Tres miradas de Tolimán

Por Carlos Campos

  · martes 13 de febrero de 2018

Fotos: Especiales

–¿Ustedes son los que vienen a entregar las casas?– dice una mujer con su pequeño hijo, mientras abordan la camioneta en la que viajamos.

–No, somos maestros, en todo caso yo también quiero una casa– respondió entre risas el profesor Ángel, uno de los maestros de la Escuela Secundaria General “Tollimani 1532” que ha salido a recorrer comunidades remotas del municipio para promocionar la escuela entre las comunidades aledañas a la cabecera municipal.

Con una superficie de 724.7 km2, casi el doble del municipio de Querétaro, y una población de 23 mil 963 habitantes, Tolimán es el sexto municipio más extenso de nuestro estado. Con un proceso de urbanización en ciernes, el 24.7% de la población mayor de 5 años de edad es hablante de alguna lengua indígena, lo que convierte a Tolimán en el municipio con mayor concentración de población indígena en el estado.

–¿Van muy lejos?– pregunta a la mujer el profesor Ángel.

–Vamos al Colegio de Bachilleres. Hay junta de padres de familia. Ahí estudia mi hija.

Repartidos en cuadrillas, los profesores de la Tollimani 1532 tienen la misión de invitar a la mayor cantidad posible de estudiantes de sexto grado de primaria: “Ya no nos importa si estudian con nosotros o si prefieren irse a la Técnica: lo importante es que sigan estudiando”, dice el profesor Moisés, docente de Ciencias Sociales.

No obstante, sí es importante que la secundaria pueda contar con la mayor cantidad de estudiantes de nuevo ingreso posible, de lo contrario se tendrían que cerrar grupos, lo que se traduciría en disminución de la población estudiantil y en menor carga horaria para los docentes, algunos de los cuales tienen que trasladarse diariamente desde la Ciudad de Querétaro hasta San Pablo Tolimán (algunos viajan para impartir solamente 12 horas de clase a la semana).

En el itinerario de la cuadrilla en la que viajo (asignada con la ruta 4) la primera escuela a visitar es la Escuela Primaria Indígena “Venustiano Carranza” ubicada en la comunidad de Maguey Manso, localizada a 2025 metros de altitud, y en donde habitan apenas 331 personas, 100% población indígena. En Maguey Manso, el 11,18% de la población es analfabeta (el 7,88% de los hombres y el 14,46% de las mujeres). El grado de escolaridad es del 6.05 (6.33 en hombres y 5.80 en mujeres).

A pesar de que es un día soleado, la temperatura llega apenas a los 8 grados C. Una sola aula acoge a los estudiantes de 5º y 6º grados, quienes son atendidos por un solo maestro. A las faldas de la montaña desde donde se alcanza a apreciar la pared majestuosa de la Sierra Gorda, la escuela crece paulatinamente en número de aulas y estudiantes.

–¡Qué bueno que vinieron! Pensábamos que después de la pastorela ya no los íbamos a volver a ver– dice una señora que vende churros en la única cancha con la que cuenta la escuela.

Ante la mirada indiferente o, más bien, cotidiana de quienes circulan diariamente por aquí, un perro intenta llevarse los restos de lo que parece ser un burro. La escena casi surrealista que conforma el perro, los restos de burro y el olor que de éste emana solamente perturba a quienes cargamos con nuestros complejos urbanos.

Nuestro siguiente destino es Bomintzá, comunidad indígena con 596 habitantes. El 12,75% de la población es analfabeta (el 9,03% de los hombres y el 16,50% de las mujeres). El grado de escolaridad es del 6.03 (6.18 en hombres y 5.90 en mujeres). El 98,15% de la población es indígena, y el 67,62% de los habitantes habla una lengua indígena.

En la Primaria Comunitaria somos recibidos por el profesor Ángel, homónimo del profesor que dirige la cuadrilla con la que viajo. Con la implementación de escuela piloto de tiempo completo, y para mi estúpida sorpresa, la escuela presenta una estructura que muchos colegios públicos y particulares de nuestro municipio envidiarían: aulas equipadas, material didáctico en óptimas condiciones, biblioteca con acervo, instalaciones en excelentes condiciones de mantenimiento y un latente silencio elocuente, característico de las escuelas que trabajan con aulas autorregulables.

–¡Qué bueno que vinieron! Los muchachos solamente conocen la telesecundaria Matlatzinca. A pesar de que es su mejor opción para continuar estudiando, prefieren ir a una escuela donde puedan tener no solo uno sino varios maestros, y convivir con otros muchachos, no solamente los de nuestra comunidad– dice la maestra María de Lourdes, directora de la primaria, con 32 años efectivos en servicio.

En el aula en donde se lleva la presentación, se aprecia el rincón de lectura con acervo que va desde la antología poética de Efraín Huerta hasta volúmenes de novela negra de Michael Conelly. En la pared están pegados proyectos de guiones radiofónicos y hasta diagramas para el análisis de textos periodísticos: “Tratamos de que los chicos salgan lo mejor preparados para la secundaria”, dice el profesor Ángel.

Nuestra última parada es la Escuela Primaria General “Constancia”, ubicada en la comunidad de Casa Blanca, comunidad semirural e indígena que alberga a 668 habitantes. El 10,63% de la población es analfabeta (el 7,95% de los hombres y el 13,20% de las mujeres). El grado de escolaridad es del 6.88 (7.17 en hombres y 6.61 en mujeres). El 97,46% de la población es indígena, y el 69,91% de los habitantes habla una lengua indígena. El 1,05% de la población habla una lengua indígena y no habla español.

–Solamente tenemos un grupo de 6º grado. El año pasado teníamos dos. O las mujeres ya midieron el número de hijos que quieren tener o, de plano, ya no quisieron mandarlos a la escuela– dice el profesor Antonio, director de la institución.

Al regreso a la cabecera municipal una cosa es clara: en Tolimán la desigualdad es lacerante. Botín eterno de opinólogos oportunistas que esgrimen desde sus redes sociales o espacios informativos un neoprimitivismo retrógrada e hipócrita, la población de Toliman demanda educación y cultura. No se trata de vulnerar la condición de los pueblos indígenas, sino de fomentar su desarrollo, aportando esfuerzos reales para reducir la brecha que separa a la población indígena de la urbana. Más allá de las obras que sí se ven, allende la reducción de banquetas o ciclopistas que aspiran con frivolidad y torpeza al espejismo aspiracional del primer mundo, Tolimán necesita desarrollo e infraestructura: la ampliación de encarpetado (Tolimán es puerta a la Sierra Gorda), un campus de la UAQ (el más cercano es el de Cadereyta), inversión de capital público y privado para reactivar el empleo, casas de cultura[i], una biblioteca decente, internet gratuito en plazas públicas, programas de prevención de adicciones, extensión del programa “Escuelas al 100”, son solo algunos de los aspectos que se deben de considerar a corto plazo.

–¿Usted viene de Querétaro?– me pregunta a la salida un niño de 1º grado.

–Sí, y ya voy de regreso.

–Dicen que allá hay cines, pero que de tantos que son ya ni se pueden mover. Que ya hasta están como locos.

No pude decirle que no.

@doctorsimulacro


[1] El año pasado, Alondra Jiménez daba cuenta ya de la iniciativa heroica del coro comunitario “Thuju Ne Njohya”: https://www.diariodequeretaro.com.mx/local/barroco/canto-y-alegria-para-los-ninos-de-toliman-448658.html