Después de quince meses de trasladar sus actividades a la modalidad virtual o semi presencial, trabajadores administrativos y docentes de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), han vuelto a sus sitios de trabajo; las secuelas de la pandemia de Covid-19 aún siguen latentes, por una parte, porque la enfermedad no ha desaparecido, y por otra, una buena cantidad de trabajadores han perdido familiares, estabilidad económica y salud.
Juanita, administrativa encargada del área de admisión de estudiantes de la Facultad de Ingeniería, relató que ella labora de manera presencial desde enero del presente año, puesto que no pertenece al grupo etario identificado como de mayor riesgo. No obstante, aunque acudía a las oficinas antes de recibir la vacuna contra Covid-19, sólo lo hacía de manera parcial, la mitad de la jornada.
A pesar de que el resto de su jornada era cubierto en su domicilio, narró que esta modalidad le representaba incomodidad, puesto que las labores profesionales se mezclaban con las domésticas, siendo así casi imposible de delimitar y diferenciar unas de otras.
Además del estrés mental que representó la sensación de peligro ante una enfermedad desconocida, para Juanita fue aún más difícil sobrellevar la pandemia, puesto que, en agosto del año pasado, perdió a su padre a causa del padecimiento.
“Si de por sí ya es difícil llevar un duelo, ahora, sin poder estar con más personas, fue todavía peor”, lamentó.
Testimonios de docentes y personal administrativo dieron cuenta de que no conocen un solo caso de alguien que se haya negado a administrarse la vacuna.
El pasado 7 de junio, los trabajadores de las áreas administrativas retomaron su jornada presencial de ocho horas, como lo solicitó la Dirección de Recursos Humanos de la UAQ, una vez que recibieron la inmunización contra el virus Sars-CoV2. Sin embargo, quienes son mayores de 50 o 60 años y había recibido previamente otro fármaco, no regresarán a sus sitios de trabajo hasta que completen el cuadro completo de vacunación.
La dinámica de los docentes de la UAQ se distingue de la de los administrativos, puesto que, aunque una gran parte ha decidido ocupar los cubículos que se les han destinado para impartir las clases de manera virtual, los alumnos aún no acuden a las aulas, por lo que, aunque hayan sido inmunizados, aún no retoman por completo sus jornadas habituales.
La infraestructura de la UAQ se ha visto modificada para contener y prevenir los contagios, ya sea con miras a un regreso paulatino, o en la convivencia híbrida que se ha dado desde hace algunos meses.
El personal labora rodeado de protecciones de acrílico transparente, con gel antibacterial en cada escritorio y portando cubrebocas de manera permanente.
A pesar de que la universidad es un lugar público, el acceso está estrictamente controlado, sobre todo en cuanto a la prohibición del ingreso de menores. El personal de seguridad que se ubica en las entradas habilitadas toma la temperatura a quien busque ingresar y vigila que use correctamente el cubrebocas.
Durante la primera semana del regreso a la UAQ, es posible observar mayor movimiento, el ingreso paulatino de aspirantes a ingresar con la esperanza de ocupar las aulas el próximo semestre refleja la esperanza de que la pandemia termine pronto.