El próximo sábado 4 de agosto, la Compañía teatral queretana Arte en Bernal iniciará –en el Auditorio Principal del CECEQ Manuel Gómez Morin–, una breve temporada de su adaptación teatral de “El diario de un loco”, el famoso relato del escritor ruso Nikolái Gógol.
Las funciones serán todos los sábados del mes de agosto, con horario de recepción a las 19:00 horas y función a las 19:30.
El monólogo es interpretado por Arturo Armendáriz, director de la compañía teatral y quien realizó sus estudios teatrales en Londres, Inglaterra.
Esta puesta tuvo una célebre adaptación entre 1960 y 1985, protagonizada por el primer actor Carlos Ancira –dirigido por Alejandro Jodorowsky–, que se convirtió en un clásico.
La valoración de su trabajo lo llevó a presentarla en España, Cuba, Centroamérica y la ex Unión Soviética.
Nikolái Gógol (1809 – 1852), considerado el padre del realismo moderno en la literatura rusa, combina en esta obra maestra suya –publicada en 1834–, el realismo, la fantasía, la comedia y la tragedia.
Analizada desde un punto de vista médico, es una de las más antiguas y completas descripciones del desarrollo de un cuadro clínico compatible con lo que hoy en día se conoce como esquizofrenia paranoide. Gógol escribió “El diario de un loco” mucho tiempo antes de que los especialistas en enfermedades mentales definieran la esquizofrenia.
Sinopsis
“El diario de un loco” es un relato escrito como un diario, que narra la historia de Aksenti Ivánovich Popríshchin, un oficinista de San Petersburgo en la Rusia zarista de mediados del siglo XIX, que, como parte de las responsabilidades de su puesto, tiene la insignificante tarea de sacarle punta a las plumas del director.
Su distanciamiento de la sociedad, las humillaciones de las que es víctima en el trabajo, su vida rutinaria y su obsesión por las diferencias de clases sociales de la época –sintiéndose él provenir de clase noble–, lo conducen a, paulatinamente, perder la razón, hasta llegar a lo que actualmente se conoce como esquizofrenia paranoide.
Durante el proceso de enloquecimiento, llega a imaginar ver y escuchar cosas extrañas como perros que hablan como las personas, y lee cartas escritas por dichos perros.
La obra contiene toques humorísticos, no porque el personaje pretenda realizar actos graciosos ni tampoco le producen a él placer; es lo que se conoce como humor ingenuo: la ignorancia de éste de la comicidad de sus actos. No aparenta sus acciones y opiniones, sino que se las cree, y es justamente el hecho de que su intención no sea producir risa, lo que lo hace aún más cómico.
