/ miércoles 12 de agosto de 2020

Los libaneses entierran a sus muertos y esperan nuevo gobierno

Ocho días después de la devastadora explosión, los dirigentes internacionales se suceden en Beirut

Los libaneses continuaban enterrando el miércoles a las víctimas de la explosión en el puerto de Beirut, mientras la denostada clase política tradicional aborda la formación de un nuevo gobierno, que la comunidad internacional exhorta a que se concrete cuanto antes.

Ocho días después de la devastadora explosión, los dirigentes internacionales se suceden en Beirut, que el miércoles recibió la visita del jefe de la diplomacia alemana.

La deflagración, debida a toneladas de nitrato de amonio almacenado desde hacía seis años "sin medidas de precaución", como dijo el propio primer ministro, causó al menos 171 muertos, más de 6 mil 500 heridos, según un nuevo balance, y dejó a unas 300 mil personas sin vivienda.

La tragedia alimentó la ira de los libaneses contra una clase política a la que acusan de corrupción e incompetencia.

El gobierno de Hassan Diab dimitió el lunes, pero una gran parte de la población reclama también la salida del jefe del Estado, Michel Aoun, la del jefe del Parlamento, de diputados y políticos que dominan la vida pública desde hace décadas, todos considerados responsables por su negligencia.

En la sede central de los bomberos de Beirut, cerca del puerto, se celebró el miércoles el funeral de uno de los diez bomberos fallecidos en la catástrofe.

"Dios está contigo, nuestro héroe", reiteraron los bomberos entre lágrimas, cargando con el féretro de su camarada Jo Noun, de 27 años, envuelto en la bandera libanesa.

El joven formaba parte del grupo enviado al puerto para intentar sofocar el incendio que causó la explosión del nitrato de amonio.

Los cuerpos de seis bomberos todavía no se han hallado, entre ellos, tres miembros de una misma familia. "Enteros o en pedazos, queremos a nuestros hijos", declaró a la AFP Rita Hitti, que no ha dormido desde el drama, a la espera de noticias.

¿Regreso de Hariri?

Una diplomática alemana se encuentra entre las víctimas. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, llegó el miércoles a la capital, y anunció una ayuda de un millón de euros (1,1 millón de dólares) para la Cruz Roja libanesa.

Una multitud de personas, entre llanto y rabia, rindió homenaje a las víctimas la víspera, en el minuto exacto en el que la explosión devastó Beirut el 4 de agosto a las 18H00 local.

La tragedia fue la gota que colmó el vaso para una población ahogada en una profunda crisis económica, a la que se suma la pandemia de nuevo coronavirus.

La gran cuestión ahora es la de la sucesión del gobierno. Aoun no anunció la fecha de las consultas vinculantes con los bloques parlamentarios, con las que se debe decidir el nombre del nuevo primer ministro.

Y queda por ver si la magnitud del desastre incitará una decisión rápida.

Un responsable político que pidió conservar el anonimato indicó a la AFP que los partidos tradicionales deseaban un "gobierno de unión".

Según él, dos de los principales jefes políticos, el presidente del parlamento, Nabih Berri, y el veterano de la política, Walid Joumblatt, se inclinan por un regreso de Saad Hariri, que dimitió doce días después del levantamiento popular contra el gobierno en octubre.

El movimiento chiita proiraní Hezbolá, muy influyente en la vida política libanesa, no se opone a esta vuelta, añadió esta fuente.

El Hezbolá rechaza "un gobierno neutro así como los nombres que constituyen una provocación", según el diario al Akhbar, cercano a la formación chiita.

En especial se opone al exembajador en la ONU, Nawaf Salam, que había sido mencionado y que goza de la aprobación del movimiento de protesta.

La movilización, que volvió a ganar impulso tras la explosión, podría cobrar mayor fuerza con la elección de Hariri.

El martes, por cuarta noche consecutiva, se produjeron disturbios entre decenas de manifestantes y las fuerzas de seguridad cerca del Parlamento en Beirut.

En este contexto, el Parlamento se reunirá el jueves para aprobar el Estado de urgencia en la ciudad durante 18 días renovables.

Los libaneses continuaban enterrando el miércoles a las víctimas de la explosión en el puerto de Beirut, mientras la denostada clase política tradicional aborda la formación de un nuevo gobierno, que la comunidad internacional exhorta a que se concrete cuanto antes.

Ocho días después de la devastadora explosión, los dirigentes internacionales se suceden en Beirut, que el miércoles recibió la visita del jefe de la diplomacia alemana.

La deflagración, debida a toneladas de nitrato de amonio almacenado desde hacía seis años "sin medidas de precaución", como dijo el propio primer ministro, causó al menos 171 muertos, más de 6 mil 500 heridos, según un nuevo balance, y dejó a unas 300 mil personas sin vivienda.

La tragedia alimentó la ira de los libaneses contra una clase política a la que acusan de corrupción e incompetencia.

El gobierno de Hassan Diab dimitió el lunes, pero una gran parte de la población reclama también la salida del jefe del Estado, Michel Aoun, la del jefe del Parlamento, de diputados y políticos que dominan la vida pública desde hace décadas, todos considerados responsables por su negligencia.

En la sede central de los bomberos de Beirut, cerca del puerto, se celebró el miércoles el funeral de uno de los diez bomberos fallecidos en la catástrofe.

"Dios está contigo, nuestro héroe", reiteraron los bomberos entre lágrimas, cargando con el féretro de su camarada Jo Noun, de 27 años, envuelto en la bandera libanesa.

El joven formaba parte del grupo enviado al puerto para intentar sofocar el incendio que causó la explosión del nitrato de amonio.

Los cuerpos de seis bomberos todavía no se han hallado, entre ellos, tres miembros de una misma familia. "Enteros o en pedazos, queremos a nuestros hijos", declaró a la AFP Rita Hitti, que no ha dormido desde el drama, a la espera de noticias.

¿Regreso de Hariri?

Una diplomática alemana se encuentra entre las víctimas. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Heiko Maas, llegó el miércoles a la capital, y anunció una ayuda de un millón de euros (1,1 millón de dólares) para la Cruz Roja libanesa.

Una multitud de personas, entre llanto y rabia, rindió homenaje a las víctimas la víspera, en el minuto exacto en el que la explosión devastó Beirut el 4 de agosto a las 18H00 local.

La tragedia fue la gota que colmó el vaso para una población ahogada en una profunda crisis económica, a la que se suma la pandemia de nuevo coronavirus.

La gran cuestión ahora es la de la sucesión del gobierno. Aoun no anunció la fecha de las consultas vinculantes con los bloques parlamentarios, con las que se debe decidir el nombre del nuevo primer ministro.

Y queda por ver si la magnitud del desastre incitará una decisión rápida.

Un responsable político que pidió conservar el anonimato indicó a la AFP que los partidos tradicionales deseaban un "gobierno de unión".

Según él, dos de los principales jefes políticos, el presidente del parlamento, Nabih Berri, y el veterano de la política, Walid Joumblatt, se inclinan por un regreso de Saad Hariri, que dimitió doce días después del levantamiento popular contra el gobierno en octubre.

El movimiento chiita proiraní Hezbolá, muy influyente en la vida política libanesa, no se opone a esta vuelta, añadió esta fuente.

El Hezbolá rechaza "un gobierno neutro así como los nombres que constituyen una provocación", según el diario al Akhbar, cercano a la formación chiita.

En especial se opone al exembajador en la ONU, Nawaf Salam, que había sido mencionado y que goza de la aprobación del movimiento de protesta.

La movilización, que volvió a ganar impulso tras la explosión, podría cobrar mayor fuerza con la elección de Hariri.

El martes, por cuarta noche consecutiva, se produjeron disturbios entre decenas de manifestantes y las fuerzas de seguridad cerca del Parlamento en Beirut.

En este contexto, el Parlamento se reunirá el jueves para aprobar el Estado de urgencia en la ciudad durante 18 días renovables.

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