Nina García Pedraza, presidenta de la Asociación de Libreros y Revisteros A.C, señaló que en los últimos cinco años en Querétaro, la compra de libros impresos ha experimentado una disminución del 26%, lo que ha afectado una diversidad de negocios locales, ante el crecimiento del formato electrónico y la poca lectura entre la población.
"Ha disminuido mucho la venta del libro en físico, del libro impreso; sí ha estado disminuyendo bastante. Sabemos que es bueno el libro electrónico pero sí nos ha bajado la venta, nos ha perjudicado en más o menos un 26%, desde 2018 que notamos esta situación", declaró.
Asimismo, mencionó que el sector poblacional al que más se vende es el infantil y de adolescentes, sobre todo con formatos de lectura más ligeros y mayoritariamente gráficos, seguido de la población adulta, mayor de 50 años, quienes adquieren obras clásicas y nacionales.
La promoción de la lectura en las escuelas es un aspecto que destacó García Pedraza como positivo. Sin embargo, señaló una tendencia en la preferencia de los niños y jóvenes por los libros electrónicos en lugar de los libros impresos, así como en el entretenimiento en las redes sociales, los cuales aumentan la poca lectura de la población.
Uno de los esfuerzos para impulsar la lectura en formato físico incluye la adaptación de obras clásicas para niños. Autores icónicos como William Shakespeare, Julio Verne y Édgar Allan Poe tienen sus obras adaptadas de manera atractiva para los jóvenes lectores. Con letras más grandes y un formato ágil, estos libros buscan hacer la lectura más accesible y emocionante.
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La Asociación de Libreros y Revisteros A.C está compuesta por 15 miembros en Querétaro y es una de las cuatro asociaciones de libreros en la región. A pesar de los desafíos que enfrentan, García Pedraza y su asociación siguen comprometidos a promover y preservar la tradición de la lectura en formato físico.
El costo de los libros impresos varía ampliamente, desde 10 pesos por libros más pequeños hasta alrededor de 200 pesos por títulos más extensos. A pesar de un aumento en el precio de los libros con derechos de autor, las obras clásicas continúan siendo accesibles.
