/ lunes 27 de diciembre de 2021

La odisea de ser discapacitado; esta es la historia del paratleta Oscar Garrido

Con su silla como transporte, sube a diario al transporte público, enfrentándose a la falta de sensibilidad de los conductores y la poca infraestructura que existe para las personas en su condición

Todos los días Oscar Garrido hace uso de su silla de ruedas y el transporte público para poder desplazarse. Es paratleta, practica diferentes disciplinas deportivas, además de ser conferencista y maestro de natación en el IMSS, para realizar todas estas actividades sale de su casa a las 4:40 de la mañana para enfrentarse a banquetas angostas, pavimentación en mal estado y camiones sin accesibilidad para personas con discapacidad.

Vive en la colonia Viñedos, prevé su hora de salida por si no pasa el transporte o “por si pasa lleno” rodar en su silla para llegar a su trabajo que está a unos 12 kilómetros de distancia “aquí el transporte es muy escaso, los fines de semana pasa cada hora y entre semana cada media”. Para poder abordarlo significa toda una odisea para Oscar pues depende qué tan lleno vaya y de qué actitud encuentre al conductor y pasajeros.

“No todos tienen la cultura a pesar de que saben que hay lugares destinados para nosotros. Cuando el transporte va lleno ocupan esos lugares y no les importa o se hacen los dormidos o simplemente sé que me quedan viendo. Otra situación es lidiar con los conductores, van con tiempos medidos y no les importa si uno tiene esa dificultad para poder subir al camión. “Mi silla pesa aproximadamente 14 kilos, el subir y bajar hace que yo me tenga qué acondicionar”.

El marco del que está hecha su silla de ruedas es de fierro, no es especial para entrenamiento, se ha acondicionado para desmontarla rápidamente: tiene que saber quitar las llantas, subir el marco, para finalmente acomodarse lo más pronto posible, todo eso en unos 30 segundos. El marco siempre lo lleva en sus piernas junto con su mochila y las llantas al lado y a pesar de ello “me ha tocado que me digan que tengo qué pagar el lugar de la silla y el mío. Se me hace injusto que tenga que pagar el doble de lo que uno merece”, afirma el paratleta.

Su kit para poder salir incluye guantes para mayor soporte, chaleco antirreflejante, lentes para las piedras o cualquier material que pueda rebotar más su mochila en la que carga lo que lo que compra para comer, más dos cambios de ropa “como los camiones no llevan rampa, tengo que trabajar de manera limpia y por lo tanto al momento de subir a los camiones termina uno trapeando”, agrega.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Cuando no pasa el camión, no lo suben o simplemente quiere entrenar, emprende el ruedo. La mayor parte del camino va sobre la vialidad, pegado a la banqueta ya que no hay infraestructura adecuada para su silla o simplemente no hay banqueta. Bajo esa consecuencia se enfrenta a que los conductores pasan muy pegados exponiendo su vida en todo momento. También hay veces se encuentra con animales que por el ruido que hacen sus llantas se le han querido aventar.

En esta sociedad “habemos de todo”, dice Oscar quien comenta que a pesar de enfrentarse a dificultades, también ha vivido buenas experiencias. “Hay personas muy buenas que a pesar de que no me conocen se detienen y me ofrecen la ayuda por medio de un raite. Hay otras que me van cuidando, me van custodiando, me ceden el paso y todo eso es muy gratificante”.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Su silla tiene con él 20 años, es de uso diario. A pesar de tener apariencia tipo deportiva, no lo es pues los materiales son de fierro, pesados. “Es mi silla que me permite poder participar en competencias y maratones. Este es mi medio de transporte. Se me ha roto, me han pegado los carros, me he caído”.

Comenta que lo ideal sería tener una silla hecha de materiales ligeros pero son caras y no ha tenido la posibilidad de adquirir una. “Ya tengo lastimadas las manos de rodar muchos años y realizar movimientos no anatómicos. Tengo lesión en los tendones y músculos de las manos y el problema ya lo llevo hasta el hombro porque no tengo descanso ya que es mi medio de desplazamiento”, afirma.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Considera que “como cultura al estado de Querétaro le hace falta tener más accesibilidad en el transporte, no todos tienen rampa, no contemplan que hay personas mayores, convalecientes, con discapacidad motriz y necesitamos de esa accesibilidad para poder desplazarnos a nuestros destinos; pero también que los transportistas estén más preparados, que sean más empáticos y que consideren esa parte, que no nada más sea teórico”.

Una de las medidas que él propone y que podría funcionar sería hacer una dinámica en que los transportistas se subieran a una silla e hicieran todo lo que una persona con un problema de salud, con un bastón, con problemas de cadera, con problemas de rodilla hacen para abordar el transporte “porque no es fácil, y que cuando el camión se pasa tenemos que esperar hasta 40 minutos para poder tener acceso al siguiente”.

Invita a los funcionarios a que consideren hacer más ciclopistas funcionales “no todo es el carro, se debe fomentar el deporte. Dejar los carros cuando sea necesario y poder tomar una bici o caminar por un lugar seguro”.


Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Todos los días Oscar Garrido hace uso de su silla de ruedas y el transporte público para poder desplazarse. Es paratleta, practica diferentes disciplinas deportivas, además de ser conferencista y maestro de natación en el IMSS, para realizar todas estas actividades sale de su casa a las 4:40 de la mañana para enfrentarse a banquetas angostas, pavimentación en mal estado y camiones sin accesibilidad para personas con discapacidad.

Vive en la colonia Viñedos, prevé su hora de salida por si no pasa el transporte o “por si pasa lleno” rodar en su silla para llegar a su trabajo que está a unos 12 kilómetros de distancia “aquí el transporte es muy escaso, los fines de semana pasa cada hora y entre semana cada media”. Para poder abordarlo significa toda una odisea para Oscar pues depende qué tan lleno vaya y de qué actitud encuentre al conductor y pasajeros.

“No todos tienen la cultura a pesar de que saben que hay lugares destinados para nosotros. Cuando el transporte va lleno ocupan esos lugares y no les importa o se hacen los dormidos o simplemente sé que me quedan viendo. Otra situación es lidiar con los conductores, van con tiempos medidos y no les importa si uno tiene esa dificultad para poder subir al camión. “Mi silla pesa aproximadamente 14 kilos, el subir y bajar hace que yo me tenga qué acondicionar”.

El marco del que está hecha su silla de ruedas es de fierro, no es especial para entrenamiento, se ha acondicionado para desmontarla rápidamente: tiene que saber quitar las llantas, subir el marco, para finalmente acomodarse lo más pronto posible, todo eso en unos 30 segundos. El marco siempre lo lleva en sus piernas junto con su mochila y las llantas al lado y a pesar de ello “me ha tocado que me digan que tengo qué pagar el lugar de la silla y el mío. Se me hace injusto que tenga que pagar el doble de lo que uno merece”, afirma el paratleta.

Su kit para poder salir incluye guantes para mayor soporte, chaleco antirreflejante, lentes para las piedras o cualquier material que pueda rebotar más su mochila en la que carga lo que lo que compra para comer, más dos cambios de ropa “como los camiones no llevan rampa, tengo que trabajar de manera limpia y por lo tanto al momento de subir a los camiones termina uno trapeando”, agrega.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Cuando no pasa el camión, no lo suben o simplemente quiere entrenar, emprende el ruedo. La mayor parte del camino va sobre la vialidad, pegado a la banqueta ya que no hay infraestructura adecuada para su silla o simplemente no hay banqueta. Bajo esa consecuencia se enfrenta a que los conductores pasan muy pegados exponiendo su vida en todo momento. También hay veces se encuentra con animales que por el ruido que hacen sus llantas se le han querido aventar.

En esta sociedad “habemos de todo”, dice Oscar quien comenta que a pesar de enfrentarse a dificultades, también ha vivido buenas experiencias. “Hay personas muy buenas que a pesar de que no me conocen se detienen y me ofrecen la ayuda por medio de un raite. Hay otras que me van cuidando, me van custodiando, me ceden el paso y todo eso es muy gratificante”.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Su silla tiene con él 20 años, es de uso diario. A pesar de tener apariencia tipo deportiva, no lo es pues los materiales son de fierro, pesados. “Es mi silla que me permite poder participar en competencias y maratones. Este es mi medio de transporte. Se me ha roto, me han pegado los carros, me he caído”.

Comenta que lo ideal sería tener una silla hecha de materiales ligeros pero son caras y no ha tenido la posibilidad de adquirir una. “Ya tengo lastimadas las manos de rodar muchos años y realizar movimientos no anatómicos. Tengo lesión en los tendones y músculos de las manos y el problema ya lo llevo hasta el hombro porque no tengo descanso ya que es mi medio de desplazamiento”, afirma.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

Considera que “como cultura al estado de Querétaro le hace falta tener más accesibilidad en el transporte, no todos tienen rampa, no contemplan que hay personas mayores, convalecientes, con discapacidad motriz y necesitamos de esa accesibilidad para poder desplazarnos a nuestros destinos; pero también que los transportistas estén más preparados, que sean más empáticos y que consideren esa parte, que no nada más sea teórico”.

Una de las medidas que él propone y que podría funcionar sería hacer una dinámica en que los transportistas se subieran a una silla e hicieran todo lo que una persona con un problema de salud, con un bastón, con problemas de cadera, con problemas de rodilla hacen para abordar el transporte “porque no es fácil, y que cuando el camión se pasa tenemos que esperar hasta 40 minutos para poder tener acceso al siguiente”.

Invita a los funcionarios a que consideren hacer más ciclopistas funcionales “no todo es el carro, se debe fomentar el deporte. Dejar los carros cuando sea necesario y poder tomar una bici o caminar por un lugar seguro”.


Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

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