/ viernes 1 de diciembre de 2017

Alejandro Márquez dedicado al embalsamamiento

Alejandro ha hecho su oficio por más de seis años y considera que no cualquiera tiene el valor para hacerlo

Desde hace varios años, los rituales funerarios han sido prácticas que los seres humanos han implementado para despedir a sus seres queridos. Y estos se han ido adaptando de acuerdo a la época, religión, cultura y zona geográfica de cada país. Sin embargo, el embalsamamiento ha sido una actividad que desde los tiempos del antiguo Egipto se ha realizado para evitar la putrefacción del cadáver, pero que hoy en día se realiza mediante el uso de químicos y colorantes que conservan el tono de la piel.

Actualmente muchos ven en este proceso una forma de ganarse la vida, pero que también muy pocos se atreven a hacer. Alejandro Márquez Morales, es embalsamador desde hace 6 años y este oficio lo lleva a cabo desde que tenía 19.

Aunque en México muchos embalsamadores se han formado mediante la práctica por no existir muchas opciones educativas para realizar trabajo, Alejandro tuvo la oportunidad de certificarse en el Instituto Politécnico Nacional.

“A mí me surgió la idea y las ganas de ser embalsamador por mis hermanos, porque vengo de una familia de embalsamadores. Una vez los vi trabajando y me interesó […] de ahí empecé a trabajar para una pequeña funeraria y fui probando en diferentes partes esta labor hasta que me pude ir a la escuela para certificarme como embalsamador”.

Su trabajo consiste en desinfectar, asear, arreglar y conservar el cadáver para que su familia pueda darle el último adiós. Y para ello, primero desinfecta el cuerpo de manera externa, limpia los orificios de la nariz y la boca y coloca algodones para evitar la salida de fluidos, después realiza una incisión en la arteria para comenzar la extracción de líquidos y finalmente lo asea, viste y maquilla de acuerdo a las peticiones de los familiares. Y aunque esta labor la realiza de manera habitual no siempre es así, pues también este proceso depende de otros factores.

“Las causas de muerte determinan el procedimiento que se va a hacer en el embalsamamiento, no es lo mismo una muerte natural por enfermedad a un necropciado, que es por muerte violenta u homicidio, o ya sea por infecto contagioso. El certificado es el que nos dice todos los datos para así aplicar la técnica en el embalsamamiento”.

Del mismo modo, se ha tenido que enfrentar a otras situaciones más complejas en comparación del método que realiza con el cuerpo de una persona que murió de manera natural, como por ejemplo: la reconstrucción cadavérica.

“En los casos de accidentes automovilísticos tratamos de hacer una reconstrucción, ya sea a base de suturas, ceras liquidas o plastificaciones y cuando no se puede reconstruir esa parte del cuerpo, o ya cuando son partes totales nada más se colocan en el ataúd, se sella y ya no se puede ver”.

Asimismo, lleva medidas de seguridad al momento de realizar su trabajo, pues día a día está expuesto a muchos químicos y fluidos del cadáver que podrían atentar contra su salud.

Alejandro embalsama de 4 a 8 cuerpos diario y resalta que su objetivo principal además de preservar el cuerpo, es darle una apariencia de tranquilidad al difunto, ya que la familia al ver el resultado final le agradece su buena labor y por tanto se vuelve una de las satisfacciones de esta tarea.

“Lo que busco en el arreglo estético, que es el maquillaje, es darle una apariencia de tranquilidad y de serenidad al rostro, para que así se vea tranquilo y dormido el fallecido, también para quitarle el color hepático, amarillento o de palidez”.

Para Alejandro lo más difícil del oficio son las desveladas y el no tener un horario fijo, sin embargo, ser un embalsamador, es un orgullo para él, porque afirma que no cualquiera tiene el valor y la oportunidad para hacer esta labor. Además menciona que la muerte es un proceso natural que en algún momento tiene que llegar.

“Para mí la muerte es algo que es parte de la vida, porque así como nacimos, crecemos, pero igual vamos a morir. Es algo inesperado, pero finalmente la muerte es parte de la vida y algún día va a tener que llegar”.

Desde hace varios años, los rituales funerarios han sido prácticas que los seres humanos han implementado para despedir a sus seres queridos. Y estos se han ido adaptando de acuerdo a la época, religión, cultura y zona geográfica de cada país. Sin embargo, el embalsamamiento ha sido una actividad que desde los tiempos del antiguo Egipto se ha realizado para evitar la putrefacción del cadáver, pero que hoy en día se realiza mediante el uso de químicos y colorantes que conservan el tono de la piel.

Actualmente muchos ven en este proceso una forma de ganarse la vida, pero que también muy pocos se atreven a hacer. Alejandro Márquez Morales, es embalsamador desde hace 6 años y este oficio lo lleva a cabo desde que tenía 19.

Aunque en México muchos embalsamadores se han formado mediante la práctica por no existir muchas opciones educativas para realizar trabajo, Alejandro tuvo la oportunidad de certificarse en el Instituto Politécnico Nacional.

“A mí me surgió la idea y las ganas de ser embalsamador por mis hermanos, porque vengo de una familia de embalsamadores. Una vez los vi trabajando y me interesó […] de ahí empecé a trabajar para una pequeña funeraria y fui probando en diferentes partes esta labor hasta que me pude ir a la escuela para certificarme como embalsamador”.

Su trabajo consiste en desinfectar, asear, arreglar y conservar el cadáver para que su familia pueda darle el último adiós. Y para ello, primero desinfecta el cuerpo de manera externa, limpia los orificios de la nariz y la boca y coloca algodones para evitar la salida de fluidos, después realiza una incisión en la arteria para comenzar la extracción de líquidos y finalmente lo asea, viste y maquilla de acuerdo a las peticiones de los familiares. Y aunque esta labor la realiza de manera habitual no siempre es así, pues también este proceso depende de otros factores.

“Las causas de muerte determinan el procedimiento que se va a hacer en el embalsamamiento, no es lo mismo una muerte natural por enfermedad a un necropciado, que es por muerte violenta u homicidio, o ya sea por infecto contagioso. El certificado es el que nos dice todos los datos para así aplicar la técnica en el embalsamamiento”.

Del mismo modo, se ha tenido que enfrentar a otras situaciones más complejas en comparación del método que realiza con el cuerpo de una persona que murió de manera natural, como por ejemplo: la reconstrucción cadavérica.

“En los casos de accidentes automovilísticos tratamos de hacer una reconstrucción, ya sea a base de suturas, ceras liquidas o plastificaciones y cuando no se puede reconstruir esa parte del cuerpo, o ya cuando son partes totales nada más se colocan en el ataúd, se sella y ya no se puede ver”.

Asimismo, lleva medidas de seguridad al momento de realizar su trabajo, pues día a día está expuesto a muchos químicos y fluidos del cadáver que podrían atentar contra su salud.

Alejandro embalsama de 4 a 8 cuerpos diario y resalta que su objetivo principal además de preservar el cuerpo, es darle una apariencia de tranquilidad al difunto, ya que la familia al ver el resultado final le agradece su buena labor y por tanto se vuelve una de las satisfacciones de esta tarea.

“Lo que busco en el arreglo estético, que es el maquillaje, es darle una apariencia de tranquilidad y de serenidad al rostro, para que así se vea tranquilo y dormido el fallecido, también para quitarle el color hepático, amarillento o de palidez”.

Para Alejandro lo más difícil del oficio son las desveladas y el no tener un horario fijo, sin embargo, ser un embalsamador, es un orgullo para él, porque afirma que no cualquiera tiene el valor y la oportunidad para hacer esta labor. Además menciona que la muerte es un proceso natural que en algún momento tiene que llegar.

“Para mí la muerte es algo que es parte de la vida, porque así como nacimos, crecemos, pero igual vamos a morir. Es algo inesperado, pero finalmente la muerte es parte de la vida y algún día va a tener que llegar”.

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