/ miércoles 2 de noviembre de 2016

“Y soñaron con los angelitos…”

Una mujer con una bebé en brazos camina apresurada por elsendero que marcaron los pies sobre el césped, a sus espaldas dosniñas vestidas de rosa se apresuran para alcanzar a su madre; laduda se agolpa en el rostro de una de las pequeñas, perofinalmente pregunta a la mujer con la intención de entenderrazones divinas “¿mami, por qué se tuvo que morir mihermano?”.

Sólo un pequeño cambio en la expresión de la mujer endurecesu semblante y se queda callada unos segundos mientras siguecaminando, da la impresión de que ya ha respondido a esa preguntaen otras ocasiones; la madre extiende una de sus manos a lapequeña, murmura algo inaudible y las cuatro se alejan caminandopara atravesar las puertas de esta necrópolis.

El viejo portal da cabida a quienes visitan a los pequeños quemuy pronto dejaron la tierra y hoy caminarán por los pasillos deeste cementerio para sentarse de nuevo al lado de sus familias.

El Día de Todos los Santos propicia escenarios festivosmarcados sin intención por la melancolía en el PanteónCimatario, donde los queretanos se congregan, algunos con la heridaabierta y otros más con las cicatrices que aliviaron los años,pero todos con las manos llenas de obsequios para los pequeños queesperan del otro lado.

Una pareja permanece sentada frente a la tumba azul de unpequeño, adornada con calaveritas de dulce, globos flotantes decolores llamativos, flores de temporada y algunas fotografías delinfante difunto; el discurso sobra cuando la terapia es elsilencio, “14 de mayo", reza el sepulcro.

El eco de la melodía que los mariachis le arrancan a losviolines y las guitarras recorre todas las tumbas del camposanto,en sintonía con los versos indicados para celebrar con ironía, enuna fiesta donde es imposible morir de nostalgia, “Te vas ángelmío, ya vas a partir, dejando mi alma herida y un corazón asufrir, te vas y me dejas un inmenso dolor, recuerdo inolvidable meha quedado de tu amor”.

Mariana y Óscar igualmente sufrieron una pérdidaindescriptible en febrero, pero tienen la seguridad de que aquélpequeño amado está hoy con ellos, en sus palabras, esta visita esun acto de amor, cariño, pero también nostálgicos recuerdos.

La música, como una medicina, apacigua tristezas y suple lastorpes palabras; una familia se reconforta al pie de una tumbitamientras el Mariachi Reyes toca “Amor eterno”,simultáneamente, al otro lado del camposanto resuena “Te vasángel mío”, a su término arrancan los acordes de “Puño detierra” y diez tumbas a la derecha se escucha “Dosalmas”.

Alejandra perdió a su hijo hace 14 años, pero viene avisitarlo cada vez que tiene oportunidad porque sabe que losdifuntos esperan ser recordados, su cuerpo se va, pero en espíritupermanecen, señala; por eso, ella y su familia dedican todo sudía para estar de visita, orar y limpiar la tumba del niño.

Cientos de globos inflados con helio, famosos personajesanimados y conocidas flores naranjas decoran hoy las tumbas de losangelitos en el Panteón Cimatario al tiempo que el sonar dealgunas carcajadas aligera el ambiente.

El terreno está minado de cruces, pequeñas, grandes, cruceshundidas, relucientes, de metal, oxidadas, de madera, de mármol,cruces de flores, de piedras, cruces hundidas y de prontorenovadas, muchas otras por mucho tiempo olvidadas; algunas tienentodos los datos de los niños que ahí descansan, pero otras mássólo coronan un montoncito de tierra con cortas leyendas, “NiñoJosé Soto Gallardo”.

Esta tradición no sólo versa sobre el recuerdo de las almasinocentes, sino también sobre la solidaridad, el amor y lacompañía; aquellas tumbas de los angelitos que no han recibido lavisita de sus familiares que todavía están en la tierra sonacompañadas por las flores que ponen ahí los queretanos que lasencuentran a su paso.

La música continúa, algunas oraciones culminan y otrasempiezan, los padres limpian y mejoran las tumbas de sus hijos, lafiesta apenas comienza en el Panteón Cimatario.

Una mujer con una bebé en brazos camina apresurada por elsendero que marcaron los pies sobre el césped, a sus espaldas dosniñas vestidas de rosa se apresuran para alcanzar a su madre; laduda se agolpa en el rostro de una de las pequeñas, perofinalmente pregunta a la mujer con la intención de entenderrazones divinas “¿mami, por qué se tuvo que morir mihermano?”.

Sólo un pequeño cambio en la expresión de la mujer endurecesu semblante y se queda callada unos segundos mientras siguecaminando, da la impresión de que ya ha respondido a esa preguntaen otras ocasiones; la madre extiende una de sus manos a lapequeña, murmura algo inaudible y las cuatro se alejan caminandopara atravesar las puertas de esta necrópolis.

El viejo portal da cabida a quienes visitan a los pequeños quemuy pronto dejaron la tierra y hoy caminarán por los pasillos deeste cementerio para sentarse de nuevo al lado de sus familias.

El Día de Todos los Santos propicia escenarios festivosmarcados sin intención por la melancolía en el PanteónCimatario, donde los queretanos se congregan, algunos con la heridaabierta y otros más con las cicatrices que aliviaron los años,pero todos con las manos llenas de obsequios para los pequeños queesperan del otro lado.

Una pareja permanece sentada frente a la tumba azul de unpequeño, adornada con calaveritas de dulce, globos flotantes decolores llamativos, flores de temporada y algunas fotografías delinfante difunto; el discurso sobra cuando la terapia es elsilencio, “14 de mayo", reza el sepulcro.

El eco de la melodía que los mariachis le arrancan a losviolines y las guitarras recorre todas las tumbas del camposanto,en sintonía con los versos indicados para celebrar con ironía, enuna fiesta donde es imposible morir de nostalgia, “Te vas ángelmío, ya vas a partir, dejando mi alma herida y un corazón asufrir, te vas y me dejas un inmenso dolor, recuerdo inolvidable meha quedado de tu amor”.

Mariana y Óscar igualmente sufrieron una pérdidaindescriptible en febrero, pero tienen la seguridad de que aquélpequeño amado está hoy con ellos, en sus palabras, esta visita esun acto de amor, cariño, pero también nostálgicos recuerdos.

La música, como una medicina, apacigua tristezas y suple lastorpes palabras; una familia se reconforta al pie de una tumbitamientras el Mariachi Reyes toca “Amor eterno”,simultáneamente, al otro lado del camposanto resuena “Te vasángel mío”, a su término arrancan los acordes de “Puño detierra” y diez tumbas a la derecha se escucha “Dosalmas”.

Alejandra perdió a su hijo hace 14 años, pero viene avisitarlo cada vez que tiene oportunidad porque sabe que losdifuntos esperan ser recordados, su cuerpo se va, pero en espíritupermanecen, señala; por eso, ella y su familia dedican todo sudía para estar de visita, orar y limpiar la tumba del niño.

Cientos de globos inflados con helio, famosos personajesanimados y conocidas flores naranjas decoran hoy las tumbas de losangelitos en el Panteón Cimatario al tiempo que el sonar dealgunas carcajadas aligera el ambiente.

El terreno está minado de cruces, pequeñas, grandes, cruceshundidas, relucientes, de metal, oxidadas, de madera, de mármol,cruces de flores, de piedras, cruces hundidas y de prontorenovadas, muchas otras por mucho tiempo olvidadas; algunas tienentodos los datos de los niños que ahí descansan, pero otras mássólo coronan un montoncito de tierra con cortas leyendas, “NiñoJosé Soto Gallardo”.

Esta tradición no sólo versa sobre el recuerdo de las almasinocentes, sino también sobre la solidaridad, el amor y lacompañía; aquellas tumbas de los angelitos que no han recibido lavisita de sus familiares que todavía están en la tierra sonacompañadas por las flores que ponen ahí los queretanos que lasencuentran a su paso.

La música continúa, algunas oraciones culminan y otrasempiezan, los padres limpian y mejoran las tumbas de sus hijos, lafiesta apenas comienza en el Panteón Cimatario.

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