Zapatilla, la tortuga marina cuenta las peripecias de una pequeña tortuga que debe enfrentarse en su día a día a una serie de obstáculos para sobrevivir; desde esquivar barcos, anzuelos y plásticos, hasta alejarse velozmente de los humanos.
Escrita por Mariana Hartasánchez, la obra fue presentada por primera vez en 2015 bajo el impulso de Ayotzintli, una asociación queretana enfocada en la preservación y protección de las tortugas marinas.
La historia busca generar conciencia sobre la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra esta especie, y lo que puede hacer la sociedad para evitar su extinción.
Para continuar con esta labor, la organización revivirá el proyecto escénico, esta vez a lado del colectivo Pocus Locus, de Baja California Sur.
“Yo siempre he creído y he pensado que el teatro tiene mucha fuerza para transmitir mensajes. Antes hacíamos eventos con obras de otras personas para recaudar fondos, y de ahí empezamos a pensar que el escenario te permite transmitir ciertos mensajes de una manera no pedagógica”, refirió Antonio Trujillo Susunaga, biólogo y activista que encabeza la asociación.
De acuerdo con el también investigador, en los 15 años que tienen como organización, han observado que las estrategias lúdicas y culturales han generado mayor interés de la población sobre la problemática.
“No se dice ‘ven y aprende sobre tortugas’, no, se dice ‘ven y diviértete’ y en el camino aprenderán sobre tortugas porque vienen datos como por ejemplo que ellas regresan al lugar donde nacieron, que viven cien años, tienen más o menos 80 huevos por camada, el impacto de los plásticos, el daño que genera la pesca incidental, entre otros temas. Creo que el teatro permite utilizar un lenguaje distinto para transmitir lo que quieras transmitir, y en este caso pues es la conservación de las tortugas marinas”, explicó Trujillo.
Próximamente, la asociación estrenará una nueva adaptación de Zapatilla, la tortuga marina, en la que incorporaron modismos propios de Baja California Sur, estado donde van a presentar la obra luego de haber ganado la convocatoria local Tercera Llamada. Además, han colaborado con la Estación Comunitaria Mares Circulares, centro de acopio que tiene por objetivo fortalecer el reciclaje, para la realización de su escenografía con materiales de reúso.
Antonio Trujillo compartió que se encuentran emocionados por llevar esta obra a La Paz, aunque no es la primera vez que su trabajo es reconocido fuera de Querétaro; en casi una década se han presentado con esta obra en Uruguay, Chile, Argentina y Perú.
En Querétaro la historia no ha sido igual, lamentó, ya que ha sido más complicado abrirse camino en la comunidad teatral. “Entrar en el rollo cultural en Querétaro es muy muy difícil, porque en ese entonces el colectivo no tenía tanta experiencia, tanto respaldo. Como a nosotros lo que nos interesaba más era trabajar con jóvenes, más que con gente experimentada, buscábamos que los chicos se apropiaran del tema, inclusive buscamos que los chicos y chicas que hayan pasado por el proyecto, tengan la experiencia de ir a la playa a rescatar tortugas y en participar en proyectos de la organización como para que entonces, a la hora de estar sobre el escenario, ellos pudieran hablar de algo que conocen, no sólo de algo que alguien les platicó”, explicó el biólogo.
En una ocasión, recuerda, el colectivo participó en una convocatoria llamada Teatro escolar, donde los participantes podían ingresar su obra y de ser ganadores se les otorgaba un tipo de financiamiento y se programaban presentaciones en las escuelas; desafortunadamente, su proyecto no fue seleccionado, pero en una plática que tuvo con uno de sus contactos, le comentaron que su propuesta era la mejor, pero que no se podía justificar que se les brindara un apoyo económico a su organización, la cual hasta el momento no se define como una organización cultural.
Trujillo reconoce el apoyo que se les ha brindado en diferentes espacios como en el Festival Querétaro Experimental, el Teatro de la Ciudad (con el apoyo de parte del área cultural del Municipio de Querétaro), la Gaviota Teatro, entre otros.
Una especie en peligro de extinción
En el marco del Día Mundial de las Tortugas Marinas, que se conmemora cada 16 de junio para recordar los peligros por los que corren y las amenazas que las acechan –además de buscar que más personas se sumen en el cuidado y supervivencia de esta especie– , Antonio Trujillo asevera que el panorama continúa siendo preocupante.
Pese a que se presume un aumento en la población de algunas especies de este reptil como la Golfina, la realidad es que la población total de tortugas actualmente representa entre el 15 y 20 por ciento de la que se registraba en los años 70, informó el biólogo.
“Hoy en día las poblaciones están estables, no hay disminución, pero tampoco hay aumento. La realidad es que pueden haber muchas, pero no en el comparativo de las que había, ahora si las sacas de la categoría de ‘peligro de extinción’, pues evidentemente van a empezar otra vez a tener un impacto en las poblaciones y en unos años volverán a estar en riesgo”, explicó.
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Pese a los esfuerzos que se han realizado por diferentes organizaciones, el mayor obstáculo que provoca el consumo ilegal de tortugas es el narcotráfico, refirió el activista. “La gente que controla el tráfico de huevos de tortuga, en particular, es gente del narco; entonces, eso es lo que permite que tú te puedas comer un huevo de tortuga en la Ciudad de México, de una tortuga que fue robada una noche anterior en Guerrero. Entonces, si no podemos con el narco, menos podremos con la parte del tráfico”, agregó.
Ante este difícil panorama, el biólogo apuesta por la concientización de las personas. “Gran parte del turismo de las zonas metropolitanas se dirigen hacia las playas, entonces si yo desde aquí puedo informarles de ciertas cosas, como que el consumo de carne y de huevos de tortuga son un delito federal, entonces al menos estamos generando un tipo de turismo más amigable y consciente”.
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