/ viernes 5 de agosto de 2022

Hacer un festival

Tinta para un Atabal


Un festival artístico está conformado por una serie de eventos que confluyen en un tiempo y lugar(es) preciso(s), unificados en uno o más ejes por una línea curatorial, la cual responde a necesidades objetivas o subjetivas identificadas entre la población, para finalmente reunir a personas que comparten más o menos los mismos intereses. De esta forma, artistas y espectadores se encontrarán dialogando, habitando el mismo espacio de ficción.

Hacer un festival de teatro y darle continuidad logrando su permanencia a través de los años, requiere de mucho más que vocación por el arte. Poner el corazón, no es suficiente, aunque es medular. Hacer un festival es encontrarte de frente con las posibilidades reales que te ofrecen la infraestructura y política cultural de un lugar, la economía y la suma de voluntades de agentes internos y externos, la presencia de fenómenos naturales y de emergencia sanitaria, entre otros que se imponen al propio desarrollo, porque invariablemente en todas las acciones media la interacción humana.

La Cruzada Central por el teatro se realiza desde 2010, teniendo como sede principal el estado de Querétaro. Se enfoca principalmente en la formación de público para el teatro, implementando, para lograrlo, distintas estrategias que van desde conferencias, charlas, invitaciones a públicos específicos, hasta intervenciones en espacios alternativos, habiendo atendido un promedio de 5 mil espectadores y alrededor de 140 artistas por edición, entre organizadores (el propio equipo de Atabal Teatro), equipos técnicos, anfitriones, creativos e intérpretes, practicantes y trabajadores sociales de diferentes escuelas, entre otros colaboradores.

Además de fomentar el intercambio artístico tendiendo redes entre compañías del estado y de otras entidades federativas y países, es un intercambio que cobra frutos en la proyección y desarrollo de la actividad teatral del país, encontrando resonancia entre un público diverso de diferentes latitudes.

Se ha venido realizando durante 12 años gracias a la coinversión de varias organizaciones, entre ellas las propias compañías que donan una parte de sus honorarios o consiguen algún apoyo en especie en sus estados y/o países de origen; o bien, que ya cuentan para sus presentaciones con el apoyo de algún programa federal, estatal o municipal. Por supuesto que esta coinversión abarca los recursos propios de la compañía Atabal y los ingresos de taquilla que son reinvertidos directamente en el desarrollo del mismo festival.

La 13 edición que actualmente se está llevando a cabo y que concluirá el 11 de septiembre de 2022, tiene formato mixto, presencia en espacios tanto abiertos como cerrados (independientes y gubernamentales) de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes y Jalisco, planteando recuperar el alcance regional que dio origen a la primera edición. Será, por primera vez, de acceso gratuito en aquellas actividades que fueron beneficiadas con el apoyo PROFEST de la Secretaría de Cultura del gobierno federal y con una cuota de recuperación para integrar los honorarios de las compañías que no lo fueron y que aun así, aceptaron formar parte de esta fiesta que hoy más que nunca es “por el teatro”.

Hacer un festival es un trabajo arduo que inicia mucho antes de la inauguración, es un trabajo intenso de planeación que no solamente se reduce a presentarse el día de la función y recibir al público. Es pensar en los recursos y los medios, en las actividades y en las necesidades de las personas que apuestan todo por el teatro.

Cada año cuestionamos fuertemente si es necesario llevarlo a cabo, justamente porque “hacer un festival” no es un negocio si lo pensamos desde una mentalidad materialista, capitalista. Entonces, hacer un festival de teatro independiente en México, ¿para qué? si no nos da una certidumbre económica, si por el contrario sabemos que tendremos que aportar todo: recursos económicos, esfuerzo físico, mental y creativo para que todo salga lo mejor posible en beneficio de todos.

No tenemos que pensarlo mucho. Sin duda, la ganancia en otros terrenos menos fútiles (que sin embargo no puede desdeñarse) la encontramos en otras razones que forman parte de la médula del arte y que nos brindan la oportunidad de seguir adelante en nuestra misión que es el mantener viva la llama del teatro.

Me refiero a la convivencia y el intercambio de experiencias que nos dejan mucho más que aprendizaje; nos revitalizan en la fascinación de ver la convergencia de los sueños, las ilusiones, las visiones del mundo, los anhelos y los cariños que se afianzan en cada encuentro. Es redescubrirnos mirando hacia el mismo lado desde ópticas únicas y particulares, lo cual ya nos da la certeza de que vamos juntos en este camino de continuo horadar en las conflictivas humanas.

Sin embargo, al hablar de un festival como la Cruzada Central por el Teatro, no podemos dejar de nombrar lo que objetivamente ha demostrado que es: un movimiento artístico que promueve la continuidad del trabajo de investigación, creación y producción profesionales generado por artistas locales, nacionales e internacionales; un movimiento que estimula la formación profesional y la proyección para lograr resonar fuerte en el público que, finalmente, forma parte de la esencia de nuestro trabajo. Hacer un festival, independientemente de todo lo que hay detrás de la organización, es contribuir para que el derecho de acceso al arte y a la cultura, en cierta medida, se cumpla. En Atabal, este compromiso con la sociedad es vital y cada año regresaremos, invitando, persuadiendo a acercarse a la mesa para disfrutar y compartir el rico alimento del espíritu que es el teatro.




Un festival artístico está conformado por una serie de eventos que confluyen en un tiempo y lugar(es) preciso(s), unificados en uno o más ejes por una línea curatorial, la cual responde a necesidades objetivas o subjetivas identificadas entre la población, para finalmente reunir a personas que comparten más o menos los mismos intereses. De esta forma, artistas y espectadores se encontrarán dialogando, habitando el mismo espacio de ficción.

Hacer un festival de teatro y darle continuidad logrando su permanencia a través de los años, requiere de mucho más que vocación por el arte. Poner el corazón, no es suficiente, aunque es medular. Hacer un festival es encontrarte de frente con las posibilidades reales que te ofrecen la infraestructura y política cultural de un lugar, la economía y la suma de voluntades de agentes internos y externos, la presencia de fenómenos naturales y de emergencia sanitaria, entre otros que se imponen al propio desarrollo, porque invariablemente en todas las acciones media la interacción humana.

La Cruzada Central por el teatro se realiza desde 2010, teniendo como sede principal el estado de Querétaro. Se enfoca principalmente en la formación de público para el teatro, implementando, para lograrlo, distintas estrategias que van desde conferencias, charlas, invitaciones a públicos específicos, hasta intervenciones en espacios alternativos, habiendo atendido un promedio de 5 mil espectadores y alrededor de 140 artistas por edición, entre organizadores (el propio equipo de Atabal Teatro), equipos técnicos, anfitriones, creativos e intérpretes, practicantes y trabajadores sociales de diferentes escuelas, entre otros colaboradores.

Además de fomentar el intercambio artístico tendiendo redes entre compañías del estado y de otras entidades federativas y países, es un intercambio que cobra frutos en la proyección y desarrollo de la actividad teatral del país, encontrando resonancia entre un público diverso de diferentes latitudes.

Se ha venido realizando durante 12 años gracias a la coinversión de varias organizaciones, entre ellas las propias compañías que donan una parte de sus honorarios o consiguen algún apoyo en especie en sus estados y/o países de origen; o bien, que ya cuentan para sus presentaciones con el apoyo de algún programa federal, estatal o municipal. Por supuesto que esta coinversión abarca los recursos propios de la compañía Atabal y los ingresos de taquilla que son reinvertidos directamente en el desarrollo del mismo festival.

La 13 edición que actualmente se está llevando a cabo y que concluirá el 11 de septiembre de 2022, tiene formato mixto, presencia en espacios tanto abiertos como cerrados (independientes y gubernamentales) de Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes y Jalisco, planteando recuperar el alcance regional que dio origen a la primera edición. Será, por primera vez, de acceso gratuito en aquellas actividades que fueron beneficiadas con el apoyo PROFEST de la Secretaría de Cultura del gobierno federal y con una cuota de recuperación para integrar los honorarios de las compañías que no lo fueron y que aun así, aceptaron formar parte de esta fiesta que hoy más que nunca es “por el teatro”.

Hacer un festival es un trabajo arduo que inicia mucho antes de la inauguración, es un trabajo intenso de planeación que no solamente se reduce a presentarse el día de la función y recibir al público. Es pensar en los recursos y los medios, en las actividades y en las necesidades de las personas que apuestan todo por el teatro.

Cada año cuestionamos fuertemente si es necesario llevarlo a cabo, justamente porque “hacer un festival” no es un negocio si lo pensamos desde una mentalidad materialista, capitalista. Entonces, hacer un festival de teatro independiente en México, ¿para qué? si no nos da una certidumbre económica, si por el contrario sabemos que tendremos que aportar todo: recursos económicos, esfuerzo físico, mental y creativo para que todo salga lo mejor posible en beneficio de todos.

No tenemos que pensarlo mucho. Sin duda, la ganancia en otros terrenos menos fútiles (que sin embargo no puede desdeñarse) la encontramos en otras razones que forman parte de la médula del arte y que nos brindan la oportunidad de seguir adelante en nuestra misión que es el mantener viva la llama del teatro.

Me refiero a la convivencia y el intercambio de experiencias que nos dejan mucho más que aprendizaje; nos revitalizan en la fascinación de ver la convergencia de los sueños, las ilusiones, las visiones del mundo, los anhelos y los cariños que se afianzan en cada encuentro. Es redescubrirnos mirando hacia el mismo lado desde ópticas únicas y particulares, lo cual ya nos da la certeza de que vamos juntos en este camino de continuo horadar en las conflictivas humanas.

Sin embargo, al hablar de un festival como la Cruzada Central por el Teatro, no podemos dejar de nombrar lo que objetivamente ha demostrado que es: un movimiento artístico que promueve la continuidad del trabajo de investigación, creación y producción profesionales generado por artistas locales, nacionales e internacionales; un movimiento que estimula la formación profesional y la proyección para lograr resonar fuerte en el público que, finalmente, forma parte de la esencia de nuestro trabajo. Hacer un festival, independientemente de todo lo que hay detrás de la organización, es contribuir para que el derecho de acceso al arte y a la cultura, en cierta medida, se cumpla. En Atabal, este compromiso con la sociedad es vital y cada año regresaremos, invitando, persuadiendo a acercarse a la mesa para disfrutar y compartir el rico alimento del espíritu que es el teatro.



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