José Antonio García López, herrero y pailero de profesión, acude desde primera hora hacia las oficinas de Bienestar en busca de su pensión, una ayuda crucial que le permite cubrir los gastos médicos asociados a su hipertensión y contribuir al bienestar de su familia, pues su esposa padece de cataratas, quien aún no cumple la edad para percibir este derecho.
Desde tempranas horas, José Antonio García López se dirige a las oficinas cercanas al estadio La Corregidora, proveniente de la colonia Carrillo Puerto. Su elección se debe, en gran medida, a la presencia de personas en situación de calle en prolongación Corregidora, donde no se siente seguro al momento de retirar su dinero.
"Salgo en mi camionetita como a las 7:00 de la mañana y vengo acá. Allá en Corregidora o en el Centro no me da confianza. Hay mucho loquito que se pone ahí a gritar y siento que en cualquier momento nos van a quitar el dinero. Deberían poner más seguridad ahí, sobre todo si somos gente grande la que va, cualquiera viene y nos quita nuestras cosas".
La pensión que García López recibió será destinada al financiamiento de su medicamento contra la hipertensión, enfermedad que ha enfrentado desde los 40 años. Dado que no cuenta con el respaldo del IMSS, García López ha tenido que depender de sus propios recursos para adquirir sus medicamentos, a pesar de que ha recibido una cantidad significativa de ellos de forma gratuita en el Hospital General.
"Tomo algo de medicamento para controlar la presión arterial. El benazepril o la lisinopril son las que más me piden y con esto me apoyo. Casa ya tengo, así que solo medicamentos y para comer, eso es en lo que lo ocupo. Y para mi esposa que se anda quedando sin ver, entonces también ahí tenemos que estarle ahorrando, a ver si la operan".
María Lourdes, la esposa de José Antonio García López, empezó a experimentar síntomas de cataratas hace aproximadamente tres años. Su visión se volvió borrosa, y notó una mayor sensibilidad a la luz, así como dificultad para ver en condiciones de poca luz. También experimentó cambios en la percepción del color. Estos síntomas son indicativos del desarrollo de cataratas y han afectado significativamente su calidad de visión.
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"Veía todo amarillento, los colores, y poco a poco fue perdiendo su vista. Fuimos al doctor, que nos pagó mi hijo y ahí nos dijeron que tenía eso. Ella apenas cumple 64 años, aún le falta para que reciba su pensión, y ahorita estamos juntando para pagarle una cirugía, que nos dicen es el único tratamiento efectivo".
García López indicó que si bien aún realiza trabajos pequeños de herrería como ventanas, sus fuerzas cada vez son menores, por lo que busca guardar lo que genere de este oficio para seguir apoyando a su esposa en este proceso, ayudado de la pensión.