/ domingo 24 de julio de 2022

¿Recuerdas al bebé "basura"? Hoy es millonario

Freddie Figgers fue abandonado a los pocos días de nacido y gracias al corazón de un buen hombre, logró sobrevivir para cambiar completamente su destino


Dicen que hay personas que ya tienen su destino marcado y un porque nacer, ese fue el caso de Freddie Figgers un bebé afroamericano que a los pocos días de nacido fue abandonado por su madre biológica en los basureros en la Florida rural de Estados Unidos y que gracias a su llanto un buen hombre que pasaba por el lugar lo acogió, aún sin recursos le dio una vida de amor y sin pensarlo le brindó la oportunidad de vivir para convertirse en alguien muy grande.

Su vida no fue fácil para el pequeño Fredd, el hombre que lo recogió y se convirtió en su padre, Nathan, tenía 74 años y su madre, Betty May, 66 cuando lo acogieron. Y aunque contaban con hijos propios a lo largo de su vida habían resguardado niños en diferentes circunstancias para criarlos, por ejemplo mientras sus padres estaban en prisión; aunque el matrimonio había pensado dejar de continuar haciendo esta práctica pues los dos ya estaban en una avanzada edad pero con el pequeño Fred fue diferente al no tener a nadie que lo resguardara lo criaron como hijo propio y volcaron en él su amor de padres.

“Los niños solían burlarse de mí; me llamaban ‘bebé basura’, me decían ‘nadie te quiere… eres sucio’. Recuerdo ocasiones en las que me bajaba del bus escolar y niños me agarraban y me tiraban en botes de basura y se reían de mí”, contó en una entrevista de Jo Fidgen para el programa de la BBC “Outlook”.

Con todo ese acoso y la violencia que ejercían sobre él, su padre tuvo que acompañarlo todos los días a la escuela donde ambos se convirtieron en el blanco de las agresiones. “Miren a ese anciano con bastón”, recuerda que les gritaban.

Freedie cuenta que un día él le preguntó a su padre por qué los chicos eran de esa manera con él. Qué le dijera cuál era su verdadero origen.

Mi padre me tomó por los hombros y me dijo: ‘Te lo voy a contar sin rodeos. Tu madre biológica te abandonó y como yo y Betty no queríamos mandarte a casas de acogida, te adoptamos’. Yo me sentí como basura y siempre me acuerdo que me miró fijamente a los ojos para decirme: “Nunca dejes que eso te indisponga”.

“Mis padres, mi Betty y mi Nathan, lo eran todo para mí, yo los amaba y jamás pensé en buscar a mi familia biológica. Ellos eran mis amados padres, los que me acogieron con amor, me enseñaron valores, a ser honrado, humilde, trabajador y sobre todo caritativo”, cuenta el empresario.

“Siempre vi a mis padres ayudar al prójimo, ellos tampoco tenían dinero, pero siempre tenían para ayudar y lo hacían de corazón, sin esperar siquiera un agradecimiento, eso yo les aprendí y siempre lo admire” cuenta orgulloso.

LO QUE PARA MUCHOS ES BASURA PARA OTROS SU TESORO

Y es que las condiciones de la familia no eran las mejores, así que don Nathan comenzó a pepenar basura junto con su hijo para poder ayudarse, entonces un día sucedió: “A mí siempre me habían fascinado las computadoras. Soñaba con una computadora Gateway pero no podíamos comprarla”, recuerda.

Pero en una ocasión, su padre lo llevó a una tienda de segunda mano donde convencieron al encargado de venderles una computadora vieja y dañada, por la que pagaron 24 dólares.

“Mi computadora efectivamente no servía, me di cuenta de que un componente estaba roto y todo fluyó naturalmente. Mi padre trabajaba en mantenimiento tenía a disposición muchas cosas, como pistolas para soldar, radios, relojes y tras 50 intentos por fin lo logré, mi computadora funcionó”.

Esa hazaña lo hizo olvidarse un poco del bullying escolar, el niño solo quería llegar a casa a jugar con ella, “aprendí a codificar a los 10 u 11 años y empecé a escribir programas básicos. Fue entonces que empecé a avanzar”.

COMIENZA LA MAGIA

Con el tiempo y una habilidad nata Freddie comienza a aprender el lenguaje de las computadoras, lo cual le permite conseguir su primer trabajo con sueldo a los 12 años de edad, para con el ayudar a sus padres.

“Yo asistía a un programa postescolar y me la pasaba en el laboratorio de computadoras; no había un técnico de computadoras así que cuando una máquina dejaba de funcionar, la desconectaban y la apilaban con las demás averiadas. Yo las cogía y reemplazaba las partes dañadas de unas con las buenas de otras”.

En esa época, la directora ejecutiva del programa era la alcaldesa de la ciudad de Quincy y cuando vio lo que Freddie había hecho quedó asombrada, le pidió permiso a sus padres y se lo llevó al ayuntamiento.

En el lugar había una gran cantidad de aparatos listos para la basura y el chiquillo comenzó a repararlas, ganando 12 dólares por hora, “no era tanto por el dinero ¡me divertía muchísimo!”.

Cuando el adolescente cumplió 15 años él continuaba trabajando para la oficina gubernamental, en ese momento una firma ofreció un programa para monitorear los medidores de presión de agua por 600.000 dólares. Los funcionarios pensaron que era mejor idea encargárselo a Freddie, quien creó el programa que necesitaban por el mismo salario que le venían pagando.

ENFERMEDAD DE SU PADRE

Para disgusto de sus padres el joven Freddie tomó la decisión de abandonar la escuela y poner su propio negocio. El chico se iba especializando cada día más, pero por desgracia mientras triunfaba en sus proyectos, su padre desarrolló Alzheimer y en sus lagunas mentales, Nathan se salía de la casa dejando a la familia muy preocupada.

Por esos tiempos no existía Google Maps o algún geo localizador como los que actualmente se encuentran, así que Fred decidió hacer algo para poder tener vigilado a su padre. “Salía de casa pensando que lo estaban persiguiendo y a veces olvidaba ponerse la camisa o el pantalón, pero noté que nunca dejaba de ponerse los zapatos, así que les abrí las suelas, les puse un circuito, con un micrófono, un parlante y una tarjeta de red de amplio alcance e integré eso con mi laptop; todo esto era antes de que existieran Apple o Google Maps, así que lo integré con Tomtom para que cuando mi padre desapareciera yo pudiera presionar un botón en mi computadora y preguntarle dónde estaba. Así me contestara ‘no sé dónde estoy’, apenas decía algo yo podía saber si estaba de pie, sentado o tendido en el suelo”.

“Aunque a mi padre querían internarlo, jamás lo permití. Si él no me abandonó nunca, desde que me sacó de la basura, ahora que él me necesitaba no lo dejaría jamás. Hasta su muerte, siempre estuvo conmigo”, recuerda Fred.

El invento fue una locura para la época y varias empresas estaban dispuestas a comprarlo pero fue una que llegó con 2 millones de dólares en la mano para cerrar y firmar la compra.

“Mi padre ya no vio eso, no pude comprarle el auto ni el bote que tanto deseaba. Ahí me di cuenta que el dinero es banal y que mi padre sin ser rico, había dejado grandes legados en vida. Eso me propuse hacer, que la cadena de favores no terminará con su partida. Ahora yo tenía que continuar”.

Primeramente Fred detectó un vacío en el mercado de las telecomunicaciones, las grandes compañías no invertían en las zonas rurales como en la que él vivía -norte de Florida, sur de Georgia-, así que no había infraestructura para que disfrutaran de conexiones rápidas.

“La mayoría de la gente seguía usando conexión dial-up para acceder a internet. Así que, después de 394 intentos, finalmente la FCC me otorgó una licencia”, contó en entrevista para la BBC.

La FCC es la Comisión Federal de Comunicaciones, una agencia estatal independiente de Estados Unidos, bajo responsabilidad directa del Congreso. La FCC se encarga de la regulación (incluyendo censura) de telecomunicaciones interestatales e internacionales por radio, televisión, redes inalámbricas, teléfonos, satélite y cable.

Freddie Figgers se convirtió a la edad de 21 años en el hombre afroamericano más joven y el único en obtener la licencia, así comenzó su imperio instalando cables de fibra óptica y construyendo torres telefónicas con sus propias manos y forjar una firma, Figgers Communications, valorada en decenas de millones de dólares.

AYUDA CON EL CORAZÓN

Al igual que su padre, él no se olvidó de la gente necesitada y comenzó con la creación de la Fundación Figgers, la cual ofrece becas para estudiantes afroamericanos, contribuyendo con asistencia en situaciones de desastre. Durante la pandemia suministraron equipos de protección individual y herramientas de aprendizaje digital para niños con situación vulnerable.

El joven empresario e inventor continúa con los zapatos geo localizadores, además de un glucómetro inteligente, que tras tomar la medida, la comparte en teléfonos de contacto, como doctores, familiares y las compañías de seguros, para que de esta manera que si algo es anormal, envía una alerta y se pueda salvar la vida.

Su mami Betty aún está con él y aunque también sufre Alzheimer, Fred continúa cuidando y dándole la mano como cuando él era pequeño.

Finalmente el consejo que el joven empresario otorga a todos los chicos que lo siguen y visitan es: “No dejes que tus circunstancias definan quién eres y dale a otras personas oportunidades”.

Sus redes sociales:

Instagram : @Freddie Figgers

@figgerswireless, @figghealth, @figgersfundation.

Figgersinc.com


Dicen que hay personas que ya tienen su destino marcado y un porque nacer, ese fue el caso de Freddie Figgers un bebé afroamericano que a los pocos días de nacido fue abandonado por su madre biológica en los basureros en la Florida rural de Estados Unidos y que gracias a su llanto un buen hombre que pasaba por el lugar lo acogió, aún sin recursos le dio una vida de amor y sin pensarlo le brindó la oportunidad de vivir para convertirse en alguien muy grande.

Su vida no fue fácil para el pequeño Fredd, el hombre que lo recogió y se convirtió en su padre, Nathan, tenía 74 años y su madre, Betty May, 66 cuando lo acogieron. Y aunque contaban con hijos propios a lo largo de su vida habían resguardado niños en diferentes circunstancias para criarlos, por ejemplo mientras sus padres estaban en prisión; aunque el matrimonio había pensado dejar de continuar haciendo esta práctica pues los dos ya estaban en una avanzada edad pero con el pequeño Fred fue diferente al no tener a nadie que lo resguardara lo criaron como hijo propio y volcaron en él su amor de padres.

“Los niños solían burlarse de mí; me llamaban ‘bebé basura’, me decían ‘nadie te quiere… eres sucio’. Recuerdo ocasiones en las que me bajaba del bus escolar y niños me agarraban y me tiraban en botes de basura y se reían de mí”, contó en una entrevista de Jo Fidgen para el programa de la BBC “Outlook”.

Con todo ese acoso y la violencia que ejercían sobre él, su padre tuvo que acompañarlo todos los días a la escuela donde ambos se convirtieron en el blanco de las agresiones. “Miren a ese anciano con bastón”, recuerda que les gritaban.

Freedie cuenta que un día él le preguntó a su padre por qué los chicos eran de esa manera con él. Qué le dijera cuál era su verdadero origen.

Mi padre me tomó por los hombros y me dijo: ‘Te lo voy a contar sin rodeos. Tu madre biológica te abandonó y como yo y Betty no queríamos mandarte a casas de acogida, te adoptamos’. Yo me sentí como basura y siempre me acuerdo que me miró fijamente a los ojos para decirme: “Nunca dejes que eso te indisponga”.

“Mis padres, mi Betty y mi Nathan, lo eran todo para mí, yo los amaba y jamás pensé en buscar a mi familia biológica. Ellos eran mis amados padres, los que me acogieron con amor, me enseñaron valores, a ser honrado, humilde, trabajador y sobre todo caritativo”, cuenta el empresario.

“Siempre vi a mis padres ayudar al prójimo, ellos tampoco tenían dinero, pero siempre tenían para ayudar y lo hacían de corazón, sin esperar siquiera un agradecimiento, eso yo les aprendí y siempre lo admire” cuenta orgulloso.

LO QUE PARA MUCHOS ES BASURA PARA OTROS SU TESORO

Y es que las condiciones de la familia no eran las mejores, así que don Nathan comenzó a pepenar basura junto con su hijo para poder ayudarse, entonces un día sucedió: “A mí siempre me habían fascinado las computadoras. Soñaba con una computadora Gateway pero no podíamos comprarla”, recuerda.

Pero en una ocasión, su padre lo llevó a una tienda de segunda mano donde convencieron al encargado de venderles una computadora vieja y dañada, por la que pagaron 24 dólares.

“Mi computadora efectivamente no servía, me di cuenta de que un componente estaba roto y todo fluyó naturalmente. Mi padre trabajaba en mantenimiento tenía a disposición muchas cosas, como pistolas para soldar, radios, relojes y tras 50 intentos por fin lo logré, mi computadora funcionó”.

Esa hazaña lo hizo olvidarse un poco del bullying escolar, el niño solo quería llegar a casa a jugar con ella, “aprendí a codificar a los 10 u 11 años y empecé a escribir programas básicos. Fue entonces que empecé a avanzar”.

COMIENZA LA MAGIA

Con el tiempo y una habilidad nata Freddie comienza a aprender el lenguaje de las computadoras, lo cual le permite conseguir su primer trabajo con sueldo a los 12 años de edad, para con el ayudar a sus padres.

“Yo asistía a un programa postescolar y me la pasaba en el laboratorio de computadoras; no había un técnico de computadoras así que cuando una máquina dejaba de funcionar, la desconectaban y la apilaban con las demás averiadas. Yo las cogía y reemplazaba las partes dañadas de unas con las buenas de otras”.

En esa época, la directora ejecutiva del programa era la alcaldesa de la ciudad de Quincy y cuando vio lo que Freddie había hecho quedó asombrada, le pidió permiso a sus padres y se lo llevó al ayuntamiento.

En el lugar había una gran cantidad de aparatos listos para la basura y el chiquillo comenzó a repararlas, ganando 12 dólares por hora, “no era tanto por el dinero ¡me divertía muchísimo!”.

Cuando el adolescente cumplió 15 años él continuaba trabajando para la oficina gubernamental, en ese momento una firma ofreció un programa para monitorear los medidores de presión de agua por 600.000 dólares. Los funcionarios pensaron que era mejor idea encargárselo a Freddie, quien creó el programa que necesitaban por el mismo salario que le venían pagando.

ENFERMEDAD DE SU PADRE

Para disgusto de sus padres el joven Freddie tomó la decisión de abandonar la escuela y poner su propio negocio. El chico se iba especializando cada día más, pero por desgracia mientras triunfaba en sus proyectos, su padre desarrolló Alzheimer y en sus lagunas mentales, Nathan se salía de la casa dejando a la familia muy preocupada.

Por esos tiempos no existía Google Maps o algún geo localizador como los que actualmente se encuentran, así que Fred decidió hacer algo para poder tener vigilado a su padre. “Salía de casa pensando que lo estaban persiguiendo y a veces olvidaba ponerse la camisa o el pantalón, pero noté que nunca dejaba de ponerse los zapatos, así que les abrí las suelas, les puse un circuito, con un micrófono, un parlante y una tarjeta de red de amplio alcance e integré eso con mi laptop; todo esto era antes de que existieran Apple o Google Maps, así que lo integré con Tomtom para que cuando mi padre desapareciera yo pudiera presionar un botón en mi computadora y preguntarle dónde estaba. Así me contestara ‘no sé dónde estoy’, apenas decía algo yo podía saber si estaba de pie, sentado o tendido en el suelo”.

“Aunque a mi padre querían internarlo, jamás lo permití. Si él no me abandonó nunca, desde que me sacó de la basura, ahora que él me necesitaba no lo dejaría jamás. Hasta su muerte, siempre estuvo conmigo”, recuerda Fred.

El invento fue una locura para la época y varias empresas estaban dispuestas a comprarlo pero fue una que llegó con 2 millones de dólares en la mano para cerrar y firmar la compra.

“Mi padre ya no vio eso, no pude comprarle el auto ni el bote que tanto deseaba. Ahí me di cuenta que el dinero es banal y que mi padre sin ser rico, había dejado grandes legados en vida. Eso me propuse hacer, que la cadena de favores no terminará con su partida. Ahora yo tenía que continuar”.

Primeramente Fred detectó un vacío en el mercado de las telecomunicaciones, las grandes compañías no invertían en las zonas rurales como en la que él vivía -norte de Florida, sur de Georgia-, así que no había infraestructura para que disfrutaran de conexiones rápidas.

“La mayoría de la gente seguía usando conexión dial-up para acceder a internet. Así que, después de 394 intentos, finalmente la FCC me otorgó una licencia”, contó en entrevista para la BBC.

La FCC es la Comisión Federal de Comunicaciones, una agencia estatal independiente de Estados Unidos, bajo responsabilidad directa del Congreso. La FCC se encarga de la regulación (incluyendo censura) de telecomunicaciones interestatales e internacionales por radio, televisión, redes inalámbricas, teléfonos, satélite y cable.

Freddie Figgers se convirtió a la edad de 21 años en el hombre afroamericano más joven y el único en obtener la licencia, así comenzó su imperio instalando cables de fibra óptica y construyendo torres telefónicas con sus propias manos y forjar una firma, Figgers Communications, valorada en decenas de millones de dólares.

AYUDA CON EL CORAZÓN

Al igual que su padre, él no se olvidó de la gente necesitada y comenzó con la creación de la Fundación Figgers, la cual ofrece becas para estudiantes afroamericanos, contribuyendo con asistencia en situaciones de desastre. Durante la pandemia suministraron equipos de protección individual y herramientas de aprendizaje digital para niños con situación vulnerable.

El joven empresario e inventor continúa con los zapatos geo localizadores, además de un glucómetro inteligente, que tras tomar la medida, la comparte en teléfonos de contacto, como doctores, familiares y las compañías de seguros, para que de esta manera que si algo es anormal, envía una alerta y se pueda salvar la vida.

Su mami Betty aún está con él y aunque también sufre Alzheimer, Fred continúa cuidando y dándole la mano como cuando él era pequeño.

Finalmente el consejo que el joven empresario otorga a todos los chicos que lo siguen y visitan es: “No dejes que tus circunstancias definan quién eres y dale a otras personas oportunidades”.

Sus redes sociales:

Instagram : @Freddie Figgers

@figgerswireless, @figghealth, @figgersfundation.

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