/ martes 6 de octubre de 2020

Tianguis de la Presidentes: donde se juntan lo usado, lo antiguo y lo “extraviado”

Visita obligada para “chacharear”, ampliar el guardarropa o comprar antigüedades

Todo cabe en un tianguis sabiéndolo acomodar. Lo saben bien los comerciantes de la Presidentes, un tradicional espacio en Querétaro donde lo nuevo, lo usado, antiguo y hasta lo “extraviado” por alguien se mezclan y ofrecen en venta cada sábado, desde hace más de 20 años.

Atraídos por los monumentales lotes de ropa americana, aparatos electrónicos a buen precio; muebles de primera, segunda y tercera mano y hasta objetos de otros siglos, cientos de marchantes se apiñan entre sus puestos, pese a la indicación gubernamental de guardar sana distancia por la presencia del Covid-19.

“Llévele, llévele, llévele. De a 20, de a 20, de a 20…”, pregona un comerciante desde su tenderete, donde sobresale el folclor y los colores de una constelación de cubrebocas, que por la emergencia sanitaria, en poco tiempo se han convertido en accesorios imprescindibles.

A solas o en familia los marchantes caminan entre los puestos. Van examinando a paso lento las mercancías, buscando lo faltante para la despensa y el guardarropa, o dispuestos a ser cautivados por alguna rareza entre las chácharas que se amontonan sobre sábanas viejas.

En esta metáfora de carnaval, en la que los cubrebocas han tomado el lugar de las máscaras, la algarabía de los comerciantes se adereza con una amalgama de olores capaces de despertar el hambre hasta en el más inapetente: barbacoa, elotes, pescados fritos, gorditas y quesadillas, “¿de qué les vamos a dar?”, dice una señora a un par de antojadizos, mientras palmea la tierna masa de una tortilla antes de extenderla sobre un comal. Al final la pareja decide tomar asiento en torno a la plancha caliente, donde la cocinera ya ha dispuesto un par de dispensadores de gel antibacterial a lado de las salsas como parte de la nueva normalidad.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

“Mercar” en tiempos de Covid-19

En la entrada principal del tianguis ubicado al sur de la ciudad, justo en el corazón de la colonia que le ha dado nombre, un comerciante con un vistoso cubrebocas de máscara de luchador recibe a los marchantes. Su labor es cerciorar que cada uno porte el suyo también y luego les suministra una porción de gel antibacterial.

Una vez dentro, carteles por todo el lugar recuerdan al público mantener una distancia de 1.5 metros entre cada persona, así como el uso de gel sanitizante al salir del espacio. Para reforzar estas medidas, la Federación de Uniones de Comerciantes en Pequeño del Estado de Querétaro (FUC) estableció una distancia mínima de un metro entre cada puesto y ha colocado en diversos puntos del tianguis pequeños tinacos de agua para que la gente pueda lavarse las manos durante su estancia.

“Para poder atenderte es obligatorio el uso de cubrebocas”, advierte un letrero que cuelga de uno de los puestos, mientras que en otros tenderetes, además de anunciar los precios y promociones, buscan sensibilizar con carteles ilustrados sobre la importancia de seguir las medidas sanitarias para evitar la propagación de Covid-19, subrayando que mientras se acaten al pie de la letra, el tianguis permanecerá abierto: “toma conciencia, yo necesito de ti y tu de mi. Ayudémonos”.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

Cada hora la aglomeración se hace más grande y pronto algunos marchantes olvidan las medidas. Se apiñan en torno a los puestos de comida, chácharas o montones de ropa de hasta cinco pesos la prenda y de vez en vez deslizan el cubrebocas hasta la barbilla para aliviar el calor.

Sin embargo, los comerciantes nunca bajan la guardia y se mantienen firmes en los protocolos. Confiesan que después de la suspensión de actividades en abril pasado por la contingencia sanitaria, los comerciantes afectados generaron acuerdos con el Gobierno Municipal para seguir con su labor sin poner en riesgo la salud de la población.

No obstante, lamentan que ha sido complicado lograr que todo el público se apegue a las medidas, “sí hay gente muy consciente que tiene en cuenta que son medidas que uno debe de tomar para protección de uno mismo, pero hay otros que no y desgraciadamente uno no puede obligarlos (…) Nosotros lo único que queremos es seguir trabajando, de esto vivimos”, señala Juan Gerardo Moreno, un comerciante de Pedro Escobedo.

Se les quitó lo “chachareros”

Entre los puestos llama principalmente la atención los de las chácharas. Y no precisamente por la cantidad de objetos que ofertan a los marchantes, sino porque apenas unos cuantos se acercan a los vendedores para preguntar por los precios de sus mercancías.

Más que comprar, lamenta el comerciante Gerardo N., la gente lo que ahora busca es vender hasta sus colchones: “Muchos están vendiendo sus cosas por lo mismo de que no hay trabajo, la economía está muy estancada. Por eso es que la mayoría está sacando las cosas que tiene en sus casitas para solventar ciertos gastos que no estaban contemplados”, dice, compartiendo que sus ventas han bajado hasta un 80% y a veces incluso se ha ido con las manos vacías.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

“Es hora que no se ha vendido nada y aquí seguimos esperando”, suelta con cierto dejo de resignación a poco tiempo de tener que levantar su puesto. Sin embargo, señala que después de todo no pierde el ánimo, y mientras las cosas se equilibran, al igual que otros comerciantes improvisará otros “bisnes”, porque “los gastos no esperan”.

Vendedores emergentes

Aunque desde hace poco más de tres meses se reactivaron las actividades en los tianguis queretanos, Moreno asevera que las ventas no han vuelto a ser las mismas desde que en abril se suspendió parcialmente su operatividad. Tan solo sus ganancias han disminuido más del 50%. Y aunque piensa que en parte se debe a la disminución del flujo de gente por el miedo a contraer Covid-19, asegura que la razón principal tiene que ver con la crisis económica causada por la pandemia, pues incluso muchos de los que antes asistían como clientes, ahora se acercan a la Presidentes solicitando un espacio para vender.

“Mucha gente está sin trabajo (…) y se han acercado (al tianguis) para pedir permiso, pero no hay lugar. Antes (de la pandemia) había veces que algunos comerciantes no venían y entonces los lugares que quedaban libres se les asignaba a las personas que no tenían un lugar fijo. Muchos seguimos sin un sitio asignado, así que tenemos que venir desde temprano para formarnos. Sigue siendo algo no seguro para nosotros que ya llevamos tiempo”, comparte, añadiendo que como parte de los protocolos sanitarios, y tras establecerse una distancia mínima de un metro entre cada puesto, se redujo el número de espacios en un 40% del total.

Todo cabe en un tianguis sabiéndolo acomodar. Lo saben bien los comerciantes de la Presidentes, un tradicional espacio en Querétaro donde lo nuevo, lo usado, antiguo y hasta lo “extraviado” por alguien se mezclan y ofrecen en venta cada sábado, desde hace más de 20 años.

Atraídos por los monumentales lotes de ropa americana, aparatos electrónicos a buen precio; muebles de primera, segunda y tercera mano y hasta objetos de otros siglos, cientos de marchantes se apiñan entre sus puestos, pese a la indicación gubernamental de guardar sana distancia por la presencia del Covid-19.

“Llévele, llévele, llévele. De a 20, de a 20, de a 20…”, pregona un comerciante desde su tenderete, donde sobresale el folclor y los colores de una constelación de cubrebocas, que por la emergencia sanitaria, en poco tiempo se han convertido en accesorios imprescindibles.

A solas o en familia los marchantes caminan entre los puestos. Van examinando a paso lento las mercancías, buscando lo faltante para la despensa y el guardarropa, o dispuestos a ser cautivados por alguna rareza entre las chácharas que se amontonan sobre sábanas viejas.

En esta metáfora de carnaval, en la que los cubrebocas han tomado el lugar de las máscaras, la algarabía de los comerciantes se adereza con una amalgama de olores capaces de despertar el hambre hasta en el más inapetente: barbacoa, elotes, pescados fritos, gorditas y quesadillas, “¿de qué les vamos a dar?”, dice una señora a un par de antojadizos, mientras palmea la tierna masa de una tortilla antes de extenderla sobre un comal. Al final la pareja decide tomar asiento en torno a la plancha caliente, donde la cocinera ya ha dispuesto un par de dispensadores de gel antibacterial a lado de las salsas como parte de la nueva normalidad.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

“Mercar” en tiempos de Covid-19

En la entrada principal del tianguis ubicado al sur de la ciudad, justo en el corazón de la colonia que le ha dado nombre, un comerciante con un vistoso cubrebocas de máscara de luchador recibe a los marchantes. Su labor es cerciorar que cada uno porte el suyo también y luego les suministra una porción de gel antibacterial.

Una vez dentro, carteles por todo el lugar recuerdan al público mantener una distancia de 1.5 metros entre cada persona, así como el uso de gel sanitizante al salir del espacio. Para reforzar estas medidas, la Federación de Uniones de Comerciantes en Pequeño del Estado de Querétaro (FUC) estableció una distancia mínima de un metro entre cada puesto y ha colocado en diversos puntos del tianguis pequeños tinacos de agua para que la gente pueda lavarse las manos durante su estancia.

“Para poder atenderte es obligatorio el uso de cubrebocas”, advierte un letrero que cuelga de uno de los puestos, mientras que en otros tenderetes, además de anunciar los precios y promociones, buscan sensibilizar con carteles ilustrados sobre la importancia de seguir las medidas sanitarias para evitar la propagación de Covid-19, subrayando que mientras se acaten al pie de la letra, el tianguis permanecerá abierto: “toma conciencia, yo necesito de ti y tu de mi. Ayudémonos”.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

Cada hora la aglomeración se hace más grande y pronto algunos marchantes olvidan las medidas. Se apiñan en torno a los puestos de comida, chácharas o montones de ropa de hasta cinco pesos la prenda y de vez en vez deslizan el cubrebocas hasta la barbilla para aliviar el calor.

Sin embargo, los comerciantes nunca bajan la guardia y se mantienen firmes en los protocolos. Confiesan que después de la suspensión de actividades en abril pasado por la contingencia sanitaria, los comerciantes afectados generaron acuerdos con el Gobierno Municipal para seguir con su labor sin poner en riesgo la salud de la población.

No obstante, lamentan que ha sido complicado lograr que todo el público se apegue a las medidas, “sí hay gente muy consciente que tiene en cuenta que son medidas que uno debe de tomar para protección de uno mismo, pero hay otros que no y desgraciadamente uno no puede obligarlos (…) Nosotros lo único que queremos es seguir trabajando, de esto vivimos”, señala Juan Gerardo Moreno, un comerciante de Pedro Escobedo.

Se les quitó lo “chachareros”

Entre los puestos llama principalmente la atención los de las chácharas. Y no precisamente por la cantidad de objetos que ofertan a los marchantes, sino porque apenas unos cuantos se acercan a los vendedores para preguntar por los precios de sus mercancías.

Más que comprar, lamenta el comerciante Gerardo N., la gente lo que ahora busca es vender hasta sus colchones: “Muchos están vendiendo sus cosas por lo mismo de que no hay trabajo, la economía está muy estancada. Por eso es que la mayoría está sacando las cosas que tiene en sus casitas para solventar ciertos gastos que no estaban contemplados”, dice, compartiendo que sus ventas han bajado hasta un 80% y a veces incluso se ha ido con las manos vacías.

Foto: Fernando Reyes | Diario de Querétaro

“Es hora que no se ha vendido nada y aquí seguimos esperando”, suelta con cierto dejo de resignación a poco tiempo de tener que levantar su puesto. Sin embargo, señala que después de todo no pierde el ánimo, y mientras las cosas se equilibran, al igual que otros comerciantes improvisará otros “bisnes”, porque “los gastos no esperan”.

Vendedores emergentes

Aunque desde hace poco más de tres meses se reactivaron las actividades en los tianguis queretanos, Moreno asevera que las ventas no han vuelto a ser las mismas desde que en abril se suspendió parcialmente su operatividad. Tan solo sus ganancias han disminuido más del 50%. Y aunque piensa que en parte se debe a la disminución del flujo de gente por el miedo a contraer Covid-19, asegura que la razón principal tiene que ver con la crisis económica causada por la pandemia, pues incluso muchos de los que antes asistían como clientes, ahora se acercan a la Presidentes solicitando un espacio para vender.

“Mucha gente está sin trabajo (…) y se han acercado (al tianguis) para pedir permiso, pero no hay lugar. Antes (de la pandemia) había veces que algunos comerciantes no venían y entonces los lugares que quedaban libres se les asignaba a las personas que no tenían un lugar fijo. Muchos seguimos sin un sitio asignado, así que tenemos que venir desde temprano para formarnos. Sigue siendo algo no seguro para nosotros que ya llevamos tiempo”, comparte, añadiendo que como parte de los protocolos sanitarios, y tras establecerse una distancia mínima de un metro entre cada puesto, se redujo el número de espacios en un 40% del total.

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