro gran poeta, Julio César Schara. Pero del paisaje, su obra se hunde en lo más sincero de un existencialismo arrobado de alegorías por lo que de mágico tiene la memoria de lo cotidiano, que es su pluma desdoblada en una verdad que lucha por continuar existiendo mientras la realidad se desgarra y se vuelve a entretejer en una piedra: Cae mi espíritu en círculos, esclusa / de silencio en notas crispadas / esas calles de cantera labrada / un llanto sobre el sabino… Para mis adentros pesa como basalto / que la vida sea tan breve / para tomarme un trago profundo / de estrellas…, dice para hablar de un cerro, de su Cerro de la Venta. Soy del sol, sol de occidente crepuscular falleciente, / … el de la culebra, relámpago, granizo y agua, / la mujer que lava en tepetate sus floridas enaguas, / … mis cabellos son del cenzontle que vuela entre el sorgo, / el trigal y el hueledenoche, mi voz es canto órfico grillal, que no cesa ante los laureles. Construye en una oda par hablar de lo que es ser sanjuanense.

Al citar los anteriores versos, sesgo en mi selección una censura por citar a los personajes o lugares que infiltran su mente poética, pero lo hago a reserva de dejar asignada la tarea de su lectura, para enfatizar la universalidad de lo que trata; eso que a mí me ha tocado tanto como pudieron hacerlo desde lo local hasta lo universal, García Lorca o los Machado; pero tal tarea estará pendiente pues su libro no se ha publicado aún y eso es algo en lo que falla San Juan del Río y los convocantes del premio de poesía, pues consideran el premio pero no la publicación de la obra, lo cual me parece un sinsentido, que espero en el más álgido espíritu de justicia que se resarza. Entretanto, el próximo martes 13 de febrero, dentro del primer Festival de Literatura de San Juan del Río, Luis Tovar hará recital de su poemario.

➡️ Si quieres recibir las noticias en tu Whatsapp, envía la palabra ALTA

En San Juan del Río se está cocinando desde hace tiempo un quehacer literario que me recuerda al de Querétaro capital, en los 90, fraterno, sincero y hasta podría decir, amoroso. Su comunidad literaria a la que yo mismo azarosamente me integro al haber ahora también ganado su premio nacional de poesía, me alegra y me honra; pero más aún me alegra y honra saber de buena tinta cada vez más a Luis Tovar, conocido también como Le Jos Uis. Su lectura además de dichosa es obligada. Un escritor que a sí mismo se describe:

Soy nieto de Felipa Leyva y Mateo Flores, soy poeta y campesino, soy del surco, del trillar los bueyes el zacate, el que nació en la ribera del río, soy el castigado con ramas de Jara, el de los tepetates, frijoles, nopales, xoconoshtle, el siempre hambriento y lombriciento, el descalabrado por travieso, soy el de los talones rajados por regar la milpa, el trepador de sabinos, el hijo de Felipa Leyva de Escolásticas, la de ojos aceitunados, el hijo de Mateo Flores enemigo del Nahual y quién de los cañotes de maíz me hacía juguetes y de la mazorca el nixtamal para comer, soy hijo del Alicante descolgándose de las tejas, de la culebra del charco y la chirrionera que me disciplinaba, soy poeta y campesino.


Detesto toda clase de chauvinismos, cuando son ideológicos. El absurdo orgullo de ser o pertenecer a un lugar, siempre me ha perecido de mentes pobres y cortas; pero lo anterior no es válido para el campo de la poesía, ahí cada cual construye sus propios paraísos, y se hace rey de los mismos o le rinde tributo a sus héroes inventados, siempre mejores, más interesantes al menos, que los reyes reales y los héroes reales. Hay tantos intentos fallidos de poetizar apoteósicamente a ilustres locales, que por lo general el intento es penoso, ya no digamos de su escritura sino de su lectura; pero Luis Tovar Flores, me calla la boca. Lo mejor de los LI Juegos Florales Nacionales de San Juan del Río, fue conocerlo y conocer su obra. En una época en que los poetas le rinden culto a la inteligencia artificial, es un alivio que él le rinde culto a la tradición literaria y a la tradición también, de su pueblo. Con toda la belleza de sus personales lecturas y de su enorme cultura, que me hace pensar en el mismísimo Rulfo, sus versos hacen sentir que su lengua no es castellana, sino mexicana, y con mayor especificidad, del bajío sanjuanense («Sanjuanense» como se llama su libro con el que ha ganado este certamen con su elogio a San Juan del Río). Es un poeta del tezontle, del cenzontle, del calicanto, de la obsidiana, en el maizal, que convierte a Juan Fernando de Tapia, Mexici, en un Odiseo, de la tierra de San Juan, que no tiene mar, pero tiene río y lluvias. Dícelo él mejor que yo:

Juan tomó el filo de su obsidiana para cortar el carrizo

para tapar los hoyos de su choza con juncos solitarios

masca vaina del mezquite ante los rayos calurosos,

Juan es pobre como la mañana celeste que en el río

baja implume a bañarse en los tepetates rosados

guarda su honda entre los jazmines y delgadas jaras,

después de haber cazado a la liebre, a la torcaza.

Su forma de construir una novela en una estrofa entrelazando palabras que no pueden ser sino de la lengua mexicana, me hace pensar que sí tuvimos identidad, que esa identidad se quedó en ilustres artistas que como él, no se dejaron alienar por el crecimiento de las ciudades, y siguen viviendo en un pueblo, en su propio pueblo, más bello que cualquier pueblo real. Así el México real es un México imaginario, y Luis Tovar, por más que inspire su escritura en la memoria de próceres del Querétaro sanjuanense, como, la concertista Esperanza Cabrera Muñoz, mi lectura no la centro en el personaje, sino en lo que Luis crea a su alrededor:

Mientras la lluvia es un anillo y un caudal inerte en el asfalto

una muchacha con cabellos hechos de aire toca el piano.

Así cuando elogia al poeta Pablo Cabrera:

He visto flores violáceas y amarillas estallando

mi madre zarandea un saco de piedras húmedas

lo había olvidado lentamente, pero a través del vuelo las mariposas

la barca me estaba esperando y de pronto de nuevo

me encontré hollando los perfumes…

Por citar un poco de su escritura, para decir que Luis Tovar es un poeta del ambiente y del paisaje, antes que del personaje, al cual toma, creo yo, como un pretexto para construir. Lo mismo me sucede al haber leído hace poco su libro dedicado a Anaïs Nin, publicado por el Instituto de Investigaciones Multidisciplinarias de la UAQ en 2017, y editado por otro gran poeta, Julio César Schara. Pero del paisaje, su obra se hunde en lo más sincero de un existencialismo arrobado de alegorías por lo que de mágico tiene la memoria de lo cotidiano, que es su pluma desdoblada en una verdad que lucha por continuar existiendo mientras la realidad se desgarra y se vuelve a entretejer en una piedra: Cae mi espíritu en círculos, esclusa / de silencio en notas crispadas / esas calles de cantera labrada / un llanto sobre el sabino… Para mis adentros pesa como basalto / que la vida sea tan breve / para tomarme un trago profundo / de estrellas…, dice para hablar de un cerro, de su Cerro de la Venta. Soy del sol, sol de occidente crepuscular falleciente, / … el de la culebra, relámpago, granizo y agua, / la mujer que lava en tepetate sus floridas enaguas, / … mis cabellos son del cenzontle que vuela entre el sorgo, / el trigal y el hueledenoche, mi voz es canto órfico grillal, que no cesa ante los laureles. Construye en una oda par hablar de lo que es ser sanjuanense.

Al citar los anteriores versos, sesgo en mi selección una censura por citar a los personajes o lugares que infiltran su mente poética, pero lo hago a reserva de dejar asignada la tarea de su lectura, para enfatizar la universalidad de lo que trata; eso que a mí me ha tocado tanto como pudieron hacerlo desde lo local hasta lo universal, García Lorca o los Machado; pero tal tarea estará pendiente pues su libro no se ha publicado aún y eso es algo en lo que falla San Juan del Río y los convocantes del premio de poesía, pues consideran el premio pero no la publicación de la obra, lo cual me parece un sinsentido, que espero en el más álgido espíritu de justicia que se resarza. Entretanto, el próximo martes 13 de febrero, dentro del primer Festival de Literatura de San Juan del Río, Luis Tovar hará recital de su poemario.

➡️ Si quieres recibir las noticias en tu Whatsapp, envía la palabra ALTA

En San Juan del Río se está cocinando desde hace tiempo un quehacer literario que me recuerda al de Querétaro capital, en los 90, fraterno, sincero y hasta podría decir, amoroso. Su comunidad literaria a la que yo mismo azarosamente me integro al haber ahora también ganado su premio nacional de poesía, me alegra y me honra; pero más aún me alegra y honra saber de buena tinta cada vez más a Luis Tovar, conocido también como Le Jos Uis. Su lectura además de dichosa es obligada. Un escritor que a sí mismo se describe:

Soy nieto de Felipa Leyva y Mateo Flores, soy poeta y campesino, soy del surco, del trillar los bueyes el zacate, el que nació en la ribera del río, soy el castigado con ramas de Jara, el de los tepetates, frijoles, nopales, xoconoshtle, el siempre hambriento y lombriciento, el descalabrado por travieso, soy el de los talones rajados por regar la milpa, el trepador de sabinos, el hijo de Felipa Leyva de Escolásticas, la de ojos aceitunados, el hijo de Mateo Flores enemigo del Nahual y quién de los cañotes de maíz me hacía juguetes y de la mazorca el nixtamal para comer, soy hijo del Alicante descolgándose de las tejas, de la culebra del charco y la chirrionera que me disciplinaba, soy poeta y campesino.

Elecciones 2024

Ofrece “Felifer” generar mejor convivencia en condominios

Asegura que intervendrá desde su gobierno para crear una mejor calidad de vida en los habitantes, de llegar a la presidencia municipal

Elecciones 2024

Propone "Chepe Guerrero asesorías a emprendedores

Con especialistas en temas fiscales, abogados y una alianza con universidades para apoyarlos

Deportes

Conspiradores pierden la serie inaugural ante Leones

La novena local ,solo ganó el partido inaugural de su estadio, ahora reciben a los Olmecas de Tabasco a partir de este martes

Policiaca

Biker muere al toparse con Chevy en sentido contrario

El conductor responsable tuvo que ser llevado a un hospital en calidad de detenido para descartar riesgos

Finanzas

Bajan pronóstico de crecimiento económico en Querétaro

Entidad se mantendrá por encima de la media nacional, señalan los especialistas

Círculos

Cantinas queretanas, cantinas de tradición

Estos lugares son imperdibles para quienes les gusta la botana, escuchar buena música y disfrutar de unos buenos tragos, ¿ya los has visitado?